miércoles, 22 de diciembre de 2010

EL ASESINATO DE MARISELA Y LA LIBERACIÓN DE DIEGO

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

¿Qué tienen en común el asesinato artero y cobarde de una luchadora que exige justicia a autoridades indolentes con la liberación de un conocido y emblemático político a cambio de una suma millonaria de dólares? Nada, salvo por una cosa: ambos hechos expresan, aunque de manera diferente, la inseguridad e impunidad que existe en el país, así como la incapacidad de las instituciones para hacerle frente. Y algo más profundo. Son síntomas de una creciente descomposición del Estado mexicano, cuya transición se quedó a medio camino y que hoy sufre de una disfuncionalidad que no sólo impide su reforma sino que ha generado un riesgo real de regresión al régimen autoritario de la corrupción institucionalizada que por décadas ejerció el poder en México y que tuvo como clímax el mandato de Carlos Salinas de Gortari, quien, como es del dominio público, regresa por sus fueros.

Salta a la vista el contraste. Con la liberación de Diego Fernández de Cevallos hay que congratularse, aunque eso haya significado el triunfo de los delincuentes. Al margen de filias y fobias, que el político panista despierta con intensidad, la vida humana y su dignidad deben estar por encima de cualquier otra consideración y el secuestro es un crimen deleznable que no puede tener justificación alguna, ni siquiera reivindicaciones sociales justas. En cambio, con el asesinato de Marisela Escobedo sólo puede existir la absoluta indignación.

Al igual que Isabel Miranda de Wallace, esta madre chihuahuense hizo el trabajo de la policía y descubrió al asesino de su hija, Rubí Frayre. A pesar de que éste confesó, le pidió disculpas a Marisela y reveló el lugar donde tiró el cadáver de Rubí, los jueces lo absolvieron, algo que resulta tan injustificable como la negligencia, seguramente interesada, del Ministerio Público. Durante meses exigió justicia y consiguió que una instancia superior revocara la absolución de Sergio Barraza, asesino confeso, pero no obtuvo ninguna ayuda de las autoridades, ni del anterior ni del actual gobierno de Chihuahua para atraparlo y ella tuvo, nuevamente, que hacer el trabajo para localizar el paradero del asesino, a pesar de sus escasos recursos. Su demanda de ayuda oficial fue ignorada tanto en instancias estatales como federales y no se le protegió a pesar de que dio a conocer las amenazas de muerte de las que fue objeto. Esa es la razón por la que se encontraba en el noveno día de un Plantón permanente frente a la Casa de Gobierno de Chihuahua

La tragedia de Marisela se explica por algo que contraría lo declarado por Diego Fernández de Cevallos con insistencia: Es falso que en México todas las vidas valgan lo mismo.

Como víctima, Diego merece toda la solidaridad de la sociedad; pero como político está expuesto a la crítica como cualquier otro. Que no se malentienda, “El Jefe” tiene el derecho de hacer política y aprovechar su situación particular, así como cualquier ciudadano tiene el derecho de cuestionarlo como figura pública que es, a pesar de su desgracia, la cual, por fortuna, ya pasó. Es más, ahora su mal se convirtió en bien y se sabe portador de un capital político que no tenía al momento de ser secuestrado.

En cualquier otra persona sorprendería el aplomo y la seguridad con la que se desenvolvió Diego al momento de su aparición tras más de siete meses de secuestro. Genio y figura. Desde el primer momento fue a la arena pública con un discurso bien articulado, presumiendo de arrestos y carácter. Sabe moverse con los medios y no quiso desperdiciar ni un minuto del bono que goza por haber sufrido el más abominable de los crímenes. No improvisó. El viejo lobo de mar sabe de marketing. Se cortó el cabello, pero prefirió dejarse la barba para que quedara constancia visual y elocuente del secuestro que sufrió. Con ello dio un mensaje nítido y contundente: No sólo está a salvo y en libertad sino que también está políticamente muy vivo. A nadie debe sorprender que declarativamente se descarte como candidato presidencial, pues para su papel de luchador por la seguridad del país le sería contraproducente que se le viera como político en campaña.

Tan está pensando en su intervención en la vida pública en su calidad de víctima, que El Jefe Diego ubica su debilidad y se apresura a curarse en salud para cubrirse el talón de Aquiles. Los mensajes son claros, aunque no literales: “Soy uno más que sufre un crimen en un mar de injusticia y zozobra”, “soy uno más de los que han recobrado su libertad”, “mi vida vale lo mismo que cualquier otra y lamento que otros no tuvieron mi suerte”. Y expresa su solidaridad con la causa incuestionable, el asesinato de Marisela, y quiere hermanar los casos, pero la verdad es que son antípodas. Porque mientras al caso Diego se le dio trato de excepción por quien es y, por eso, pudo salvar la vida –lo cual me alegra-, a Marisela la ningunearon y terminaron matándola porque ella sí era una persona más, una madre sin recursos ni palancas, una simple piedra en el zapato de autoridades indolentes cuando no cómplices. No Diego, no todas las vidas valen lo mismo en México, fuera de demagogia.

Con el caso del prominente panista, es la primera vez que el Estado explícitamente declara que no cumplirá con su deber establecido en la Constitución de actuar ante un crimen grave que se persigue de oficio para que el asunto se arreglara entre la familia y los delincuentes. No por cualquiera. Y no por cualquiera se paga entre 20 y 50 millones de dólares –según se maneja extraoficialmente- para obtener su liberación; y no por cualquiera se consigue que se publiquen las proclamas políticas de un grupo subversivo –Milenio aseguró que esa fue una exigencia-; y no por cualquiera los medios de comunicación le abren el espacio triple A para que en su condición de víctima anuncie que luchará contra “la injusticia”, “la pobreza” y “la desigualdad”. Nadie puede engañarse, a Diego Fernández de Cevallos no es ni se le tratado como a cualquier otro.

No es mi intención recriminar lo que se hizo para preservar la vida de Diego. Al contrario, lo que cuestiono es lo que se deja de hacer por muchas otras personas. Tuvieron que asesinar arteramente a Marisela para que las mismas autoridades que hasta entonces no habían movido un dedo mostraran su indignación por la liberación del asesino de su hija. Cinismo que espera el olvido para regresar a la normalidad de corrupción e impunidad.

Una experiencia vital tan intensa como lo es un secuestro, que pone al individuo ante la perspectiva de morir, puede lograr cambios extraordinarios en las personas. Quisiera pensar que eso mismo le sucedió a Diego Fernández de Cevallos, pero prefiero ser escéptico. La víctima no oculta al político que a cambio de ventajas facciosas se prestó a borrar la historia de la elección fraudulenta de 1988, promoviendo y acordando la quema de las boletas electorales; al que siendo presidente de uno de los poderes litigaba contra el Estado ganando juicios millonarios y enriqueciendo a particulares, incluido a él mismo, a costa del erario público. Esa tendencia de utilizar la influencia en el poder público para obtener beneficios privados la encarna y la simboliza muy bien el “Jefe Diego” quien, por lo mismo, está mucho más cerca de Salinas de Gortari que de Gómez Morín.

Me alegro, pues, de la liberación del ser humano, pero miro con desconfianza al político que asoma la cabeza con una legitimidad dada, paradójicamente, por sus secuestradores que, según ellos mismos afirmaron, lo privaron de su libertad no sólo por el dinero sino también como “desagravio” por los actos nefastos que le atribuyen al panista queretano. En lugar de la condena pública que esperaban, lo que consiguieron es la genuina y entendible solidaridad con la víctima. Les fue bien en la recaudación, pero en lo otro les salió el tiro por la culata. Veremos como usa el “Jefe Diego” ese nuevo capital político que recibió -quién lo dijera- de sus victimarios.

De paso…

Desaparecedores. Los secuestradores de Diego Fernández de Cevallos dieron a conocer tres comunicados junto a la noticia de la inminente liberación del político panista. En ellos se encuentra lo que creen que es una justificación de la violencia cuando se usa frente a otra; una visión maniquea del país (“Ellos” y “Nosotros”) entre los pocos que representan el mal que lo somete y los muchos que deben rebelarse para hacer triunfar al bien; y una denuncia sobre la oligarquía y los miembros de ésta que consideran prominentes, entre ellos el propio Diego y, no podía faltar, Carlos Salinas. Muy lejos de la retórica innovadora de Marcos que pudo seducir a muchos dentro y fuera del país, utilizan un discurso que, por su simpleza y la utilización de algunos léxicos, llama la atención por parecer tomados del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Esa identidad retórica entre un presunto grupo armado –se habla de una escisión del EPR- con un movimiento civil pacífico huele mal. No es creíble desde ninguna perspectiva que AMLO esté vinculado a ninguna guerrilla, pero sería preocupante que pudiera existir alguien que tuviera la tentación de hacerlo y utilice tales semejanzas para sostener dicha barbaridad. Tal lenguaje común puede ser producto de una simpatía no buscada, pero también responder al avieso cálculo de generar confusión e involucrar a un conocido líder opositor con el que, por cierto, no simpatizo… El infierno llegó a San Martín Texmelucan. El entallamiento de un ducto de PEMEX acabó con muchas vidas humanas y propiedades. Todo indica que el siniestro se produjo debido a una toma clandestina como muchas otras que hay en el país. Que nadie piense que se trata de robos hormiga de muchos particulares con iniciativa como sucede con los llamados “diablitos” y los postes de la luz. Es una industria muy rentable que cuenta con la complicidad de altos mandos administrativos y sindicales. La tragedia obliga a acabar con el negocio y golpear los poderosos intereses creados que están atrás del mismo. La verdad, dudo que ocurra... En Matamoros. Tamaulipas, literalmente les abrieron la puerta para que se fugaran más de 140 reclusos. En esa entidad en la que el narco y el crimen organizado se muestran tan poderosos es increíble que no se hayan tomado medidas para evitar este tipo de eventos. El gobernador, Eugenio Hernández, termina su mandato como un patético, inútil, pero oneroso adorno, en el mejor de los casos… El Señor de la Partida Secreta, Carlos Salinas de Gortari pretende, por enésima vez, limpiar su imagen y ya no encuentra a quién culpar de su infortunio público. En lo que él sigue ocupado con esa misión imposible que requiere de amnesia colectiva, yo quisiera recordar una grabación, ya que están de moda, entre sus hermanos, Raúl y Adriana, y en la cual se afirma que el dinero del primero, en ese momento retenido en Suiza, en realidad era del expresidente. Dicha grabación fue presentada por Joaquín López Dóriga hace algunos años… El secuestro de más de cincuenta migrantes en Oaxaca muestra con nitidez el cinismo que envuelve al país. Hace poco se asesinó a mansalva a más de setenta y no pasó nada más allá de la indignación del momento. Otra vez, el negocio termina por imponerse y todo vuelve a la corrupta, arbitraria y jodida normalidad que nos tiene en el hoyo… Sólo me resta desearles felices fiestas y un mejor 2011. Nos vemos el próximo año… Ah! síganme en twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CARTA A EPIGMENIO IBARRA

Twitter: @ferbelaunzaran

Estimado Epigmenio:

Como te había adelantado, no resistí comentar tu provocador –en el mejor sentido del término- artículo, “El suicidio de la izquierda”, que publicaste en tres partes en el periódico Milenio (26 de noviembre, 3 y 10 de diciembre). Texto con agudo filo crítico con el que tengo tanto coincidencias como discrepancias.

Aciertas al describir en parte la crisis por la que atraviesa la izquierda electoral mexicana, pero te pierdes al tratar de explicar sus razones o, al menos, eludes la discusión más importante en el terreno estratégico. Tus cuestionamientos morales, a pesar de las pronunciadas hipérboles y figuras retóricas elocuentes que utilizas y que dejan poco espacio para los necesarios matices, dan en el clavo. La famosa frase de Lord Acton, “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, por desgracia, también se verifica en la izquierda.

Es innegable que el tránsito de muchos cuadros de la izquierda a las elites dirigentes de importantes localidades y del país ha favorecido en su seno tendencias a favor del status quo, relegando el compromiso por el cambio. Sin embargo, caes en un reduccionismo moral que te lleva a condenar antes de entender, a descalificar sin detenerte en las razones, con independencia de que las compartas o no. Tus juicios preceden al análisis cuando debiera ser al revés. Me explico.

Oportunistas que anteponen su interés personal a los del proyecto que dicen representar hay en todos los partidos, en todos los ámbitos y, sí, también en las distintas partes de la izquierda electoral que hoy están notoriamente divididas y hasta enfrentadas. Pero al generalizar esa situación y de un plumazo inmoralizar a todos los que sostienen una de las posiciones no sólo acusas sin fundamento sino que le das la vuelta al punto fundamental, estratégico, que explica en buena medida la situación crítica por la que atraviesa la izquierda en México. En ese sentido, lamento que hayas empobrecido un muy buen artículo, al tomar, en ciertos pasajes, el camino fácil, falaz y porco riguroso del maniqueísmo, reproduciendo el anatema perverso promovido por el caudillo: “quien no está conmigo está con el enemigo”, es decir, es un “traidor” o un “vendido”.

