jueves, 27 de enero de 2011

SAMUEL RUIZ

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

La palabra para los indígenas es valiosa e incluso venerable; su consistencia es fuerte, casi corpórea y, en sus acuerdos, la asumen todos. A diferencia del ladino, no hablan por hablar ni se preocupan por decir lo que el otro quiere oír sin pensarlo, sin sentirlo. Pero además, hay palabras que vienen desde muy hondo que, antes que señalar, dotan de nombre e identidad a las personas y cosas, en un acto originario y creador. Sólo así podemos entender el sentido profundo, entrañable, eterno cuando nombran. Don Samuel es Tatic, el padre, el protector, el que cuida a los que el país ha hecho más vulnerables y desamparados. Palabra reservada para pocos, para aquellos que sienten, que saben que se la juegan por ellos. Por eso el Obispo que se nos acaba de ir comparte nombre con Bartolomé de las Casas y, en lengua purépecha, con Vasco de Quiroga y Lázaro Cárdenas. Si eso no se entiende, no se comprenderá la dimensión histórica de la obra de Samuel Ruiz García.

En alguna ocasión el subcomandante Marcos explicó que la relación con los indígenas transformó a los marxistas ortodoxos y revolucionarios que tenían una ideología tan dogmática como granítica y que llegaron en los 70s a Chiapas con la idea de hacer una guerrilla tradicional. Pues es un hecho que desde el lado opuesto, desde el catolicismo más conservador y tradicionalista, desde anticomunismo militante, eso mismo le ocurrió a Samuel Ruiz.

La infancia de Don Samuel se da en el Bajío, en el contexto de la lucha cristera. Sus estudios en el Vaticano y su rápido ascenso lo perfilaban hacia la elite de la alta jerarquía católica. Con tan sólo 35 años de edad es nombrado Obispo de San Cristobal de las Casas, la Ciudad Real, la de los “auténticos coletos”, la del racismo y el abuso, la que describió magistralmente en sus relatos y cuentos Rosario Castellanos. Pero -oh sorpresa!- frente a la injusticia cruda, el joven jerarca toma partido por los débiles y desprotegidos, por los indígenas. No fue un cambio inmediato sino un proceso que le hizo variar sus concepciones y ver, para bien, el mundo y su realidad de otra manera. Es en ese sentido que, como lo apuntó Miguel Ángel Granados Chapa, Don Samuel es un converso.

Conocí a Don Samuel en momentos tensos, a principios de 1994. Decenas de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México conformamos la Caravana Universitaria Ricardo Pozas con la idea de contribuir a la paz, no a secas y sin adjetivos sino aquella que encaminara a la solución de fondo de la injusta y lacerante situación de los indígenas. Comulgábamos, pues, con los objetivos de tatic y de inmediato hicimos equipo con él y con su diócesis de párrocos y defensores de los Derechos Humanos valientes y comprometidos con una digna y mejor vida para los pueblos indios.

Después del asesinato de Colosio y tras relegar a Manuel Camacho Solís como Comisionado de Paz, Don Samuel se convirtió para el oficialismo en un intermediario incómodo y desde el gobierno y los sectores conservadores trataron de hacerlo a un lado y, en lo que lo lograban, maniatarlo. Pero la autoridad moral, reconocimiento dentro y fuera del país, el amor que se profesaban mutuamente, él y los miles de indígenas de la zona, y la entereza de tatic y su equipo lo mantuvieron en esa posición. Ser un buen intermediario no podía implicar el olvidarse de las causas sociales y humanitarias justas que subyacían en el alzamiento zapatista. En realidad, la Catedral de San Cristóbal no sólo fue de la Paz, como se le conoció, también fue de la justicia y dignidad para los indígenas y, en ese sentido, para todos, si es que entendemos, como debe ser, que México es pluricultural, que una sociedad virtuosa no puede tener ciudadanos de segunda y que la diversidad es riqueza y potencialidad para ser mejores y enfrentar con éxito nuestros problemas.

Cuando Raúl Vera es nombrado Obispo Coadjutor de la diócesis de San Cristobal, se interpretó profusamente que llegaría para controlar y debilitar a Don Samuel. Pero casi de inmediato hicieron causa común por esa ansiada paz con dignidad y los sectores conservadores lo sumaron a la lista de indeseables.