Te cito: “Si los hoy ‘aliancistas’ se quedaron todavía un tiempo a su lado (de Andrés Manuel López Obrador) fue mientras creyeron que había alguna posibilidad de revertir el resultado. Luego, ya en sus curules, se apresuraron a tender la mano al vencedor y buscar su tajada del pastel”. Esta acusación –que, por cierto, me recuerda a las que hacía la ultra del CGH en la “Asamblea General” para todo aquel que planteaba en el movimiento estudiantil la necesidad de dialogar y negociar con las autoridades- es infame y cierra de entrada la posibilidad de cualquier acuerdo con los “malos” que se atrevieron a pensar distinto del gran líder –¡tremenda herejía!- , pues, como tú de seguro sabes por tu experiencia en El Salvador, a los traidores se les combate y, si se puede, se les aniquila; no se negocia ni se pacta con ellos. Además, con descalificaciones fáciles y baratas se esconde, tras el humo de la pira moral, el debate esencial sobre las definiciones estratégicas.

Si compartimos, Epigmenio, una sencilla convicción democrática, en el sentido de que no hay caminos únicos e incuestionables, de que puede haber distintas alternativas y que ninguna de ellas tiene el monopolio de la legitimidad moral, entonces podemos establecer los términos de la controversia como debieron ser planteados y no como sucedió: “buenos” contra “malos”, “leales” contra “traidores”, la luz contra la obscuridad. Es verdad que en tu texto hablas de las alianzas, pero esa ya fue una discusión postrera, la cual sólo pueden explicarse por los escenarios y las consecuencias generadas por una muy mal resuelta disyuntiva original que requiere ser considerada para cualquier análisis serio de lo que hoy vivimos. Permíteme hacer una breve reseña para contextualizar.

Hace cuatro años, la izquierda acarició la Presidencia de la República en una contienda electoral, ciertamente sucia y enrarecida, que polarizó al país en izquierda y derecha, dejando al partido del viejo régimen relegado, desdibujado y en crisis. Hoy las cosas son muy diferentes. Los partidos y personajes que disputaron en cerrada competencia la primera magistratura del país están desgastados mientras que el PRI, sin hacer más que aprovechar a su favor la confrontación post electoral y los errores de los entonces punteros, se ha fortalecido al grado de que su principal precandidato y favorito de la tele aventaja en las encuestas por más de 2 a 1 a su más cercano perseguidor.

¿Cómo se llegó a esta situación? ¿Por qué la izquierda no es la que mejor ha aprovechado el deficiente gobierno de Felipe Calderón, la crisis económica y el desbordamiento incontrolable de la violencia, a pesar de ser el principal y más evidente opositor de la actual administración? ¿Cómo fue que se dilapidó el gran capital político y la enorme fuerza mostrada en 2006, al grado de que Andrés Manuel y los partidos que lo apoyaron son los que mayor rechazo concitan hoy en el país? Las debidas respuestas son, sin duda, multifactoriales, pero centrémonos en lo que concierne al pensar, decir y hacer de la izquierda electoral tras el traumático desenlace de las elecciones presidenciales del 2006.

La primera definición estratégica que se tomó ya dibujaba los derroteros que vendrían. El controvertido plantón de Reforma –tal y como se puede apreciar claramente en la evolución de las encuestas- marca el punto de quiebre en el que se acentúan dos tendencias complementarias: la pérdida de respaldo y el aumento del rechazo. Lejos de conseguir su justo objetivo, el recuento total de votos –que, por cierto, en algo que me parece inexplicable no fue solicitado al TEPJF- sólo sirvió para estigmatizar al movimiento y confirmar en importantes sectores los temores esparcidos por la guerra sucia. Fue un gran autogol. Pero lo más grave no fue la falla sino la ausencia de autocrítica, pues en lugar de rectificar se profundizó la línea política de confrontación absoluta y ajuste de cuentas con los que “haiga sido como haiga sido” se hicieron de la conducción del país, lo cual tuvo como resultado el constante aislamiento del movimiento obradorista –y de los partidos con los que se le asocia- que se olvidó de lo primordial, las necesidades de la gente, posponiendo su propuesta de cambio hasta aquel mítico momento en que recuperara lo que consideraba se le había arrebatado a la mala: la Presidencia de la República.

Frente a esa posición impulsada por el excandidato presidencial se planteó otra. Aprovechar el peso histórico de sus bancadas en el Senado y la Cámara de Diputados para ser una fuerza de transformación del país que impulsara los cambios contenidos en la agenda del PRD. Con ello se daría una imagen de izquierda propositiva y responsable a la ciudadanía y se evitaría que el PRI siguiera medrando con la polarización. En lugar de promover la descomposición y el enrarecimiento políticos para alentar una salida rupturista, pensando que el empeoramiento de la situación automáticamente beneficiaría a la oposición de izquierda aunque ésta se mostrara como promotora y agorera del desastre, ser un factor de estabilidad a partir de la consecución de reformas importantes y beneficiosas para el país y la sociedad. La disyuntiva era traer a “mecate corto” a Calderón hasta obligarlo a renunciar o, sin olvidar agravios ni otorgar legitimidades, ser una izquierda que trata de cumplir su programa aún siendo oposición y, con ello, buscar ganar confianza ciudadana para estar en mejores condiciones en la próxima contienda electoral, momento de la ansiada revancha. Confrontar y contrastar en todo, votando incluso contra las propuestas propias -tal y como AMLO se los pidió a los legisladores, “cuando estemos en la presidencia las llevaremos a cabo”- o construir acuerdos con las otras fuerzas políticas y sacar adelante propuestas importantes del programa de la izquierda.

Discrepar no es problema. Al contrario, la coexistencia de diversos puntos de vista no sólo es algo natural sino también enriquecedor. Sólo hay que saber procesar las diferencias. Sin embargo, estas dos visiones estratégicas se estorbaron mutuamente, pues no hubo manera de dirimirlas institucional y democráticamente. En lugar de apostar al convencimiento y a la persuasión en una instancia de dirección colectiva, Andrés Manuel López Obrador optó por abrir el viejo y putrefacto expediente del linchamiento moral contra los que discrepan: “traidores”, “calderonistas”, “colaboracionistas”, “modositos”, “moderados”, “legitimadores”. Muchos denuestos y pocas ideas, pues de lo que se trataba era de doblar a los disidentes y alinear a todos detrás del líder al que no se le debe contrariar. Hubiera sido muy provechoso que el diálogo respetuoso y el debate inteligente zanjaran la cuestión. Pero como eso no sucedió y los heréticos dirigentes no se replegaron ante los anatemas y las hogueras morales de los inquisidores de la ortodoxia pejista, coexistieron ambas estrategias, dando una imagen incomprensible a la sociedad, un híbrido contradictorio e indescifrable. El PRD mostraba dos caras y proyectaba confusión, aunque resulta evidente que las posiciones y acciones estridentes son más visibles y dejan mayor impronta en la sociedad. Se debe reconocer, y asumir autocríticamente las responsabilidades propias, que de esta ambigüedad y ambivalencia esquizofrénica perdimos todos.

No hubo tal separación “casi inmediata” entre ambas visiones. Lo que se dio fue un proceso largo y accidentado. De manera constante se buscaron y se dieron acuerdos de compromiso; eso sí, muy endebles y poco claros. Te recuerdo dos de los episodios más notorios. La reforma electoral que renovó al IFE, prohibió la contratación particular de propaganda política -lo que molestó mucho a los medios de comunicación electrónica- y estableció el recuento voto por voto, entre otras cosas. Muchas de las demandas de la izquierda fueron incluidas. Pero AMLO decidió sorpresivamente ponerse de lado de las televisoras y del Consejo Coordinador Empresarial, llamando a votar en contra. En la reforma energética, en 2008, se llegó al compromiso compartido de asumir el análisis y la valoración de un comité de expertos, conformado, por cierto, por propuestas que hizo el mismo Andrés Manuel. Cuando ellos avalaron los acuerdos logrados, el excandidato presidencial organizó una pantomima vergonzosa, y en un remedo de “democracia directa” en el Hemiciclo a Juárez llamó a votar también en contra. Para él, cualquier acuerdo en las Cámaras significa darle oxígeno al régimen que quiere ver colapsado, en la idea de que eso le permitiría resurgir como salvador del país.

Estoy convencido de que si en 2006, AMLO acepta el fallo del TEPJF bajo protesta y pone el programa de transformación de la izquierda por delante, de tal forma que su capital político, el peso de las bancadas y la fuerza movilizada que en ese momento existía fuera utilizada para reformar al país, estaría él, y no Peña Nieto, a un paso de la presidencia. Pero no se hizo y el panorama es por completo diferente.

Las alianzas son producto de la necesidad, no del gusto. Ojalá estuviéramos en una situación distinta. Dadas las condiciones de mutua debilidad del PRD y el PAN, dicho instrumento significan la única posibilidad de cambio por la vía electoral en entidades bajo dominio ancestral y caciquil del PRI. Los ciudadanos las avalaron con su voto, no obstante las diferencias y los agravios que existen entre los partidos coaligados. Hacer una alianza estatal donde el PAN es oposición no significa avalar las políticas de Calderón. El ámbito, la extensión y la temporalidad están acotados. Lo importante es determinar si las sociedades se benefician con ellas y no tengo dudas de que, por ejemplo, los oaxaqueños van a estar mejor con Gabino Cue y sin el yugo ulisista.

Es importante contrastar experiencias. En Veracruz se siguió a pie juntillas la otra estrategia. Dante Delgado fue respaldado por PRD, PT y Convergencia y contó con las visitas de AMLO en recorridos, medios de comunicación y mítines. Sin embargo, se obtuvo un muy mermado tercer lugar con poco más del 10% de los votos.

Entiendo y comparto muchos de tus cuestionamientos a la fallida estrategia de “guerra” contra el narco que lleva acabo la administración de Felipe Calderón y también considero que en 10 años de gobiernos panistas están muy lejos de cumplirse las expectativas de cambio que trajo la alternancia. Pero eso no nos debe llevar a hacernos a un lado ante el avance del PRI y la posibilidad real de regresión. No se trata de elegir entre PRI y PAN, sino de sacudir cacicazgos a nivel local y emparejar el terreno hacia el 2012, de tal suerte que la izquierda tenga la posibilidad de competir con éxito y triunfar.

Es cierto que la lucha de la izquierda no se puede circunscribir al ámbito electoral, pero sería un grave error desentenderse de las urnas. Estoy consciente de que en la medida en que el PRD enarbole causas justas olvidadas y recupere su vinculación con sectores sociales que se ha alejado, mejorará su competitividad electoral. Pero aunado a ello debe hacer una política inteligente que le permita competir con posibilidades. Sería un terrible error dar por perdido el 2012 y contemplar el regreso de aquello que tanto trabajo costo vencer. Debilitar al PRI no significa favorecer a la continuidad panista, sino simplemente convertir lo que hoy es una carrera con un puntero solitario en una disputa entre tres.

Reconozco el valor de tu crítica, Epigmenio, y considero muy saludable tus señalamientos de los errores de la campaña en 2006, de la falta de autocrítica, del sometimiento al marketing vacuo, del debilitamiento al compromiso de cambio, del apartamiento de valores y principios con el acceso al poder, etc. Contribución importante a un debate imprescindible.

Te mando un fuerte abrazo y mis consideraciones


Atentamente

Fernando Belaunzarán

martes, 7 de diciembre de 2010

LOS TEMORES DE AMLO

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Andrés Manuel López Obrador acostumbra arriesgar, estirar la cuerda al máximo, moverse en el filo de navaja, doblar la apuesta, llevar todo al límite para que sea la otra parte la que ceda, a quien le pese la responsabilidad de evitar el cataclismo. Es verdad que al utilizarlos en exceso, esos recursos temerarios han perdido eficacia y AMLO se ha vuelto un político predecible y, por lo mismo, con sus posibilidades de atemorizar mermadas, lo cual es una tragedia para él ahora que ha decidido jugar al todo o nada y con una sola carta en las próximas elecciones del Estado de México.

Una preocupación que se tornó temor y que ahora ya es una pesadilla ha llevado a Andrés Manuel a cometer error tras error y, por lo mismo, como nunca antes, a amenazar con la inmolación apocalíptica que sepultaría a toda la izquierda… a menos, claro, que se le obedezca.

Los temores de AMLO surgen con las alianzas electorales entre el PRD y el PAN. Recordemos que éstas surgieron como una necesidad ante el fortalecimiento del PRI, no tanto por sus virtudes y aciertos, como por las fallas y deficiencias de los dos polos que se enfrentaron en el 2006 y de sus principales personajes: Calderón con la violencia fuera de control y Andrés Manuel haciendo de la oposición una guerra santa.

A pesar de constituirse tras un periodo de intenso enfrentamiento y en condiciones de mutua debilidad, las alianzas fueron un éxito y tuvieron buena respuesta de los ciudadanos que las vieron como una oportunidad para sacudirse cacicazgos estatales y una posibilidad de cambio. Pero las victorias de las alianzas, por una parte, y la ventaja clara en las encuestas del candidato más aventajado del PRI, Enrique Peña Nieto, le provocaron a López Obrador el miedo a que esa experiencia se reproduzca en el 2012 y quede desplazado en una contienda polarizada entre el hoy gobernador del Estado de México y el candidato aliancista que, en ningún caso, podría ser él -no cae en cuenta de que si algo fortalecería esa posibilidad es que rompa con su partido y haga un polo de izquierda testimonial con el PT y Convergencia

Si las elecciones de julio de este año no merecieron en AMLO un activismo para reventar las alianzas como que tiene ahora de cara a las mexiquenses –aunque sí promovió, discretamente, el esquirolaje en Puebla, Durango, Hidalgo y Sinaloa- e incluso permitió que el PT se uniera con el PAN en Oaxaca fue porque esperaba su derrota total; incluso vaticinó públicamente el “carro completo” del PRI (Milenio, 13 de junio del 2010). Contaba, pues, con el fracaso de los Chuchos para presentarse como redentor del PRD y recuperar el control de ese partido para garantizarse para sí la candidatura única de la izquierda. Sin embargo, las cosas se dieron de otra manera y las victorias aliancistas lo sacaron de quicio.

Era tal la confianza de AMLO en que el PRI arrasaría en 2010 y que las alianzas pasarían a mejor vida que en los días previos presentó su libro, “La mafia que se adueñó de México y el 2012”, con una tesis-consigna inequívoca de la cual hoy de seguro se arrepiente: “El principal riesgo del país es el regreso del PRI a Los Pinos, lo cual sólo es comparable con el retorno de Santa Anna al poder, años después de la invasión de Estados Unidos”. La verdad es que Jesús Ortega y Cesar Nava no lo hubieran podido decir mejor.

Utilizando a “los principios” como coartada, Andrés Manuel decidió lanzarse con todo para evitar la alianza PRD-PAN en las estelares elecciones del Estado de México, no obstante que con ello ayuda objetivamente a Enrique Peña Nieto en la carrera presidencial y al Grupo Atlacomulco, emblema del caciquismo corrupto, a seguir gobernando esa entidad. Resulta evidente que AMLO considera una amenaza mayor no ser candidato del PRD que la posibilidad de que el PRI-Santa Anna regrese a la Presidencia de la República.

En los hechos, López Obrador está tirando la toalla ante Peña Nieto en el 2012 y se está centrando en una lucha distinta aunque, ciertamente, con mayores posibilidades de triunfo. Me refiero a la búsqueda de la hegemonía en la izquierda política para prevalecer tras la coyuntura de las elecciones presidenciales y que pueda pensar en regresar en el 2018. Para ello requiere de 3 cosas: ser candidato presidencial para mantenerse como cabeza y símbolo “del movimiento”; tener una alfil en la Jefatura de gobierno del DF que lo respalde, sostenga y no le dispute la candidatura en seis años; y sacar a los Chuchos de la dirección del partido para acabar con las alianzas del PRD con el PAN, empezando con la del Estado de México.

Con la idea de dinamitar la alianza en aquella entidad decidió convertirse en el candidato virtual a gobernador. Seducido por su propio mito, anunció que hará campaña permanente en el Edomex, dio a conocer el programa de gobierno antes de tener candidato, estableció el mecanismo para elegir a éste y designó a los contendientes para que tres días después anunciara que la elegida por el oráculo de una encuesta que sólo él conoce es Yeidckol Polevnsky, devenida por la tutela grosera del caudillo en simple “Juanita”, y adelantar en los hechos la campaña para posicionarla de inicio. Pero su propuesta tuvo tan mal resultado –hasta generó una rebelión interna- que son evidentes sus esfuerzos para doblar a Alejandro Encinas y arrastrarlo a la infame aventura que, a final de cuentas, serviría para hacerle el trabajo sucio a Peña Nieto. “Mátate tú, para que me salve yo”.

Ahora bien, Andrés sabe perfectamente que si no logra evitar la alianza PRD-PAN en esa entidad y la opción PT-Convergencia queda relegada a tercer lugar –como es predecible- , estaría acabado para el 2012, pues nadie vería ese resultado como una derrota de Yeidckol o de Encinas. Eso explica la decisión del excandidato presidencial de imponer la crisis en el PRD desde ahora y no esperar a que el relevo de la dirección se dé hasta marzo, es decir, cuando ya esté definido el candidato y la eventual alianza. Que estén en pleno las elecciones reñidas en Guerrero y Baja California Sur, donde gobierna el perredismo, poco le importa. Está visto que la única e indefectible prioridad para AMLO es él mismo.

Es tal la desesperación de López Obrador para evitar el escenario de una alianza que lo relegue al tercer lugar en el Estado de México, con el riesgo incluso de tener una votación marginal, que amaga con romper lanzas con su amigo y jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, haciendo declaraciones, si bien poco originales, muy burdas y groseras: “La mafia quiere que Marcelo sea el candidato” (La Jornada, 2 de diciembre de 2010). No cabe duda de que a AMLO, el temor se le volvió pesadilla.


De paso…

Don Pepe. Con una semana de retraso, pero manifiesto mi hondo pesar por el fallecimiento de Don José Álvarez Icaza, pionero en la defensa de los Derechos Humanos en México. Supo hacerle frente a un régimen autoritario y represivo. El tránsito de Don Pepe del catolicismo militante y conservador al compromiso con los pobres y la lucha por la democratización del país, a lado de Don Sergio Méndez Arceo, haciendo causa común con Heberto Castillo en el Partido Mexicano de los Trabajadores. Fundó Cencos, casa abierta a muchas luchas justas y siempre dando respaldo a los débiles contra las injusticias de los opresores. Sus batallas abrieron brecha y dejaron huella. Descanse en paz Don Pepe… Julián Assange tiene que hacer frente a sus acusaciones por acoso y violación en Suecia, pero me cuesta trabajo creer en la desafortunada coincidencia de que su arresto coincida con la divulgación de los cables de la diplomacia norteamericana. La persecución que sufre en la red y las amenazas explícitas que ha recibido, así como la congratulación del gobierno de Estados Unidos por su detención, hacen pesar que se trata de un ajuste de cuentas. Me inclino a pensar, con todo y el respeto que me merecen las instituciones suecas, que Assange es hoy un preso político… Si Assange fuera un funcionario norteamericano, por supuesto que no debería haber difundido los cables confidenciales; pero resulta que es periodista y, al ser material de alto interés público, a mi parecer, tiene la obligación profesional y moral de darlos a conocer. El tratar de evitarlo, hostigando a Wikileaks en la red o apretando a la justicia para que lo juzguen por otros delitos, lo considero actos de censura que atentan contra la libertad de expresión y el derecho a la información… Jesús Ortega decidió adelantar la renovación de la dirección del PRD. Ésta no puede darse antes de finales de marzo, pues la Convocatoria tiene que salir a menos tres meses antes de la elección de Presidente y Secretario General. Sin embargo, el obradorismo decidió irrumpir para tratar de desestabilizar al partido. Me pregunto si uno de los objetivos no es el de polarizar internamente para abortar la posibilidad de acordar a un Presidente de consenso, si en los hechos no es un veto de AMLO a Lázaro Cárdenas Batel. Sería una lástima, pues el exgobernador de Michoacán es el que, sin duda, mejor podría reconstruir la unidad perdida… Los Rayados del Monterrey son dignos campeones del futbol mexicano y a uno no le queda sino aplaudir de pie a todo el equipo y, no se diga, al Chupete Suazo por su extraordinario segundo gol en El Tecnológico… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA BODA DE PEÑA NIETO

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Las bodas son esperanza de felicidad, aunque luego se malogren. Lo menos que uno puede hacer es manifestar parabienes a la pareja, darles un mensaje de optimismo y aliento que exprese acompañamiento en un momento dichoso y el deseo de que la alegría perdure. Pero eso se refiere al plano personal, íntimo y familiar, no a otros aspectos que pudieran girar alrededor de la unión. Ojalá que Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera vivan felices por siempre, pero no en Los Pinos como quisieran los que han diseñado una campaña mediática de pretensiones presidenciales a partir de la historia de telenovela que los tiene como protagonistas. Que logren sus objetivos personales, pero no así sus innegables objetivos políticos que pretenden conseguir con la manipulación sentimental del pueblo mexicano.

Es curioso que algunos quieran desmentir el carácter mediático-político del evento aduciendo que no congregó a la clase política como si el marketing de esta historia de amor los necesitara o tuviera a éstos como destinatarios. No hubo cargada porque no se trataba de mandar un mensaje al llamado “círculo rojo” sino de consolidarse en el ánimo de las clases populares y de las muchas personas de clase media y alta que tiene desdén por la política, pero no por el mundo del espectáculo, son consumidoras compulsivas de las revistas del corazón y que, por supuesto, también votan. No en balde, las notas de la boda se dirigieron en buena medida a las secciones de sociales de los periódicos y a los programas televisivos y radiofónicos sobre chismes de famosos.

Lo que no vamos a encontrar en todo este idilio con final feliz es improvisación. A Angélica Rivera se le colocó dentro del imaginario colectivo en el ámbito de Peña Nieto con la promoción mediática de su gobierno; supieron dar conocer como una gran revelación el noviazgo entre esa estrella de Telenovela en el climax de su carrera con el político joven, galán, exitoso y presidenciable que tuvo el infortunio de perder a su esposa por un trágico y fulminante mal y que merece rehacer su vida. Menos aún fue improvisado el viaje al Vaticano para encontrarse con el Papa y darle a conocer su intención de contraer nupcias, acontecimiento que fue debida y profusamente difundido y que supone una labor diplomática intensa, así como el cobro de facturas por el apoyo del PRI a las legislaciones antiaborto en 18 estados del país. Importante dejar establecida la conformación de una familia modelo con la integración de los hijos de ambos cónyuges y, por supuesto, que la boda se realice por la iglesia. El lanzamiento del ramo de la novia a la multitud congregada tiene toda la pinta de ser un acto calculado para expresar cercanía con el pueblo. La boda fue pensada para tener un fuerte impacto mediático dentro de la cultura Pedro Infante. Aunque lo nieguen, fue otro acto anticipado de campaña.

No estoy afirmando que el amor sea ficticio –no podría probarlo y sería mezquino insinuarlo sin pruebas- pero sí que al menos se ha buscado sacar el mayor provecho de la situación mediante una planificada labor mercadotécnica que embona perfectamente con la estrategia de posicionamiento de Enrique Peña Nieto rumbo al 2012. No son las ideas, ni los resultados, sino la imagen que apela a los sentimientos -y que es muy bien difundida gracias a ser el favorito de la tele- lo que mantiene alta su popularidad. Las cifras de economía, empleo, inseguridad, corrupción, educación, entre otros rubros, que tiene el Estado de México dejan mucho que desear, pero la mala gestión no ha mellado las aspiraciones presidenciales del gobernador recién desposado. Todo indica que es más rentable en las encuestas entrar a la farándula del mundo del espectáculo que rendir buenas cuentas a la sociedad en un cargo público. Lástima que los problemas del país no sean de telenovela.

El momento fue también muy oportuno. Angélica Rivera no tendrá un perfil bajo como primera dama del gobernador mexiquense y podrá realizar mucha “labor social” en un año electoral en esa entidad y clave para las aspiraciones presidenciales de su marido.

La famosa Gaviota ya es un activo priísta para buscar conservar el gobierno del Estado de México y, en esa medida, para que crezcan las oportunidades de triunfo del PRI y de Peña Nieto en el 2012. En ese sentido, el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de hacer una nueva gira por esa entidad, y ya con Yeidckol Polevnsky como candidata, es, sin duda alguna, el mejor regalo de bodas que pudieron recibir Enrique y Angélica.