Quién piense que Samuel Ruiz estaba orgánicamente vinculado al EZLN se engaña. Compartían el mismo territorio y muchas de las causas, pero disputaban en las bases y diferían en medios y en estilos. Fui testigo durante los años álgidos del conflicto de distintas fricciones entre el zapatismo y la diócesis. Es falso que la CONAI se hubiera plegado a una de las partes y no tuviera independencia. Lo que incomodaba al gobierno era que tampoco se subordinaba a éste y que el conocimiento de la situación de los indígenas y su compromiso con éstos impedía ser engañado o manipulado. Tatic se paraba en sus propios pies y nadie podía ignorarlo.

Permítaseme una anécdota. En 1994 lo invitamos a Ciudad Universitaria, al emblemático y muy simbólico Auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras. Accedió de buena gana. Viendo con él los últimos detalles del evento, entró una llamada de Jorge Carpizo, entonces Secretario de Gobernación, quien le pedía cancelarlo. Hacía poco del asesinato de Luis Donaldo Colosio y, alegó, temía un atentado en su contra. Don Samuel, de manera afable agradeció la preocupación, pero rechazó la sugerencia y cerró con una frase: “Igual me puedo morir, resbalándome con una cáscara de plátano, señor Secretarió”. El acto fue memorable, hubo más gente fuera que dentro del Che –hubo que poner bocinas en el estacionamiento de la FFyL- y si bien pude observar –lo tenía al lado, pues fui el moderador- que el peso del lugar y la efervescencia calaron en tatic, salió airoso y muy bien librado, exponiendo y contestando cuestionamientos que de viva voz le hicieron los universitarios.

Fue por la edad, al cumplir 75 años, que tuvo que abandonar la diócesis de San Cristobal, tras cuarenta años de labor pastoral en esas tierras. Eso no lo apartó de sus convicciones adquiridas en Chiapas y siguió pugnando por esa “paz con dignidad” que sólo puede devenir de la justicia, la democracia y la libertad. Se fue dejándonos su obra y su ejemplo. Hasta siempre, querido tatic.

De paso…

Infausto. Por si no fuera suficiente con la partida de Don Samuel, también falleció Fausto Trejo, profesor politécnico que en esa calidad participo en 1968 junto a José Revueltas y Heberto Castillo. Preso político y exiliado tras su estancia en Lecumberri, al regresar a México no dejó de pelear por el castigo a los responsables de la matanza del 2 de octubre y siempre mostró su compromiso con las causas que desde hacía décadas abrazó…. Con una ofensiva mediática, estelarmente desde la televisión, pretendieron hacer el milagro de resucitar a Manuel Añorve en las elecciones de Guerrero, quien está claramente abajo en las encuestas y que tras la golpiza propinada a Guillermo Sánchez Nava, representante del PRD en el órgano electoral, por parte de brigadistas priístas y el descaro con el que encubrió a los responsables, se había hundido aun más. El pretexto fue una llamada de la senadora Claudia Corichi, quien arrastrando la lengua y con un léxico poco gratificante pretendía impresionar a Ángel Aguire con hipotéticos apoyos. No se despende ningún delito de lo escuchado si bien ciertas expresiones de la legisladora dan pena –aunque tratándose de una conversación privada, nadie debiera tampoco desgarrarse las vestiduras. Pero eso no fue obstáculo para hacer un gran escándalo y para que los que medio matan a Sánchez Nava acusen al PRD de violento. A esa grabación inocua -a menos que se utilizara en un programa cómico- le dedicaron en la televisión mucho más tiempo que a la declinación del candidato del PAN, Marcos Parra, a favor de Aguirre, lo cual significa el último clavo en el ataúd de Añorve… No veía a la TV tan priísta desde la época de Salinas. La restauración no es un mito… Coincido con Ernesto Zedillo: para combatir al crimen con mayor eficacia, hay que legalizar o, mejor dicho, regular drogas, empezando con la marihuana… Se ve un Super Bowl muy parejo. No tengo una preferencia clara, pero me voy a arriesgar con un pronóstico: ganan los Empacadores. Síganme en twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 19 de enero de 2011

EL NUEVO PRI

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Demonizar o sacralizar es fácil y suele ser muy útil para hacer propaganda. Pero hacerlo dificulta la comprensión y luego se vuelve complicado distinguir entre el conocimiento y el eslogan. Es tan poco riguroso idealizar el pasado a la luz de un presente decepcionante y con problemas que parecen irresolubles, como hacer lo inverso y querer justificar la dura situación actual en función de las perversidades de los viejos tiempos, algunas de las cuales, por cierto, nunca se han ido. Existen posibilidades altas de que el partido que, quiérase o no, representa ese pasado en México vuelva al poder y eso merece un análisis frío de lo que significaría para el país, pues no es cualquier cosa que el PRI haya gobernado por más de 70 años continuos en un régimen no dictatorial, pero sí autoritario. Si eso ocurriera, en las condiciones actuales, los riesgos de la restauración serían enormes. Veamos.

En democracia, el triunfo de uno u otro partido no debiera poner en riesgo la continuidad del régimen político, aunque es verdad que históricamente varias dictaduras temibles llegaron al poder por la vía democrática e incluso usaron figuras como el plebiscito para legitimar su poder, tal y como aconteció con el nazismo en Alemania. Pero son casos de excepción que poco tienen que ver con la circunstancia mexicana. El problema de la democracia en México es otro y proviene de su falta de consolidación y que en ella perviven elementos autoritarios del viejo régimen que no desaparecieron con la alternancia, algunos de los cuales incluso se han fortalecido a raíz de las nuevas realidades.

Los avances democráticos fueron sin duda importantes, pero algunos de ellos se han ido devaluando, cuando no pervirtiendo. Pongamos por ejemplo, un logro democrático incuestionable: la ciudadanización en la organización de las elecciones, mediante órganos autónomos. Pero, por una parte, el IFE ha visto empobrecer la calidad de sus consejeros y también su independencia en algunos, pues se pasó del amplio consenso de los perfiles y trayectorias al sistema de cuotas y, en algún caso, unida a la exclusión. Si hoy ese órgano se encuentra incompleto se debe a que el PRI exige decidir dos de tres de los consejeros faltantes, al margen de méritos y capacidades. Peor aun es en los estados, pues los institutos electorales locales están, salvo quizás una extraña excepción, bajo el control de los gobernadores. Cierto es que, en diversos casos, eso no ha impedido las derrotas de los partidos en el gobierno; pero es un hecho que se ha empobrecido la calidad de nuestra democracia en los últimos años.

Si la democracia significa, entre otras cosas, desconcentración del poder en un sistema de contrapesos y equilibrios resulta evidente que eso no sucede en las entidades del país y los poderes fácticos siguen subordinando a las instituciones de la república. Y lo peor es que el hibrido que hoy tenemos, en el cual lo viejo no se ha acabado de ir y lo nuevo no ha terminado de nacer, es un sistema disfuncional totalmente rebasado por los graves problemas que se padecen. Por eso es que aun sin haberla conseguido a plenitud, existe un desengaño social respecto a la democracia y existe la tentación de regresar a los tiempos del hombre fuerte. Hoy, el PRI representa esa opción.

Es cierto que la sociedad mexicana ya constató que los priístas no son por necesidad peores que los políticos de otros partidos que han sido incapaces de cumplir las expectativas que crearon cuando accedieron al poder, mostrando no ser tan distintos a los que sustituyeron, tal y como presumían, a no ser por algunos casos extravagantes como los de Ulises Ruiz o Mario Marín.

Pero el desempate necesario por el rumbo de la nación, pues no podemos seguir como estamos y a nadie conviene mantener la situación de desgaste e impotencia que hoy padece el sistema político, se debe dar entre el retorno al pasado autoritario y el desestancamiento de la transición para establecer una democracia fuerte y funcional. El priísmo representa en estos momentos una fuerza regresiva, la nostalgia por el presidencialismo todopoderoso y la hegemonía de un solo partido que a su vez está sometido al líder sexenal supremo. Para no tirar a la basura lo conseguido en materia democrática con la lucha de generaciones, es que se debe enfrentar y derrotar en buena lid, con los votos en las urnas, al partido que sigue siendo representante del viejo régimen.