De paso…

Wikileaks. La filtración de más de 250 mil cables de la diplomacia norteamericana tiene al mundo entero en el morbo y la pena ajena, pues las opiniones libérrimas y, en algunos casos, excesivas de las comunicaciones entre el Departamento de Estado y las Embajadas y Consulados de ese país que se dan a conocer son muy recientes y la mayoría de los gobernantes mencionados siguen en funciones. En su mayoría no son documentos elaborados sino información bruta mezclada con prejuicios y en las que, en muchos casos, predomina la subjetividad. Sin embargo, permiten entrever las preocupaciones, filias y fobias de la administración de los Estados Unidos. La presión a la que ha sido objeto Wikileaks después de haber dado a conocer documentos sobre la guerra en Afganistán e Irak lo llevó a compartirlas con cinco periódicos occidentales de prestigio internacional que administrarán y, en algunos casos, censurarán de acuerdo a su criterio. Hay de todo. Mensajes que son verdaderos chismes y oros que dan luz sobre conflictos importantes como el de las Coreas o el de Honduras. Más de 2 mil son de México y no tardaremos en enterarnos aunque, según ha trascendido, son fundamentalmente sobre la lucha contra el narco. Es responsabilidad del gobierno de los Estados Unidos mantener secretos sus comunicados, pero al llegar a un medio de comunicación ya es un asunto de libertad de expresión y derecho a la información. Wikileaks anuncia que próximamente dará a conocer documentos confidenciales de uno o dos bancos importantes de Estados Unidos. Entiendo la molestia de la administración Obama, pero yo tomo partido por la libertad y la transparencia y confío en el buen juicio de los periódicos elegidos para no poner en riesgo la vida de nadie… Don Alejo Garza no cedió a la extorsión de la delincuencia y defendió su rancho hasta morir. Voluntariamente fue al martirio ante la evidente impunidad con la que se mueven los criminales y la impotencia, cuando no la colusión, de estos con las autoridades. La solución no es que se multipliquen los héroes como Don Alejo sino que el Estado cumpla su responsabilidad constitucional de proporcionar seguridad a las personas y a sus bienes… Gabino Cue toma posesión en Oaxaca en medio de una gran expectativa. Su triunfo fue emblemático, tanto por ser producto de una amplia alianza como por vencer al caciquismo despótico de Ulises Ruiz. El reto que tiene es lograr la transición democrática y llevar justicia a esa entidad tan rica en cultura y tradición… Lázaro Cárdenas fue un buen gobernador y puede ser el factor de unidad que requiere el PRD. Andrés Manuel López Obrador se equivocó al condicionar públicamente su apoyo a que haga lo que él quiere. Lázaro no es Leonel Cota, no es su empleado… Como coincidimos en el Congreso de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, invite al diputado Gerardo Fernández Noroña a que en lugar de hacer dos exposiciones independientes realizáramos un debate para contrastar posturas en beneficio de los estudiantes. Pudo negarse y punto, pero prefirió insultar: “No debato con pendejos”; a lo que respondí: “Pero yo sí, te invito a debatir”. Como nos encontramos en un Restaurante, la plática acabó mal, pues el diputado después de ver frustrado su intento de aventarme un plato de ensalada que estaba en mi mesa, me lazó una copa de vino con tan mal tino que le dio a Noe García, presidente del PRD estatal. Los organizadores resumieron muy bien el incidente: “Disculpa, no sabíamos que Fernández Noroña era tan salvaje”… Me siento más ligero. La semana pasada me recibí de Licenciado en Filosofía con el trabajo “Herejía, crítica y parresía” que mereció Mención Honorífica. Debo agradecer a mi asesor y amigo, Dr. Ernesto Priani, por sus consejos y el aliento para terminar el texto. También agradezco a la Dra. Paulette Dieterlen y al Dr. Gerardo de la Fuente por su lectura rigurosa y discusión inteligente en el examen… En la final, voy Santos… Síganme en twitter: @ferbelaunzaran

jueves, 11 de noviembre de 2010

LAS LECCIONES DE LULA

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Se dice que en política no hay cuentos de hadas, pero la historia del todavía presidente del Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, se le asemeja bastante. Por algo el ex bolero, ex ayudante de tintorería, ex vendedor callejero y ex obrero metalúrgico es visto hoy por la prestigiada revista Time como “el líder más influyente del mundo”. Y no es para menos. Lula termina su mandato con 85% de popularidad, con un crecimiento sostenido del 7%, con inflación y control de cambio controlados, con un mercado interno revitalizado por la inclusión de 29 millones de brasileños que salieron de la pobreza al consumo, con una democracia funcional, con la continuidad de su mandato por el triunfo de su candidata, con un reconocido liderazgo regional y mundial y, por si eso fuera poco, logró para su país la organización tanto de los Juegos Olímpicos como del Mundial de Futbol. Mejor imposible.

La izquierda es por tradición internacionalista y se traicionaría así misma si en otros países no reflexiona, analiza y aprende de la exitosa experiencia brasileña, máxime si, como sucede en el nuestro, la izquierda se muestra dividida, confrontada, desgastada, extraviada. No se trata de imitar a pie juntillas o siquiera de forzar las semejanzas para sacar recetas o dogmas que, como bien sabemos, han causado mucho daño en el pasado. Pero sí verlo como un sano paradigma del que se saquen lecciones, se comprendan procesos y se aproveche lo que sirva. Sería absurdo y contrario a esa experiencia establecer un culto a la personalidad o seguir acríticamente los pasos dados sin reparar en las diferencias, como también lo sería cerrar los ojos ante el fenómeno Lula y que la izquierda no lo use a su favor.

Las políticas específicas siempre están determinadas por circunstancias particulares, pero el sentido que tienen, si se quiere, el espíritu que las anima, rebasa a la coyuntura. Es preciso distinguir los elementos estratégicos de los accidentales. Y el punto es que Lula llegó a la presidencia y luego hizo un extraordinario papel en ella porque asumió que para lograr el cambio que él y su partido se proponían sólo sería posible si conciliaba, si podía vencer los miedos que les habían sembrado sus adversarios convenciendo, concediendo y haciendo que algunos de éstos dejaran de serlo. Aceptó pagar el costo de alejarse de los sectores ortodoxos y en lugar de cultivar un discurso de la pureza prefirió vencer prejuicios arraigados aunque eso le significara cuestionamientos de quienes se dicen radicales. Lula se arriesgó a enarbolar una izquierda moderna, retando a los atavismos.

Es importante señalar que Lula viene de la lucha sindical contra la dictadura. En 1980 encabezó un paro de cientos de miles de trabajadores durante 41 días y que por ello fue arrestado. Producto de ese movimiento nace el “Partido dos Trabalhadores”, PT –nada que ver con el que crea Salinas en México para dividir el voto de izquierda-. En 1986 Lula es diputado en el Congreso Constituyente que reinstala las elecciones universales y es postulado tres años después en las primeras después de más de dos décadas, siendo favorito hasta muy poco tiempo antes de la segunda vuelta. Fue víctima de una guerra sucia mucho descarada, ruin y sistemática. La poderosa cadena O´Globo le pegaba a todas horas sin recato, presentaron a una ex novia de Lula que aseguraba que éste la quiso obligar a abortar, lo acusaron de racista porque ella era de color, aseguraron que todos los capitales saldrían del país si ganaba, dejaron sin transporte a las zonas marginadas para que no se trasladaran los votantes a las casilla y, en el colmo de la desvergüenza, le dieron más tiempo en el debate televisado a su contrincante, Fernando Collor de Mello, que sólo así pudo ganar la contienda.

Lula lo intentó de nuevo sin éxito en 1994 y en 1998 frente a un candidato muy fuerte. Fernando Henrique Cardoso fue Ministro de Hacienda de Itamar Franco –presidente sustituto de Collor de Mello, el cual fue destituido por un escándalo de corrupción- y arquitecto del exitoso “Plan Real” que detuvo la inflación y estabilizó la moneda. En 1998, Lula ya mostraba su convicción de moderar su discurso y establecer alianzas, prueba de ello es que puso como candidato a la vicepresidencia a un socialdemócrata, Leonel de Moura Brizola, para enfrentar a otro socialdemócrata. Pero en el 2002, esa tendencia se volvió notoria y dominante. El candidato a vicepresidente fue el empresario, y antiguo adversario de Lula, José Alencar, el cual dejó establecido desde el principio que habría continuidad con las “políticas macroeconómicas” de Cardoso. Algunos dirían en México que el ex líder sindical pactó con “la mafia” para llegar a la presidencia.

En efecto, Lula mantuvo la política cambiaria, fiscal y monetaria de su antecesor, pero revolucionó la política social y supo hacer del petróleo una verdadera palanca del desarrollo. “El problema de la derecha –dijo el todavía presidente del Brasil- es que nunca piensa en el mercado interno y siempre acaba excluyendo”. Al crecer la clase media, crece también el consumo y con ello la producción. Su programa “Bolsa Familia” y la elevación del salario mínimo tuvieron un éxito rotundo en sacar a millones de brasileños de la pobreza e incentivar el mercado interno. Por su parte Petrobras no sólo ha convertido a ese país en potencia productora gracias a la explotación de pozos en aguas profundas sino que exporta tecnología. Lula supo hacer un virtuoso equilibrio entre la rectoría del Estado, el bien público y la inversión privada.

A diferencia de otros líderes de izquierda del continente y a pesar de su enorme popularidad, Lula decidió no modificar la Constitución para prolongar su estancia en el poder más allá de lo establecido. Se trata de alguien que respeta las leyes y las instituciones, que entiende que en democracia es preciso y necesario negociar. No en balde declaró que si “Jesús gobernara Brasil tendría que hacer coalición con Judas”. El estadista es el que habla.

En el plano internacional, Lula adquirió una relevancia indudable y le dio a Brasil un peso específico que nunca había tenido. Frente a los titubeos de Estados Unidos en la crisis en Honduras, el liderazgo en la región fue tomado por ese país con su oposición terminante a aceptar un golpe de Estado en América Latina. Ese momento fue clave, pues a partir de entonces la diplomacia brasileña no sólo se constituyó como el cimiento indudable de un polo regional ante el escepticismo y la molestia mal disimulada de los norteamericanos sino que adquirió un protagonismo mundial que de alguna manera recuerda el papel que llegó a jugar México entre el entonces llamado bloque de “los no alineados” y que a tenido la audacia de romper el aislamiento y la condena de Irán y su programa nuclear que buscan los Estados Unidos. Pero incluso, Lula está yendo más lejos aún y nadie toma a broma su propuesta de ser mediador en Medio Oriente. Y como es un demócrata que alienta y respeta libertades, nomás no tienen como estigmatizarlo.

Aunque todavía tiene mucho que dar, ya hay un legado valioso e indiscutible de Lula, tanto en cómo acceder al poder como en la manera de ejercerlo. La izquierda mundial, no sólo la mexicana, auque a ésta le urge, haría muy bien en tomar las debidas lecciones.


De paso…

Agandalle. La única razón por la que el IFE tiene que trabajar con dos terceras partes de sus miembros por tiempo indefinido es porque el PRI insiste en decidir el nombre de dos de las tres vacantes. Presiona con el presupuesto para tratar de convencer al PAN de dejar fuera al PRD, tal y como sucedió en el 2003 cuando se nombro al tristemente célebre Consejo General de Carlos Ugalde. Los supuestos vetos son cortinas de humo lanzadas desde la fracción priísta para diluir su responsabilidad. No son los perfiles sino la afinidad lo que les interesa. Si de verdad el PRI tiene las mayores posibilidades de ganar en 2012, entonces ese partido debiera eser el primer interesado en crear un árbitro electoral con legitimidad. Pero al parecer no están tan seguros y les gana su naturaleza… Se dio el esperado castigo a Obama y ahora los republicanos serán corresponsables de la marcha del gobierno. Al tener la mayoría en la Cámara de representantes, dicho partido pagará un costo si insiste en boicotear sistemáticamente a la administración Obama. Además, los ultraconservadores del Tea Party, gracias a sus victorias, pondrán el extremismo de derecha en el escenario, lo que espero sepa aprovechar el presidente en su búsqueda hacia la reelección… Hay que reconocer a los diputados cuando hacen bien su trabajo y las reformas al ISSSTE y al IMSS para evitar la discriminación de los matrimonios gay en todo el país fue un gran acierto. Bravo… Indignante la ejecución de los 18 turistas michoacanos en Guerrero. Faltan palabras porque ya se han dicho todas durante estos años de barbarie… El General, Brett Favre, sigue haciendo grandes partidos a sus 41 años: A pesar de las lesiones y los golpes sigue comenzando los partidos y su record parece inalcanzable. A penas el domingo en cuatro minutos anotó dos veces para ganar el partido luego en Tiempo Extra y pasar para más de 400 yardas. La verdad, le hubiera quedado también el mote de “El Gladiador”… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

jueves, 28 de octubre de 2010

BARBARIE O TERRORISMO

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Fin de semana sangriento –uno más- en el que tres decenas de jóvenes en dos masacres criminales fueron arteramente ejecutados. La atrocidad ya es parte del paisaje mexicano y la capacidad de indignación se ejercita todos los días, sea por los crímenes cometidos o sea por su consecuente impunidad. Las enfáticas condenas, los elocuentes discursos que prometen justicia, las advertencias públicas a los asesinos de que se les perseguirá con toda la fuerza del Estado, los autos de fe patrioteros para sostener que no hay otro camino que el elegido y que las vidas humanas perdidas son costos dolorosos, pero necesarios de una epopeya en la que la nación se juega su destino, pierden efectividad y ya sólo emocionan, y eso sólo en apariencia, a quienes los pronuncian. Y frente a la impotencia de las instituciones para detener las ejecuciones o consignar a los responsables, el crimen se aprovecha de la debilidad del Estado mexicano y utiliza a su favor las contradicciones de éste, haciendo política con la violencia, con las mantas, con el video, con la corrupción e incluso con el terror.