Son los mismos priístas los que han dejado constancia de que no hay mito o, mejor dicho, broma mayor que la de hablar de un “nuevo” PRI. Su avance no se debe a sus cambios que son, como ya dije, inexistentes sino al oficio político que tienen y que les ha ayudado a aprovechar, por un lado, la polarización postelectoral del 2006 y, por el otro, los errores y deficiencias de Calderón-PAN en el gobierno y de López Obrador-PRD en la oposición, además del ya mencionado desengaño hacia la incipiente democracia mexicana y la nostalgia, con dosis de amnesia, por un pasado en el que, al menos, no existían los niveles de violencia actuales.

El estilo pendenciero con en el que se quiso estrenar Humberto Moreira en el debate nacional, las maniobras para sacar adelante la llamada Ley Peña, la intención de brindar impunidad a personajes como Ulises Ruiz o Mario Marín, la proyección de un prospecto entregado a los poderes fácticos, la operación poco discreta de Carlos Salinas de Gortari, la propuesta de Peña Nieto para asegurar al que gane la presidencia la mayoría en ambas Cámaras, la protección de sus brigadistas que golpearon salvajemente a Guillermo Sánchez Nava en Guerrero, etc., son elementos que muestran que el PRI no sólo representa como opción el pasado sino que sus prácticas y cultura siguen siendo las mismas, lo que no obsta para que haya priístas tolerantes, dialoguistas, incluso con convicciones democráticas. Al margen de tales miembros, lo fundamental es lo que como fuerzan significan en un momento histórico y hoy el PRI es retorno, regresión, restauración, viejo régimen.

Lo que representa el PRI y la continuidad de sus prácticas añejas no justifican ni redimen de sus incongruencias y defectos a los otros partidos que, en buena medida, han reproducido lo que le han cuestionado al priísmo. Al contrario, los obliga a ser diferentes, a actuar distinto a lo que hasta ahora lo han venido haciendo, a ubicarse del lado de los cambios que no se han logrado. Y es que si en el 2012 lo que se pone en juego frente a la posibilidad de la regresión es la continuidad de lo que hoy tenemos, de seguro vencerá el PRI. Lo que es inaceptable e indefendible es seguir como estamos.

El sistema político mexicano, en cualquier escenario, requiere del PRI; es una fuerza a la que nadie puede ignorar y con la que, al margen de las confrontaciones electorales, es preciso acordar, incluir, gobernar, legislar. Sería absurdo e incongruente plantearse su desaparición, persecución o exclusión. Pero si queremos avanzar hacia un régimen realmente democrático y evitar la restauración autoritaria, entonces habrá que vencer a los caciques estatales de ese partido y ganarle al PRI, en las urnas y sin trampas, la batalla decisiva en el 2012.