No nos enfrentamos a organizaciones agazapadas que prefieren no llamar la atención para que su negocio se lleve a cabo sin sobresaltos. Tampoco con aquellas que administran la violencia para circunscribirse a ajustes de cuentas o a dar golpes no digamos quirúrgicos sino aunque sea centrados en los intereses de sus enemigos. Tienen una clara intención de demostrar su poder de destrucción e incluso pretenden incidir en la opinión pública mediante mantas y videos. Es una delincuencia que reta exultante a la autoridad y mata prolijamente, secuestra y extorsiona sin economizar violencia y sin preocuparse por llevarse entre las patas a inocentes. Para estas bandas, los “daños colaterales”, aunado al salvajismo e impiedad notorias, son parte intrínseca de su forma de operar. Pero ¿se trata de una sed incontenible de sangre y muerte, expresión de la barbarie provocada por el rencor de una juventud que se cobra con vidas la falta de opciones en una sociedad que siente hostil, o estamos ante una estrategia que busca premeditadamente maximizar la violencia para generar inestabilidad política y terror en la población?

El asesinato indiscriminado de personas es una característica del terrorismo y eso es lo que ha venido ocurriendo con mayor frecuencia en diversas acciones del crimen organizado asociado al narco. El punto es dilucidar si tales actos asociados al terrorismo persiguen un fin o si las masacres y muestras de patente salvajismo son solamente producto de la irracionalidad de quienes gozan de enorme poder de fuego e impunidad, del simple gozo de matar por matar. Me inclino por la primera opción, pues la intención manifiesta de diversos cárteles de incidir a su favor en la opinión pública culpando a sus rivales y a los gobiernos de connivencia en lo que podríamos llamar, en sus códigos, “prácticas desleales” denotan intereses políticos y un conocimiento que saben usar a su favor: la división y confrontación en el sistema de partidos, enrarecimiento del ambiente político y la debilidad y corrupción de las instituciones. El enemigo está también dentro.

Con los hechos atroces sucedidos resalta y adquiere apremio una verdad sostenida por toda la evidencia disponible: la estrategia de combate al narco de Calderón es un fracaso. En esta cruzada que ya rebasó los 30 mil muertos, el presidente va solo y asume los réditos -“el valiente”-, pero también los costos: “está rebasado y se le salió ‘su guerra’ de control”. Y lo peor de todo es la continuidad de un proceso constante de descomposición institucional por la penetración del narco y la jactancia con la que éste comete sus fechorías, siempre con notoria impunidad. Cada evento de desbocada violencia mina la fuerza del presidente y hace crecer las voces que exigen un cambio de estrategia a sabiendas de que Felipe Calderón tiene decidido mantenerla hasta la ignominia. El terror usado por el narco agudiza las contradicciones en el seno de la clase política y pone a las autoridades a la defensiva.

Ante ello, el gobierno no puede decir simplemente que todos nos sumemos a una estrategia fallida que no disminuye ni el consumo ni el tráfico de drogas, pero que en cambio sí ha elevado los niveles de violencia hasta grados inimaginables y convertido en materia de disputa sangrienta con el Estado y con otras bandas el control de zonas importantes de la república. Si Felipe Calderón insiste en no replantear su estrategia para que ésta sea un elemento de cohesión nacional contra el enemigo común, entonces irá solo hasta el final de esa aventura mal planeada desde un inicio.

El asunto es muy serio y riesgoso como para decidirse en desplantes de machismo político que creen ver debilidad frente a cualquier tipo de rectificación. Regular producción, distribución, venta y consumo de drogas no resolverá el problema de la noche a la mañana, pero sin duda puede ser parte de la solución si se le acompaña con una política integral que se centre en disminuir el consumo, prevenir adicciones y atender a los adictos. Se trata de apostar a la educación como instrumento para ejercer responsablemente la libertad en lugar de la lógica punitiva y represiva que hoy domina. Disminuir los recursos económicos de los cárteles es condición indispensable para que el Estado los enfrente con éxito

El terrorismo es ya un expediente abierto por el narco en México. Sería conveniente que, como sucede en España, la sociedad manifieste a lo largo y ancho del país, sin distinción de partidos, su repudio a la barbarie y al terror.

De paso…

Kichner: Murió prematuramente una de los políticos más significativos de América Latina en la última década, hombre fuerte de la Argentina y candidato pintado para regresar a la presidencia. Un mandatario que asumió la responsabilidad de gobernar en el peor momento de la crisis económica argentina y salió airoso, razón por la cual se le reconoce en su país y fuera de éste. Sin duda, una dolorosa pérdida para su pueblo y para Latinoamérica… Oportuno y apremiante llamado a la unidad de la izquierda hizo el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en el aniversario del fallecimiento del General. Por responsabilidad, todos los actores de ese signo deben manifestar su disposición a concretarlo, con independencia de las divergencias electorales de coyuntura… En Estados Unidos se acercan las elecciones de mitad de periodo, las cuales determinaran en cierta medida la política de Obama en los siguientes años. Ojalá los norteamericanos hayan percibido el papel destructivo que por consigna ha jugado el Partido Republicano en los últimos dos años y no los premie a pesar del no cumplimiento de importantes expectativas… California podría ser el primer estado de la Unión Americana en legalizar la marihuana. Si eso se logra se vendrá una presión importante para que el gobierno mexicano modifique la lógica punitiva que prevalece en el país… Los Rangers eliminaron a los favoritos Yankees y se enfrentan en la Serie Mundial a los Gigantes de San Francisco. Si bien me alegró el desempeño del equipo texano en la Serie de Campeonato, voy con el equipo californiano… Sígueme en Twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 13 de octubre de 2010

IZQUIERDA MODERNA

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

La autocrítica es valiosa si hay capacidad de rectificar. Esa corrección del rumbo hace pertinente separar etapas, resaltar las diferencias entre un antes y un después. No se trata de empezar de cero. Por el contrario, parte de reconocerse en el pasado, de identificar con claridad al referente primordial que le da sentido al inicio del nuevo momento, que lo liga con un ser preexistente, con su historia, con su tradición, con su carga ideológica e incluso mítica, pero que a la vez hace un deslinde notorio y meridiano con lo que ya no puede o no quiere seguir siendo. La expresión “izquierda moderna” reclama contenido y justificación, pero de entrada vislumbra permanencia y cambio, continuidad y ruptura, raíz y movimiento. Lo fundamental no es llamarse actual sino remarcar la diferencia. El primer término afirma identidad y el segundo hace distinción con algo, más que caduco o extemporáneo –la historia es caprichosa y está visto que en ella puede revivir lo que se creía desahuciado-, que debiera resultar indefendible y hasta vergonzoso para quienes luchan por transformar al mundo con ideas de democracia, justicia y libertad, es decir, para los que se asumen de izquierda.

El concepto “izquierda moderna” nace de una autocrítica indispensable, de la toma de conciencia del error, de la impostura, de la desviación que significaron el estalinismo y el establecimiento del llamado “socialismo real”; del cultivo de antivalores nugatorios de los ideales emancipatorios; de la contradicción entre fines y medios; de la incongruencia al sostener una práctica que no se corresponde con la propaganda que se hace de sí misma. La “izquierda moderna” es la reacción ante el fracaso de un experimento perverso que deformó el rostro y las entrañas de un proyecto que en realidad era su opuesto. Es en ese sentido que una izquierda moderna debe buscar no sólo innovar sino también retomar el camino extraviado.

El tamaño del acontecimiento simbolizado inmejorablemente con la caída del Muro de Berlín no era para menos. Dictaduras burocráticas que se construyeron sobre los anhelos y la sangre de millones que pelearon por libertad y justicia caían desmoronadas. Una Era geopolítica llegaba a su fin. Las críticas necesarias a esos regímenes pervertidos fueron consuetudinariamente acalladas en amplios sectores “progresistas” bajo el argumento de “no hacerle el juego al Imperialismo”. La izquierda debía revisarse, incluso aquella que se había deslindado y denunciado la impostura.

Quedó claro que cuando en nombre de la justicia se sacrifica la democracia y las libertades, tampoco se obtiene aquella. El autoritarismo “de izquierda” no sólo es aberración sino una imposibilidad. La izquierda es democrática o no es. El estatismo que incuba burocracias como un estamento privilegiado –“hay unos más iguales que otros” (Orwell)- ya no puede ser paradigma. Entre las grandes corporaciones y el Estado propietario existe una tercera opción que puede coexistir con la propiedad privada y la estatal: la propiedad social.

El culto a la personalidad promovió los peores despotismos, no sólo en los países que se reivindicaban comunistas sino también en los regímenes de corte nacionalista encabezados por caudillos que fueron respaldados acríticamente por sectores de la izquierda. Al igual que en el estalinismo, en este tipo de Estados la disidencia no se tolera y cultiva el sometimiento absoluto al hombre fuerte. Por eso, la izquierda moderna se plantea ser congruente con su convicción democrática y libertaria y por eso promueve contrapesos y equilibrios institucionales, oponiéndose a la concentración del poder. Busca complementar la democracia representativa con mecanismos de participación ciudadana, pero no cae en el error bolchevique de pensar que éstos pueden suplir a aquella.

La izquierda moderna entiende que la redistribución de la riqueza para generar justicia social requiere no sólo de una eficiente recaudación fiscal y de programas eficientes de seguridad y asistencia social sino también de fomentar el crecimiento económico, fomentando la inversión pública, privada y trasnacional. Como lo fundamental es mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos no es esclavo de los mitos y se atreve a pensar en voz alta soluciones inovadoras, aún a riesgo de sufrir el estigma de los perros guardianes de la fe y la ortodoxia.

Para decirlo claro, la izquierda moderna no acepta ninguna forma de “pensamiento único”. Acepta la crítica y la autocrítica y entiende que la discrepancia es sana e indispensable en el partido y en la sociedad. Por eso no se calla ante supuestas “autoridades morales” o poderes fácticos y considera inadmisible la intolerancia frente al disidente o al distinto y se opone fervientemente a cualquier forma de discriminación. Es promotora de derechos civiles y políticos y busca incluir a las minorías, respetando sus diferencias.

La izquierda moderna se reencuentra con su pasado remoto al reivindicar la libertad y luchar por profundizarla y hacerla realidad para todos los seres humanos. En ese sentido entiende que hay condiciones materiales y culturales que deben extenderse al conjunto de la población para que sus miembros tengan opciones y puedan considerarse libres.

En América Latina, el exponente más notorio de una izquierda moderna es, sin duda, el todavía presidente de Brasil: Lula

Es verdad que no porque una izquierda se asuma como “moderna” lo es. Hay inercias culturales difíciles de revertir. Pero es un avance decir lo que se piensa y quiere para que a la luz de ese parámetro medir y ser medido, y que eso sirva para saber si hay acercamiento o alejamiento de la meta elegida. Y por supuesto, es fundamental combatir resabios como es el poder autoritario y caprichoso de los caudillos, así como de los vicios que provoca, tales como la incondicionalidad al líder, los linchamientos morales a los críticos, las verdades absolutas que así se certifican ellas mismas, la utilización vulgar y demagógica de “El Pueblo” para buscar prevalecer y amagar a los adversarios, etc.

No entiendo el intento de mofa que Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores hacen reiteradamente sobre la izquierda moderna. Aunque el origen del tabasqueño no es una organización de izquierda sino el PRI, le reconozco todo el derecho para opinar y tratar de convencer sobre el tema. Sin embargo, no le conozco una sola crítica seria sobre el tema y se queda en el chistorete y el sarcasmo barato. Es evidente que busca defender una tradición, pero no nos dice cuál ni por qué. Si la respuesta la vamos a encontrar en su práctica, la cual revive no pocos elementos del caudillismo latinoamericano, pues entonces, con mayor razón, se hace necesaria esa izquierda moderna que reivindique frente a esas desviaciones la democracia, la inclusión y la tolerancia. Me rehúso a pensar que el motivo de su sorna sea que la noticia de la caída del Muro todavía no llega a Macuspana.

De paso:

Don Adolfo. El pasado 17 de septiembre, un día después de la conmemoración del Bicentenario, cumplió 95 años el eminente filósofo marxista del Exilio Español, Adolfo Sánchez Vázquez. Sus críticas al “socialismo real” y la lucidez con la que defiende la necesidad y posibilidad de transformar al mundo hacen de él un pensador actual y apasionante y, sin duda, indispensable para una izquierda perdida en disputas sectarias y mezquinas. A pesar del retraso, felicidades querido y admirado Maestro!!!... Merecido premio Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa. Sus novelas son realmente excepcionales. Si me tuviera que quedar con alguna, elegiría “La guerra del fin del mundo”… El mundo se conmovió con razón por el rescate de los mineros en Chile. 33 historias entrañables en un drama humano con final feliz y una metáfora existencial que no puede dejar de sacudirnos: el volver a nacer… El Consejo Estatal del PRD en Estado de México aprobó por clara mayoría calificada (193-88) la exploración sobre una alianza que pueda incluir al PAN para enfrentar al delfín de Enrique Peña Nieto el próximo año. Esa posibilidad es precisamente lo que ha tratado de evitar el gobernador mexiquense por todos los medios a su alcance, primero negociando el incremento al IVA con el gobierno panista y luego modificando la ley para complicarla. Pero de manera inexplicable, quien parece ser su adversario, Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en el principal activista a favor de su misma causa: evitar la alianza. Es aún más sorpresivo si se toma en cuenta que en Oaxaca, si bien AMLO desautorizó la coalición con la palabra, lo cierto es que no la obstruyó y permitió que el PT se sumara a ella. Lo peor de todo es que sin buscar el diálogo con la dirección de su partido o siquiera asistir a exponer y a debatir su posición en contra de la alianza en el Consejo Estatal, López Obrador optó por amenazar a ese órgano con sacar a otro candidato a través del PT si, como sucedió, votara a favor de buscar el acuerdo con el PAN para enfrentar a la poderosa maquinaria del Grupo Atlacomulco que no cabe de contento con los “principios” del ex jefe de Gobierno… La Selección Mexicana está haciendo un papelón. Si lo que se pretende es llevar a cabo el necesario “control de daños”, la verdad es que están haciendo todo por seguir escalando el problema… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

martes, 28 de septiembre de 2010

AMLO Y PEÑA NIETO

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Bajo el ropaje de la pureza suelen esconderse los motivos más mezquinos. Cuando un político atenta contra la consecución de sus objetivos explícitos no necesariamente es porque haya perdido la razón, esté cegado por un afán de venganza, se haya corrompido o, menos aún, sus “principios” lo lleven al sacrificio. El poder es la lógica de la política y ahí es donde tenemos que buscar la racionalidad de su actuación. Si lo que hace lo aleja de lo que se supone debe estar buscando es muy probable que sea porque en realidad quiere otra cosa, porque su prioridad es distinta a la que creemos, o bien, a la que quiere hacernos creer que tiene.

Andrés Manuel López Obrador sabe, como todo el mundo, que beneficia a Enrique Peña Nieto –potencial y aventajado rival en el 2012- con su empeño rabioso y vehemente por reventar la alianza que, está visto, tanto teme el político mexiquense. ¿Por qué ayudar al adversario más fuerte? ¿Por qué servir a que éste finalmente consiga aquello que ha buscado con tal ahínco que no ha tenido empacho en exhibirse como un gobernante faccioso, autoritario y manipulador de las instituciones con tal de conseguirlo? ¿Por qué llegar incluso a amenazar con la ruptura definitiva de la izquierda si el PRD le asesta el golpe donde más le duele a quien él mismo denuncia como “candidato de la mafia”? ¿Será un acto de “principismo”, tal y como creen los devotos para consolarse y alimentar su pretendida superioridad moral? ¿O se trata de una posición que responde a un frío cálculo de sus posibilidades? La respuesta no está en la máscara sino en lo que ella esconde.

Aunque arrebatado y visceral, AMLO es un político consistente y es preciso encontrar la coherencia de sus actuaciones. No es un discurso, no es un programa, no es una moral la que se lo da. Eso hay que buscarlo, en primer término y como todo buen politólogo sabe, en su interés. El proyecto político siempre se entrelaza al proyecto personal, pero en el caso de López Obrador la unidad entre uno y otro es total. El proyecto de AMLO no es otro que sí mismo. Definitivamente busca cambiar el país, no hay duda de que pretende que se le proporcione algo o mucho de justicia a un pueblo ávido de ella y de seguro es enemigo de los privilegios que ofenden a muchos mexicanos; pero no quiere, no le basta, no le interesa si no es él quien lo lleva a cabo. Tener ese lugar en la historia es la ambición que lo mueve y a la que todo subordina. Que alguien más esté “mejor posicionado” y tenga más posibilidades de ganar, o bien que se abra otro camino para conseguir los cambios anhelados no ha sido, no es, ni será razón para que mude de opinión y, como dice la experiencia, hará lo que pueda para evitar cualquier alternativa que signifique desempeñar un papel distinto al de “Salvador de la Patria”.

Cuando terminó la controvertida calificación legal de la elección presidencial, López Obrador tuvo la opción de utilizar la gran fuerza política y moral que tenía en ese entonces para reformar al país, para poner su agenda por delante, aprovechar las fuertes bancadas de la izquierda y la imperiosa necesidad de legitimación de Felipe Calderón para lograr transformaciones importantes en el país; pero, aún a costa de su popularidad y aceptación en las clases medias, prefirió apostar por la descomposición y eventual colapso del régimen, precisamente porque resurgir sobre las cenizas de los que le ganaron a la mala –“haiga sido como haiga sido”- era el episodio a la altura de la visión mesiánica que tiene de sí mismo. Por eso rechazó la reforma electoral que molesto de sobremanera a los medios electrónicos al suprimir la compra de propaganda política y electoral – lo que por cierto le ha permitido estar permanentemente en spots durante estos años- y poco le importó hacer causa común en eso con Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula, el Consejo Coordinador Empresarial y otros consorcios más que él ubica dentro de “la mafia que le robó la presidencia”. También por eso pidió a senadores y diputados rechazar otras leyes y reformas aunque coincidieran con los planteamientos de la izquierda porque “ya las llevarían a cabo cuando esté en la presidencia”. Como es evidente, su estrategia no funcionó, tuvo un agudo desgaste que se expresa no sólo en su caída en las preferencias electorales sino también en el elevado voto negativo que hoy carga, lo que, además de dejarlo sin posibilidades reales para ganar el 2012, posibilitó el resurgimiento del PRI. De todo ello, aunque no lo parezca, es absolutamente consciente Andrés Manuel; razón por la cual no es su prioridad detener a Enrique Peña Nieto.

AMLO se está ocupando de lo que puede ganar y eso es la hegemonía en la izquierda política, lo cual le permitiría perdurar después de la elección presidencial. Como en el 2012 no tiene posibilidades, está pensando es mantenerse vigente y trabajar para la siguiente en mejores condiciones. La salida del PAN en el gobierno le da pie para cambiar su estrategia opositora en el presente sexenio y jugar un papel constructivo y pragmático, similar al que desempeñó siendo presidente del PRD en tiempos de Ernesto Zedillo, con la esperanza de recuperar la confianza de las clases medias que su extremismo post 2006 alejó. López Obrador está empeñado en ser candidato presidencial no porque crea que puede ganar el 2012 sino porque lo necesita para establecerse como referente dominante e indiscutido de la izquierda, para convertirse en el factotum de sus decisiones futuras. Por eso es que se ha planteado como obsesión destruir, al margen de sus villanos discursivos y espectrales, a “los chuchos” y grupos que los acompañen. Desde el 2008, López Obrador se ha concentrado en la lucha interna.

Las mismas encuestas que demuestran su imposibilidad de aspirar en serio a conseguir la presidencia de la república, arrojan luz de donde está su fuerza: en el voto duro perredista. No es nueva su intención de recobrar el control del PRD. Después de que se reconoció legalmente la victoria de Jesús Ortega, con la misma lógica que uso con el país, jugó y contribuyó para la debacle de su partido –para luego “salvarlo”, por supuesto-, al grado de apoyar a candidatos de otras organizaciones en el 2009. Este año declaró, antes de las elecciones de julio, que el PRI se llevaría “carro completo”. Para su sorpresa, las alianzas funcionaron y la dirección perredista salió fortalecida. De ahí su cambio de táctica. Ahora no se contenta con cuestionar o lavarse las manos, sino que hace abierto activismo para descarrilar la posibilidad de alianza en el Estado de México a pesar del costo que está pagando por hacerle el favor a Peña Nieto y perfilar incluso la postulación de un candidato esquirol bajo las siglas del PT.

López Obrador alega que “por dignidad” no se puede hacer alianza con “quien le robó la presidencia”. Un lapsus que permite ver su rostro detrás de la máscara. Hay una afrenta personal y hay que saldar cuentas por los agravios que le cometieron y, yo añadiría, nos cometieron a muchos. Pero anclarse en el pasado para buscar satisfacciones subordina lo esencial a lo secundario. ¿Y el país? ¿Y el Estado de México? ¿Y los mexicanos y mexiquenses? Detrás de la imagen de “Santo laico”, del Tartufo tropical, se esconde el peor de los pragmatismos.

De paso…

Michoacanazo. La manipulación de la justicia por motivos políticos y electorales asesta un duro golpe a la de por sí devaluada credibilidad en las instituciones que deben procurarla. El tristemente célebre “michoacanazo” fue un burdo acto de campaña para favorecer al partido en el gobierno. Felipe Calderón ordenó un operativo sin sustento y mal hecho para desprestigiar al PRD en Michoacán previo a las elecciones del 2009. El tiro le salió por la culata, no sólo porque el perredismo ganó de calle las elecciones en ese estado sino porque ya salieron libres 35 de 36 implicados. Tremendo fracaso que exhibe el uso faccioso de quienes debieran defender a la sociedad en estos momentos aciagos… El fuero de los legisladores ofende con razón a la sociedad porque en múltiples ocasiones se ha utilizado como privilegio inadmisible y fuente de impunidad. Sin embargo, considero que ese no es el caso de Julio Cesar Godoy, pues todo indica que existe una persecución política en su contra. Ha ganado cinco juicios contra igual número de órdenes de aprehensión levantadas en estados diferentes por la PGR. A él también lo acusaron con el “michoacanazo” y, como se ha demostrado, las acusaciones de ese triste episodio se han caído. En virtud de la presunción de inocencia -“nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario”- un juez le reconoció el goce de sus derechos políticos, por lo que se actuó con apego a Derecho. Además, Godoy se comprometió a acudir a la procuraduría a hacer frente a los señalamientos que haya en su contra a pesar del fuero y no se opone a que se inicie el procedimiento de desafuero para que él pueda defenderse. Sin embargo, existe tan mal fama de los legisladores –en buena medida bien ganada- que parece misión imposible que cualquiera de ellos no sea condenado de antemano… Una duda: ¿Por qué si AMLO es tan puro y se asume como guardián de la castidad ideológica, no ha dicho nada sobre Guerrero?... El asesinato de Presidentes Municipales es gravísimo. Que el Estado no puede garantizar la seguridad de las autoridades de la república es un síntoma incontrovertible del tamaño de la descomposición y de la crisis institucional que hoy existe. Es imperativo cambiar de estrategia en el combate al narcotráfico, no para someterse o pactar con ellos, sino para enfrentarlos de forma más eficaz y contener de mejor manera la violencia. En California están apunto de legalizar completamente la marihuana que es la sustancia que genera mayores ganancias a los cárteles de la droga. Es urgente plantear ese posibilidad en serio en nuestro país, al margen de prejuicios y obstinaciones, como parte de una nueva estrategia integral y asumida por el conjunto del Estado mexicano… Indispensable ayudar a Veracruz, Tamaulipas, Chiapas y Oaxaca. ¿Todavía queda alguien que opine que el cambio climático es una quimera?... Gran escándalo por fiesta trascendida de la selección mexicana. Un mal manejo del problema, la falta de una estrategia de control de daños y la patética forma, llena de hipocresía, de como reaccionó la Federación Mexicana de Futbol convirtieron la lluvia en huracán. Debe respetarse la vida privada de los jugadores y dejar a un lado la doble moral que sirvió para estigmatizar a los seleccionados. Todos salieron embarrado. La moraleja es juangabrielera: ¿Pero, qué necesidad, para qué tanto problema?... Eso sí, el Fabiruchis ya tiene quien lo acompañe en los chistes, en virtud de la forma poco gloriosa en que un trasvesti hizo historia en el balompié mexicano… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 22 de septiembre de 2010

100 AÑOS DE LA UNAM

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

México celebra 100 años de su universidad reabierta. Decisión acertada de las postrimerías del Porfiriato que tuvo duras pruebas y supo funcionar y resistir durante sus primeros años, incluso décadas, en circunstancias difíciles y adversas. Es heredera, por supuesto, de la primera del continente americano, “La Real Universidad de México”, que luego sería Pontificia. Aunque su cédula de creación es de cuatro meses posterior a la de San Marcos –12 de mayo y 21 de septiembre de 1551, respectivamente- sus cursos comenzaron años antes que la limeña. Sus puertas fueron cerradas y abiertas intermitentemente en el convulso siglo XIX durante los conflictos entre liberales y conservadores –era bastión político de estos últimos-, siendo durante la intervención francesa la última vez en ese siglo que abrió y también que cerró –fruto de la contradicción de un Partido Conservador que trajo a gobernar a un Emperador liberal.