De paso…

Guerrero. Hace unos meses, se veía segura la victoria del PRI en Guerrero. La contienda en aquella entidad tiene tintes simbólicos y además ese partido pensaba recuperar en el imaginario social el carácter de invencibilidad rumbo al 2012 tras las dolorosas derrotas que le propinaron las alianzas en tres estados y de cara al año crucial que inicia. La tortilla se volteó, gracias a una operación heterodoxa que hubiera parecido imposible: romper al PRI con uno de sus principales activos y, en un hecho inédito, que el partido en el gobierno no postulara a uno de los suyos. Medida dolorosa e incluso traumática, pero que dio resultados en algo que se vislumbraba muy difícil: el perredismo social, con mucho arraigo en aquella entidad, aceptó a Ángel Aguirre. El PRD que estaba confrontado se unificó a su alrededor y ahora están a punto de lograr la proeza de quitarle el ansiado triunfo que ya tenía en la bolsa el PRI… Habrá consulta en el Estado de México sobre la alianza entre el PRD y el PAN. Es previsible que triunfe el sí, pues es la única oportunidad que tienen los mexiquenses de sacudirse el yugo del grupo Atlacomulco y lograr la alternancia en el “nido del dinosaurio”. Más difícil será encontrar al candidato idóneo, sobretodo ahora que Alejandro Encinas se ha descartado para encabezarla y -aunque por enésima vez rectifique- que ya consiguió la negativa y animadversión del PAN… Detuvieron al famoso JJ y se le ha dado trato de estrella glamorosa del crimen en horario triple A. Por supuesto que tiene derecho a decir su verdad, pero percibo cierta tendencia mediática a reproducir un vicio por demás pernicioso: culpar, o al menos corresponsabilizar, a la víctima de su desgracia… Wikileaks volverá al ataque, dando a conocer a grandes evasores con información privilegiada de un banco suizo que consiguió por abierta y pública filtración. Assange vuelve a golpear al poder real del mundo con transparencia. Como debe ser. Bravo… Tras el atentado en Arizona a la congresista Giffords y otras personas por parte de un joven envenenado por el discurso político extremista y violento, Obama llamó con un discurso magnífico a la unidad nacional, se puso por encima de la confrontación, asumió el mando de la situación y lució como estadista. ¡Qué envidia!... Los Cuervos de Baltimore dejaron ir una clara ventaja gracias a sus errores (tres pérdidas de balón en el tercer cuarto) y los Acereros de Pittsburgh no sólo los derrotaron sino que ahora deben ser considerados favoritos tras el campanazo de los Jets que eliminaron a los Patriotas de Nueva Inglaterra que lucían imbatibles. Veremos si los neoyorkinos pueden lograr su tercera victoria consecutiva como visitantes y colarse al Super Bowl. El campeón de la Conferencia Nacional saldrá de un clásico antiquísismo: Osos contra Empacadores. Veremos qué ocurre… Síganme en twitter: @ferbelaunzaran

miércoles, 12 de enero de 2011

ENCINAS Y EL ESTADO DE MÉXICO

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Fue una jugada maestra. La gambeta, la pared, el toque de primera, el centro con todas las ventajas para el delantero que se encuentra solo frente a la portería y con el guardameta ya vencido; todo había salido tal y como se había dibujado en el pizarrón de los vestidores. Pero, en el último momento, el jugador que tenía el gol en sus pies y la posibilidad de convertirse en el héroe del estadio -al que habían metido de cambio precisamente para desequilibrar y llegar sin marca al centro del área en una jugada como esa- en vez de anotar como lo había entrenado, toma el balón con las manos y alega que así no juega, que no puede aceptar un pase del lado derecho de la cancha y que moviéndose sólo por la banda contraria puede vencer al equipo que no ha perdido ningún partido de local en más de 80 años, aunque éste encabece la tabla de posiciones. En las tribunas hay azoro y confusión –se preguntan para qué metieron en la posición más importante a alguien que no acepta el plan de juego-, fuera de la porra ultra que cree que no se necesita jugar por todo el campo y que, incluso, considera que hacerlo sería una traición. Y aunque el jugador vuelva a titubear y diga que lo pensó mejor, que si la porra se lo pide estaría dispuesto a hacer la jugada que en lo personal no le agrada, lo cierto es que ya perdió el impulso inicial, previno a la defensa contraria y se ganó la desconfianza del otro sector.

Alejandro Encinas era la respuesta perfecta para el enigma del Estado de México. A falta de un candidato ciudadano con la suficiente preeminencia, con la izquierda escindida y confrontada por estrategias divergentes y contradictorias, frente a un PRI exultante que en 2009 arrebató sus principales bastiones al PAN y el PRD en ese estado y que tiene como principal carta para el 2012 al actual gobernador y puntero en las encuestas, Enrique Peña Nieto, el todavía coordinador de los diputados perredistas parecía ser el hombre indicado, no sólo para unir a la izquierda sino también para encabezar la alianza opositora que pudiera competir con éxito y vencer, abriendo con ello la puerta a las transformaciones en ese estado sometido a la hegemonía del Grupo Atlacomulco y equilibrando la contienda presidencial del año que entra.

Las características de Encinas abonaban al optimismo. Político serio, de trayectoria ejemplar, con sólida formación, alguien que genera confianza y sabe construir acuerdos. Fuera de su polémica actuación frente al Plantón de Reforma, en el que su margen de maniobra fue muy estrecho, hizo un buen papel como gobernante del DF y, a pesar de su cercanía con Andrés Manuel López Obrador, es reconocido por su moderación y buen sentido, no obstante las veces en las que ha tenido que alinearse a posiciones exaltadas o principistas del movimiento obradorista. No en balde, algunos panistas importantes ya habían aceptado, en corto, la posibilidad de Alejandro como abanderado. De alguna manera, se veía que podía jugar el papel de Gabino Cue y hacer que, como ocurrió en Oaxaca, AMLO objetara “por principio” la alianza, pero la dejara correr; ser el candidato de la oposición de izquierda y derecha sin romper con el obradorismo. Todos contra el PRI y Peña Nieto.

Cerrar filas en torno a un hombre cercano del político tabasqueño, pero que genere confianza más allá de ese círculo y pueda ser garante de un gobierno incluyente, garantizando no sólo la unidad de la izquierda sino de acuerdos serios con los partidos coaligados –pues más allá de sueños guajiros y autos de fe, las condiciones son muy distintas al 88, 97 y 2006, y sin alianza no hay victoria posible- sería el peor de los escenarios para Enrique Peña Nieto. De manera sorpresiva, Encinas cambió de parecer y se negó a esa posibilidad. Un golpe que su nueva reconsideración no puede obviar del todo, pues su hostilidad manifiesta y excesiva contra la alianza y contra el PAN en sus declaraciones para empatizar con AMLO, generó fuertes reacciones naturales en su contra por parte del panismo.

Es verdad que la estrategia no podía darse en frío, que era necesario legitimar y darle una justificación a Alejandro para aceptar las alianzas que, asumiendo la línea de AMLO, había rechazado, e ir a un procedimiento con el PAN para elegir candidato único; pero con la unidad perredista, su imagen, su peso específico y sus capacidades tendría muchas posibilidades de lograrlo. Por eso es que, de acuerdo a lo pactado, Encinas aceptó en Milenio Televisión que si en una consulta se expresaba la decisión mayoritaria de ir a una alianza, él aceptaría el resultado como “demócrata” y estaría dispuesto a encabezarla. Lamentablemente no pasaron ni 24 horas para que cambiara de opinión, anunciara que el no iría aunque una votación abierta determinara lo contrario y se dedicó a denostar al PAN y a sus gobiernos municipales a pesar de que la contienda es sólo para gobernador y el que gobierna y encabeza las encuestas, el rival a vencer, es el PRI.

Si Encinas fue presentado como potencial candidato de unidad del PRD y las izquierdas por parte Marcelo Ebrard y Jesús Ortega, dos de los principales promotores de las alianzas opositoras, resulta absurdo e incomprensible que Alejandro declare que si se da esa posibilidad, la de la alianza, entonces él no sería el abanderado, pues entonces la unidad aludida sería un engaño. El acuerdo unitario, a menos que se quiera ofender a la inteligencia, es que el ex jefe de Gobierno sería la propuesta del PRD en cualquier escenario. Si la coalición fuera aprobada en la consulta, entonces estaría sujeta a un procedimiento pactado con el PAN, el cual también tiene derecho a proponer.

Apenas merece mención la apuesta delirante que, para justificar el desdén a una alianza potencialmente triunfadora, sostiene que el PAN se echaría al suelo para apoyar de facto y de manera vergonzante a Encinas con tal de detener a Peña Nieto. Más elaborada, pero también falaz, es la que minimiza la necesidad de vencer al gobernador del Estado de México en su territorio para ser competitivos en el 2012 y que sólo basta con polarizar y dejar en el imaginario que la contienda presidencial será entre la regresión priísta y el cambio por la izquierda. En esa lógica, el adversario en las elecciones mexiquenses no sería el PRI sino el PAN.

No veo por qué se pueda pensar que el voto útil de los panistas, en una hipotética elección polarizada entre Peña Nieto y AMLO, sería para éste último; tampoco de los ciudadanos sin partido, pues el rechazo del tabasqueño es muy alto y, por lo mismo, su única posibilidad estaría en una elección terciada en el que su voto negativo se divida y aspire a tener el tercio mayor. Además, no veo como una derrota ayude a posicionarse frente al vencedor en la revancha. Pero si el PRI gana en el Estado de México, lo previsible es que a dicho partido se le vea como anticipado y virtual vencedor de las elecciones presidenciales y sería cuesta arriba para cualquiera alcanzarlo. Por si eso fuera poco, existe el riesgo de que la izquierda se vaya al tercer lugar, tal y como aconteció en las elecciones más recientes, las del 2009, y tal y como indican las encuestas respecto a la situación de los partidos.