Siendo Ministro de Educación Pública, el notable tribuno y conocido intelectual positivista, Justo Sierra, fue el promotor más visible de volver a instaurar la universidad de la nación. Porfirio Diaz publica el decreto con fecha del 24 de septiembre de 1810 de la “Ley Constitutiva de la Universidad Nacional de México”, la cual en su artículo 2º indica: “La Universidad quedará constituida por la reunión de las Escuelas Nacionales Preparatoria, de Jurisprudencia, de Medicina, de Ingenieros, de Bellas Artes (en lo concerniente a la enseñanza de la arquitectura) y de Altos Estudios… El gobierno federal podrá poner bajo la dependencia de la Universidad otros institutos superiores, y dependerán también de la misma los que ésta funde con sus recursos propios , previa aprobación del Ejecutivo, o aquellos cuya incorporación acepte, mediante los requisitos especificados en los reglamentos” (Tomado de “Una historia de la Universidad de México y sus problemas”, de Jesús Silva Herzog –el abuelo)

Como se sabe, la autonomía se consiguió hasta 1929 por un movimiento que no se lo había planteado y que incluso el gobierno de ese entonces lo veía más como un castigo que como una medida que ayudaría, como la ha hecho de manera notable, al desarrollo académico. Hay que recordar que los jóvenes dirigentes de ese entonces estaban ligados al vasconcelismo que osó disputar electoralmente la conducción del país al recién inaugurado partido oficial y en plano maximato. La confrontación con los “gobiernos de la revolución” se recrudecería al grado de que 1933 se expide una Ley orgánica en la que se comprometía el gobierno federal a darle 10 millones de pesos a la universidad y desentenderse por completo de ella.

La raíz del conflicto tiene importancia en la medida que no se circunscribe a ese momento sino que ha estado presente a lo largo de su historia. Más allá de conflictos estudiantiles que en esas primeras décadas tuvieran al gobierno universitario con mucha inestabilidad, el punto de quiebre siempre ha estado en otra parte: lo incómodo que le resulta a un gobierno con pretensiones hegemonizadoras la libertad de pensamiento, el no poder controlar la educación. Sin embargo, ese libre pensar, investigar, enseñar, esa pluralidad que forma parte de su esencia, es lo que ha hecho de la UNAM el gran centro cultural e intelectual de América Latina que hoy es.

Algo fundamental en la historia de la Universidad de la Nación es su generosidad que le ha rendido frutos de sobra. El exilio español encontró en sus aulas el refugio ideal para desarrollar y comunicar sus conocimientos e ideas. Hay un antes y un después de la llegada de estos hombres y mujeres que con la desgracia nacional y, en muchos casos, familias, a cuestas tuvieron que rehacer sus vidas al otro lado del océano. Otros perseguidos de otras tierras también han sido acogidos, los cuales han compartido sus saberes para beneficio de México. Merecen mención especial los perseguidos por las dictaduras del continente. En un país con gobierno autoritario, la UNAM ha sabido ser oasis del libre pensar y eso es, reitero, el fundamento de su éxito y la trascendencia de su obra.

Un rector excepcional, Javier Barros Sierra, defendió la autonomía universitaria y supo expresar con dignidad el valor de los derechos y libertades conculcadas por un régimen que en excesos criminalizó a los jóvenes. La comunidad universitaria cerró filas con él escribiendo una página gloriosa e imprescindible para entender la lucha por la democracia en México. La absurda, aberrante y trágica masacre de Tlatelolco fue una derrota moral del viejo régimen, mientras que los estudiantes se convirtieron en factor de cambio y esperanza de un país distinto. El 68 fue el inicio del fin del viejo régimen y la UNAM se hizo presente en la difícil, ardua y compleja lucha por la transición.

Es verdad que la “Ley orgánica de 1945” que le dio estabilidad durante décadas a la UNAM ya está rebasada en los hechos y esa es una de las razones que explican los conflictos posteriores que ha vivido. Está pendiente su necesaria democratización, pues el peso de la burocracia suele mediatizar en cierta medida a la academia. Espero que pronto logre tener una legislación más acorde con los tiempos, pero que de ninguna manera esa carencia puede empañar la merecida celebración para una institución entrañable que, como pocas, es punto de unión y encuentro entre los mexicanos. La UNAM es de todos.

No puedo sino sentirme emocionado por los cien años de mi universidad a la que le debo tanto. Goce y soy beneficiario de la libertad que ahí se respira; de los excelentes maestros que propician la reflexión y el debate; del crisol de pensamientos diversos que se manifiestan sin cortapisas; del contacto con personas de muchos lugares, clases distintas, historias contrastantes; de sus instalaciones majestuosas, de las islas lúdicas, de los jardines románticos, del deporte, de la política, de la rebeldía, de la oportunidad de hacerme a mí mismo. Por eso, no puedo en estos 100 años sino cantar “cómo no te voy a querer…” y desgarrarme la garganta con el “Goya…

miércoles, 15 de septiembre de 2010

BICENTENARIO

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

México duele a 200 años de la arenga del cura Hidalgo que cada año congrega a millones de mexicanos en infinidad de plazas públicas a lo largo y ancho del país. Esa no es razón para dejar de celebrar el acontecimiento. Es una fiesta popular, cívica, patriótica que da identidad y que recuerda que se tuvo que luchar para lograr la independencia. Al contrario, nos debiera provocar mucho más que las necesarias, pero efímeras, ceremonias simbólicas, remembranzas históricas o el “grito” apoteósico de una noche inolvidable. Pareciera ser un buen momento para rastrear nuestros pasos, profanar la historia de bronce, humanizar a nuestros héroes, aprender de aciertos y errores y repensar el rumbo de la Nación. Sin embargo, no parece haber capacidad para sobrepasar la coyuntura y las rencillas de facción, pera levantar la mirada por encima de la descarnada lucha por el poder y tener una vista panorámica que podamos compartir para divisar la cielo claro tras la tormenta que amenaza mucho de lo que tenemos por valioso y aún nos queda. Es en ese sentido que el bicentenario parece ser una oportunidad perdida.

En la Nueva España predominaba una oprobiosa desigualdad y el sistema otorgaba sinnúmero de privilegios a un sector pequeño, pero hegemónico; en el México de nuestros días sucede lo mismo. Hablo de un problema que trasciende por mucho a un partido o a un gobierno, aunque haya diferencias entre estos y existan opciones que pongan mayor énfasis en combatir esa situación u otras que dependan más de los grupos favorecidos por el status quo. Es un asunto estructural. Y si a eso le añadimos la descomposición generada por la violencia desbordada, la disfuncionalidad de un régimen político contradictorio y escindido entre un pasado que no alcanza a irse y una promesa democrática que no tiene visos de cumplirse.

Si algo debimos haber aprendido tras nuestras largas guerras de revolución e independencia es que tenemos que ser capaces de cambiar sin violencia, pero nadie quiere ceder tan siquiera un poco en afectar sus intereses particulares a favor de construir un México más equilibrado. Nadie renuncia a perder un centímetro en sus privilegios. Pero eso sí, todos exigen que se haga la voluntad de Dios “en los bueyes de mi compadre”.

Es evidente que nuestro país no podrá seguir así mucho tiempo. Pero lo apremiante, lo impostergable, lo absoluto, es ganar la próxima elección que, por desgracia, nunca es un punto de partida sino tan sólo la continuación de un procesos perverso en el que resulta más redituable obstruir que construir. Frente a ello han resurgido los nostálgicos del pasado autoritario que planean revivir al muerto y regresarle al presidente los hilos perdidos de sus facultades metaconstitucionales. Esa sería una derrota cultural e histórica de la generación de la transición. ¿No sería mucho mejor avanzar hacia una democracia funcional propiciando estructuralmente los gobiernos de coalición que generen mayorías estables en los Congresos legislativos?

Por supuesto, eso implica un esquema que obligue a compartir el poder y no a concentrarlo, y eso es lo que no se acepta porque en la discrecionalidad del gobernante se amparan negocios, favores, prebendas. De ese presidencialismo autoritario se han cobijado las cuatro lacras que han acompañado a nuestra historia a lo largo de estos 200 años: autoritarismo, injusticia, corrupción e impunidad.

El movimiento de independencia fue contradictorio, discontinuo y paradójico. Precursores importantes que se oponen frenéticamente a los insurrectos; caudillos que se lanzan a la independencia en defensa de la tradición; la religión que se blande de uno y otro lado; las ideas ilustradas, francesas o gaditanas, que se abren paso tardíamente y a trompicones y que son vistas con recelo por los mismos insurgentes; la lucha contra los privilegios, los estamentos, las canonjías, la discriminación jurídica, que respondían al anhelo de igualdad y que fueron la primera y más fuerte expresión de la insurrección, antes aún de plantear una alternativa social; los ejércitos populares derrotados; la intelectualidad criolla a veces paralela y a veces convergente o divergente del movimiento popular; consumadores de la independencia que se opusieron con saña a ella; y el triunfo efímero e ilusorio de los liberales ilustrados un par de años después, pues se instaló un largo periodo de inestabilidad en el país.

Ver la historia en su complejidad, humanizar a nuestros héroes, no perder la mirada crítica nos puede ayudar mucho a encontrarnos y responder de mejor manera a estos tiempos difíciles con una proyección a futuro viable e incluyente de nuestra diversidad, sabiendo de las contradicciones que siempre nos han acompañado. Quizás, aunque suene utópico, la respuesta esté en la inédita idea de cooperar en lugar de prevalecer sobre el resto.

A pesar de problemas y agobios, vale la pena celebrar nuestra independencia. Las fiestas son para gozarse; que ésta no sea la excepción. Ojalá que aún podamos rescatar la posibilidad de la reflexión profunda y la mirada panorámica de nuestro pasado y presente para construir un futuro mejor en una circunstancia complicada, pero no veo voluntad ni responsabilidad en los principales actores políticos y económicos para propiciarla. De cualquier manera, hoy recordemos a nuestros héroes. Mis respetos para todos, pero permítase hacer énfasis en mi favorito: Francisco Javier Mina, el gran liberal español que luchó hasta la muerte por sus ideales, los cuales identificó con la lucha de independencia de lo que era una colonia de su propio país.

En fin, ¡Viva México, cabrones!!


De paso…

Miedo. Enrique Peña Nieto, como nadie, nos recordó los viejos tiempos. De manera vergonzante, a través del PVEM, mando una iniciativa de ley que fue aprobada en “fast track” que elimina las candidaturas comunes y les quita recursos a los partidos coaligados en el Estado de México. La misma reforma que realizó Carlos Salinas. El gobernador legisla con dedicatoria clara y se muestra abanicado frente a la posibilidad de la alianza. “Cuando veas los bigotes de Ulises cortar, pon tu copete a remojar”… El golpismo en el PRD fracasó estrepitosamente. Se expresó una clara mayoría del Consejo Nacional perredista en respaldo a la línea política de la dirección encabezada por Jesús Ortega. Es una lástima que el bejaranismo haya usado métodos porriles para interrumpir el evento tras perder todas las votaciones, pero es evidente que tendrán que avenirse a un acuerdo, pues la legalidad y los votos están de lado del actual presidente del partido. El punto fino es que Andrés Manuel López Obrador se persuada de que no puede exterminar a sus adversarios internos y que es mejor para él y para todos que abone a la unidad de la izquierda… lamentable que AMLO haya utilizado el término “traidor” para referirse a los que buscan construir la gran alianza en el Estado de México. Ese no es lenguaje de un líder político que busca ser alternativa para el país sino de jefe de un grupo sectario y fanatizado. Espero que rectifique, que sea conciliador con los que pretende unificar y que su oposición a la alianza no sea aprovechada por el gobernador del Estado de México para financiar equipos que en nombre de “la pureza” ataquen a los aliancistas. Es decir, espero que López Obrador, en uso de sus legítimos derechos, pelee por la candidatura de la izquierda sin pavimentarle el camino hacia Los Pinos a Enrique Peña Nieto… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 8 de septiembre de 2010

EL FACTOR PEÑA NIETO

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Dicen que la televisión puede hacer de cualquiera un artista y, por lo visto, también un presidente. Quizás Enrique Peña Nieto sea un político con sustancia, ideas, liderazgo, visión de Estado, pero lo cierto es que eso nos es desconocido. Ha tenido, es verdad, algunos buenos resultados, pero también fallas. La entidad que gobierna muestra avances muy publicitados, mientras que sus rezagos y deficiencias, si bien no están ocultos, son opacados por la imagen aplastante de un personaje idealizado que aparenta ser la negación misma de los intereses que su trayectoria, afinidades y padrinazgos nos dice que representa: grupo Atlacomulco, el partido del viejo régimen, Montiel, Salinas, poderes fácticos, etc. Le ha servido más “fotografiar bien” que resolver problemas.