El punto que determina la estrategia obradorista de tratar de reventar la alianza, tirando por la borda la posibilidad de ganar la gobernatura, no es el futuro del Estado de México ni la posibilidad de hacer competitivas las elecciones del 2012 sino el proyecto personal de su líder. Es querer amarrar la definición de la candidatura de la izquierda a su favor, hacer que la línea política adoptada determine al abanderado, que la inercia de las elecciones mexiquenses no deje espacio para el dilema, pues además se trata de convertirlas en vitrina y plataforma de Andrés Manuel López Obrador, empeñado en ser el candidato virtual de la contienda. No en balde le hizo pasar a Encinas la vergüenza de hacerlo firmar su programa en la plaza, exhibiéndolo como subordinado y achicándolo frente a los electores. Pero AMLO quiere repetir Iztapalapa en el Estado de México, ser la gran figura de la contienda estelar del 2011, sin reparar en las diferencias; señal de que es creyente de sus propios mitos. Ya se desengañará.

Respeto mucho a Alejandro Encinas y no me creo que acepte sin más la condición de peón en el tablero de Ajedrez de AMLO. Ignoro si abriga la esperanza de que le rechacen el registro de su candidatura, de tal suerte que pueda, guardando las proporciones, tener su desafuero que lo catapulte mediáticamente, sirva de impulso para la campaña de la sustituta (Yeidckol como relevo “forzado”), le evite el costo de cargar con la derrota y lo potencie para lo que venga. Pero, de cualquier manera, el PRD todavía puede decidir ir en alianza con el PAN y acordar un mecanismo para elegir al candidato común. A mi parecer, eso es lo que va a ocurrir.

La consulta para determinar la alianza entre el PRD y el PAN se llevará a cabo y los mexiquense definirán si quieren una opción de cambio en el Estado de México o sólo la expresión de oposiciones divididas y testimoniales. Confío en que los mexiquense tomarán la decisión correcta. Por eso, con o sin Encinas, la alianza va.

De paso…

Kid Moreira. El virtual nuevo presidente del PRI hace su aparición en la arena nacional mostrándose como fajador de barrio y tirando golpes a diestra y siniestra. El ahora ex gobernador de Coahuila llega con las credenciales del “carro completo” y la sucesión dinástica… Un grupo de caricaturistas encabezados por el genial Eduardo del Río, Rius, iniciaron una campaña, cuyo nombre expresa bien el clamor de la sociedad: “No más sangre”. Es importante señalar los costos de la estrategia fallida del gobierno federal, pero también tener presente que el objetivo de bajar la violencia debe compaginarse con un mejor combate al crimen, más inteligente y más profesional. La indignación debe enfocarse primero que nada hacia los asesinos, hacia los que están ejecutando con saña y salvajismo; pero también debe servir para exigir a las autoridades para que sean más eficaces y rectifiquen el camino errado. En ese sentido, debe ayudar a generar una discusión propositiva, que ponga ideas sobre la mesa y, a la par de que se presiona para modificar la estrategia oficial, impulse un acuerdo nacional, con la participación de la sociedad civil, que establezca una nueva política de Estado en materia de Seguridad… Una vergüenza que las directoras de los Institutos de la Mujer de los estados priístas se hayan plegado a los intereses facciosos de sus gobiernos, exhibiéndose como funcionarias subordinadas, y hayan desechado establecer la “alerta de género” en el Estado de México ante el preocupante incremento de feminicidios en esa entidad. Al igual que con Paulette, Enrique Peña Nieto opta por la impunidad para no ver manchada su imagen. La justicia sometida, una vez más, a su marketing de candidato presidencial… En Arizona, la violencia verbal en la lucha política, la retórica inflamada contra los adversarios, se transformó en violencia asesina. Haríamos bien en tomar nota…