La popularidad de Peña Nieto no se debe a sus logros como gobernante, a su liderazgo político, a su historia o a sus planteamientos. Es una figura exitosa no por lo que hecho como político sino por lo que de él se ha proyectado como persona, como hombre trágicamente viudo que busca rehacer su vida y se preocupa por cumplir con su trabajo, con la gente con la que se comprometió y con su familia lastimada por la fatalidad de una pérdida irreparable. Busca la empatía no la convicción. Es el cuento de hadas que se quiere con final feliz y que cuenta incluso con su protagonista de telenovela; y es a la vez el melodrama de luchar contra la adversidad sin desfallecer, ese que recuerda a Pepe el Toro luchando por justicia, sufriendo por el Torito y unido a su Chorreada

La desconfianza me surge más que por lo que Peña Nieto haya hecho o dejado de hacer, por lo mucho que de él se desconoce. No es difícil vislumbrar sus agarraderas y pensarlo prisionero de sus compromisos hechos con quienes lo han promovido. Es el político de telepronter al que no le hemos escuchado su voz ni, creo, sus ideas porque nunca ha dejado de estar en campaña ni de ser el niño protegido dentro de un bien planeado trabajo de marketing. Suyo o ajeno, lo poco que ha mostrado es escaso de luces, corto de alcance y en buena medida conservador. Lo siento prisionero de los dos grandes ejes de su estrategia: decir lo que la gente quiere oír y mostrarse funcional a los intereses de los diversos poderes fácticos que lo promueven. Podría ser que una vez consiguiendo la presidencia se sacuda de sus ataduras y se vuelva reformador. No lo creo.

Después del 2006, ser puntero en las encuestas un año antes de la elección no es garantía de triunfo, pero a nadie incomoda. El aura de ser visto como “próximo presidente” mueve resortes que a pesar de su antigüedad y su relación con el viejo régimen siguen aceitados y se mantienen vigentes en la transición contradictoria del México de la alternancia. Ignoro quién bautizó ese fenómeno, pero encontró un concepto muy elocuente, didáctico y descriptivo. El 5º Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto fue diseñado para dejar en claro de qué lado está “la cargada”. Pero no sólo eso. La parte central de su discurso no fue dirigida a la sociedad, a los mexiquenses o a la clase política en general. Haciendo a un lado su cargo de gobernador, se asumió como representante y vocero del priísmo hoy dolido y supuestamente desengañado. Para ganarse a su partido, Peña Nieto enseñó el cobre.

La ventaja de tener el viento a favor y contar con la gracia de los principales consorcios y comunicadores que generan opinión pública es que se puede escupir al cielo sin temer mancharse. Que un distinguido líder del PRI, en un acto poco discreto de proselitismo, se ponga a dar clases de ética política, censure la “lucha del poder por el poder” y la utilización de las instituciones públicas para fines “particulares o partidistas” sin que, por supuesto, se haya distinguido en esos rubros de sus antecesores y correligionarios, es una estampa magnífica de la tragicomedia mexicana que nos regresa a épocas que presumíamos superadas. No pude sino rememorar el discurso de Juan Vargas en Donceles, aquel personaje pintoresco de la película de Luis Estrada, La Ley de Herodes, protagonizado magistralmente por Damián Alcazar.

No obstante lo anterior, y aunque cueste trabajo, debemos tomar en serio lo dicho por el mandatario. En un exceso retórico injustificable, Peña Nieto comparó el daño que generan las “alianzas contranatura” con el que ocasionan “las fuerzas criminales”. No es posible que un gobernador ponga en el mismo saco lo que se hace dentro la ley que lo que se hace contra ella, máxime cuando se está encargado de velar por el cumplimiento de la misma y que se respeten los derechos que de ella emanan. Pero aún olvidándonos de que hablaba con su investidura y, siendo indulgentes, entendiendo que fue un acto de precampaña apenas disimulado en la forma, su dicho no resiste el menor análisis y muestra un sesgo preocupante de autoritarismo e incluso de autismo. ¿Quién en su sano juicio puede decir que los oaxaqueños o los poblanos no estarán mejor sin la continuidad de cacicazgos tan vergonzosos para los mexicanos como los de Ulises Ruiz y Mario Marín?

Las alianzas son un instrumento legítimo y necesario de la democracia, no sólo entre partidos afines sino también entre lo que no lo son. En todas ellas hay un ingrediente pragmático, inherente a la política, el cual, por cierto, es el único que se vislumbra en las alianzas PRI-PVEM. Por ley existe la obligación de entregar una plataforma electoral de las coaliciones en los institutos electorales correspondientes. Por desgracia, en México esas cuentan poco y, al margen de que haya alianzas o no, al margen de cual sea el partido que los postuló, por regla general los gobernantes ejercen su cargo sin control partidario e imponen no sólo su estilo personal de gobernar sino también sus convicciones particulares.

Si un partido es paradigmático en su laxitud ideológica es precisamente el PRI. Históricamente en ese partido ha cabido (casi) todo. Ahora mismo, presume estar en la Internacional Socialista, y sin embargo promovió la aprobación de leyes antiaborto en 18 estados del país. El principal impulsor de esas legislaciones fue precisamente Enrique Peña Nieto que en recompensa fue recibido por el Papa en el Vaticano para enterarle de la trascendental noticia de un imponente acto de campaña en forma de boda. Y mientras Manlio Fabio Beltrones propone cambios al régimen presidencial estableciendo equilibrios institucionales para favorecer acuerdos con un Congreso dividido, el gobernador mexiquense plantea que al Presidente se le garantice mayoría en ambas cámaras. La identidad ideológica no queda resuelta por compartir un membrete.

En lo que acierta Peña Nieto, pero sin querer y errando el tiro, es en su crítica a la “lucha del poder por el poder”. Esa descarnada competencia de ganar “haiga sido como haiga sido” existe en el conjunto de la clase política y no depende de que se presenten o no alianzas. Todo acuerdo entre partidos busca incrementar la fuerza electoral, pero ese es un recurso legal y legítimo. El problema es cuando se viola la ley y se hace uso de recursos indebidos para ganar. No hay partido libre de pecado en ese sentido. Recordemos la intervención de Fox en el 2006 o la de López Obrador en el proceso interno del PRD en el 2008. Pero sin ninguna duda, nadie supera al PRI en mañas, trucos, trampas e ilegalidades para imponerse. En ese partido sigue estando la mejor escuela del fraude y del agandalle. Al lanzar tamaña acusación contra un instrumento de la democracia, Peña Nieto se mostró falso, cínico y desmemoriado.

Es verdad que con su discurso claramente faccioso y partidista, Peña Nieto creció en el sentimiento de los priístas, pero mostró su debilidad. Su cruzada contra las alianzas llevada hasta el paroxismo mostró el temor que éstas le despiertan. No las ataca porque “amenacen a la democracia” sino porque con ellas perdió el PRI en el 2010 y él puede perder el estado que gobierna en el 2011. Ganó en cohesión interna, pero a costa de mostrarse apanicado. Con ese gesto se volvió promotor involuntario de la alianza en el Estado de México que quiso exorcisar con anatemas delirantes.

Pero también, al centrar su discurso en contra de la alianza opositora, evitó tomar distancia institucional a la elección en su estado para meterse a ella de lleno y poner su futuro político en mantener el gobierno del Estado de México. Aceptó el reto de vencer o perder personalmente con el resultado electoral del próximo año. Por eso, es evidente que tratará de evitar dicha alianza mediante la única salida que le queda: que las disidencias del PRD y el PAN la aborten desde dentro. Por eso es que sus mejores aliados estratégicos son, en este momento, Manuel Espino y Andrés Manuel López Obrador. Los compañeros de viaje encontrarán la manera de ayudarse.

Los spots de Peña Nieto están pensados para conmover, no para informar. En realidad son mensajes de campaña, pero sintetizan muy bien lo que hasta ahora representa el mandatario mexiquense: mucha imagen, poco contenido. El caso Paulette lo pinta muy bien. Por necesidades mediáticas le da vuelo al asunto y por las mismas razones, en virtud de los errores cometidos por su procuraduría, lo decide cerrar y hacer control de daños, obsequiando impunidad para poderle echar tierra al asunto, cuya resolución ofende a la inteligencia. Pero así, y a pesar de todo, Peña Nieto tiene muchas posibilidades de ser presidente y sería necio negarlo. Y, en este caso por desgracia, no siempre el que tiene la elección en la bolsa termina por perderla.

Ser su crítico no me impide reconocer que si Enrique Peña Nieto es el candidato del PRI sería muy difícil de vencer. Sin embargo, existe tal posibilidad; más aún si se le pone enfrente a un candidato que pueda capitalizar el enorme desprestigio y decepción que ha generado la clase política en la población. Un candidato que surja de la sociedad, que sea capaz de sumar, incluir y revivir el entusiasmo por el cambio. Puede haber más, pero yo vislumbro a dos personas que podrían encabezar una propuesta de ese tipo: José Woldenberg y Juan Ramón de la Fuente.

De paso…

Golpismo. Después del triunfo de la estrategia política de las alianzas y cuando el PRD debe preocuparse y ocuparse de las elecciones en dos estados que gobierno a principios del próximo año, Andrés Manuel López Obrador pretende meter en crisis a su partido. Muy a su estilo, no da la cara, pero manda a las huestes de René Bejarano por delante para exigir la renuncia de la dirección nacional encabezada por Jesús Ortega. Conscientes de ser un grupo minoritario es previsible que hagan uso de la fuerza. El planteamiento que hacen es poco menos que suicida, pues planean una elección sin padrón para sustituir a los dirigentes, un año antes de que termine su mandato y sin ninguna legalidad. Es verdad que lo ideal es encontrar un relevo de consenso y adelantar el cambio para que tenga tiempo de organizar la elección del 2012. Eso se puede llevar a cabo después de las elecciones que están en puerta, pero requiere de unidad. Es esquizofrénico alegar un acuerdo político para elegir a una nueva dirección, pero ir a la guerra para redituar la desastrosa elección interna del 2008. Pero AMLO debe decidir si quiere transitar la ruta de los acuerdos o la del pleito; no se puede caminar por las dos al mismo tiempo. Si opta por la segunda, entonces se debe aplicar estrictamente la legalidad y llevarse la elección de dirigentes en diciembre del próximo año… Mal mensaje manda Andrés Manuel López Obrador con su afán golpista, pues si no es capaz, no busca, no le interesa, reconciliar a su partido, ¿qué le espera al país que requiere encontrar puntos de encuentro y cerrar filas para enfrentar sus problemas? Si sólo acepta la eliminación de sus adversarios internos con mayor razón va a querer hacer lo mismo con los otros. Lástima, pues si fuera un estadista sería un activo a favor de la unidad de la izquierda y vería hacia delante en lugar de quedarse estancado en la perniciosa y obsesiva pretensión de ajustar cuentas. Una pena que el hígado lo domine, pues mantiene una fuerza considerable y sigue teniendo un liderazgo en sectores importantes de la sociedad mexicana. Pero si es incapaz de unir y sumar, también es incapaz de ganar el 2012… Terrible los nuevos “daños colaterales”. Todo indica que una familia sufrió un ataque gratuito por parte del ejército en Nuevo León. Es bueno que la Secretaría de la Defensa haya aceptado su error y esperemos que repare, en la medida de lo posible, su trágica equivocación, así como que tome las medidas pertinentes para que estos “accidentes” no vuelvan a ocurrir. Estoy convencido que mientras no haya una policía que pueda hacerle frente al narco con eficacia, el ejército debe seguir haciendo esa labor en algunas zonas del país; pero es preciso que si hay delito que perseguir por afectación a la población, sean tribunales civiles los que tomen la justicia en sus manos… Patético e indignante el traslado de los cadáveres de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas a la Ciudad de México. Se puede entender un accidente, pero no la improvisación y la falta de profesionalismo... Gran película “El Infierno” de Luis Estrada. Vuelve a pegar duro con una parodia de tintes fársicos y ácido humor negro que hace más elocuente la vista de una realidad lacerante. Damián Alcazar tiene, otra vez, una actuación excepcional… Síganme en Twitter: @ferbelaunzaran