miércoles, 15 de febrero de 2012

DIPUTADO ¿PARA QUÉ?

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

En México, el legislador está socialmente depreciado, pero muchos dan (casi) la vida por serlo. Y es que se trata de un cómodo espacio de poder con importantes privilegios y pocas exigencias. Un cargo con altas percepciones, fuero e influencias que, sin embargo, tiene muy laxos requerimientos de rendición de cuentas. Sin duda que hay buenos diputados y senadores, pero, a ojos de los ciudadanos, ésos son la excepción. Además, la sociedad, con razón, espera y merece mucho más del Poder Legislativo, lo cual rebasa la buena voluntad de sus miembros. Es evidente que se requieren modificaciones estructurales que fomenten la cooperación y la construcción de mayorías parlamentarias alrededor de reformas de gran calado, pero ése es otro tema. La idea del presente texto es exponer las razones por las cuales aspiro a ser diputado.

Los privilegios de ser legislador han generado el equívoco de ver al escaño como un premio antes que como una responsabilidad. Es común que se enlisten los merecimientos, reales o ficticios, más que las capacidades. Suelen, pues, pasar a segundo plano la importancia de la función, el trabajo que se piensa realizar, lo que se quiere lograr en beneficio del país y del proyecto político con el cual se está, o se debiera estar, comprometido. Lo único importante, desde esa visión, es que, por fin, “le haga a uno justicia la revolución”.

Ese menosprecio por la labor legislativa y la actividad política que se puede desempeñar desde la “representación popular” también han generado la perversión, heredada del viejo régimen priista, de preferir la incondicionalidad sobre la capacidad. Con levantar el dedo, perdón, usarlo para apretar el botón indicado por la línea enviada desde las alturas en las votaciones, cumple plenamente con su tarea asignada. Esa es una de las causas por las que el nivel de las bancadas es bajo y explica en parte el desprestigio del Poder Legislativo.

No minimizo la trayectoria personal. Al contrario, ésta dice mucho de las personas y, conociéndola, podemos saber qué esperar de cada quien. Pero si de lo que se trata es no sólo de contar con un voto afín o con una ficha más para negociar en mejores condiciones frente a otras fuerzas y poderes, sino de utilizar ese espacio como herramienta para impulsar un proyecto político, entonces lo fundamental es que ese espacio se aproveche al máximo para incidir de manera importante, y de acuerdo con las convicciones del colectivo al que se representa, en el rumbo del país.

Empecé mi militancia en la izquierda en el movimiento estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México a los 17 años. El movimiento del CEU tuvo una gran importancia y repercusión en la vida política del país, en las elecciones de 1988 y en la fundación del PRD. Desde ahí defendí a la educación pública, laica y gratuita, el acceso a la Universidad sin corrupción y sin reducción de la matrícula, la paz en Chiapas y los derechos de los pueblos indios. Fui organizador de un sin fin de eventos, entre ellos tres visitas del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a CU que cimbraron a la opinión pública. He escrito cuatro libros y publicados artículos en diversos periódicos y revistas nacionales. Tuve el privilegio de ser parte de la dirección estatal del PRD en el DF y del Comité Ejecutivo Nacional. Me gusta dar la cara por mis ideas y las sostengo, a pesar de las consecuencias. Junto con otros compañeros valientes del partido, resistí a la tentación autoritaria de imponer una ortodoxia en la izquierda y enfrenté a los inquisidores que en nombre de la infalibilidad del líder prendían hogueras morales contra los que nos atrevimos a discrepar; de ahí la orgullosa identidad de hereje que extiendo a otros ámbitos por la necesidad de pensar de otra manera y ser distintos en el ejercicio de la política, pues mientras se haga lo mismo se seguirán obteniendo los mismos resultados. Pero, como dije, lo sustancial no es lo que he hecho sino lo que quiero hacer. No peleo un reconocimiento, aunque éste sea justo; peleo por tener y cumplir tareas que son necesarias e incluso apremiantes para impulsar el proyecto de los “demócratas de izquierda”.

En cualquier escenario en el que se encuentre el país después de la elección presidencial será fundamental promover y defender la visión de una izquierda con convicción democrática y libertaria. Mi primer compromiso es involucrarme en el debate público de los grandes temas nacionales y dejar establecida nuestra posición, tomar la ofensiva, ser escuchado, convencer con la legítima fuerza de la razón.

Aseguro que, si se llego a la Cámara, no tendrán que esperar al informe anual para saber qué es lo que he hecho, porque se darían cuenta de manera cotidiana por las intervenciones en tribuna, declaraciones, eventos, presencia, textos, cartas, comunicados, labor en redes sociales, etc. Considero la curul una trinchera que debe usarse, sí, para confrontar lo que no se comparte, pero también para persuadir, sumar, incluir, acordar, relacionarse con otros dentro y fuera del recinto y empujar con la fuerza de la sociedad iniciativas importantes. El discurso es fundamental en la batalla por la hegemonía, tal como la entendía Gramsci: algo que rebasa la política para volverse cultura.

El debate necesita de la propuesta. El PRD cuenta con un Programa valioso, aunque su renovación debe ser tan dinámica como el mundo actual. En consonancia con él, pongo a su consideración algunas propuestas que pienso importantes.

Política:

- Establecer la figura de Gobierno de Coalición con jefe de gabinete para establecer mayorías parlamentarias con base en la pluralidad, un proyecto nacional convenido y un gabinete de gobierno compartido ratificado por el Congreso.

- Completar la reforma política con la reelección legislativa y de presidentes municipales, hacer convergentes la consultas populares con las elecciones constitucionales y sacar adelante las candidaturas independientes que las hagan viables.

- Constitución del DF

Libertades:

- Derecho a decidir de las mujeres. La legislación del DF debe plantearse como Ley Federal

- Matrimonio gay con adopción

- Dotar de mayores facultades a la CONAPRED para luchar contra toda forma de discriminación


Educación:

- Llevar a cabo las reformas para cumplir con las 4 exigencias del movimiento ciudadano “Por la educación”: cambio de reglas, magisterio profesionalizado, transparencia de recursos al SNTE y participación y vigilancia ciudadana.

- Establecer en la ley general de educación, entre otras cosas, porcentajes mínimos respecto al PIB de inversión en educación en general, educación superior y ciencia y tecnología.

- Hacer que se tomen las medidas para que la obligatoriedad de la educación media recién establecida se cumpla en los hechos

Seguridad y justicia:

- Ley de víctimas

- Ley de lavado de dinero

- Buscar puntos de coincidencia entre la Ley de Seguridad Nacional y la Ley de Seguridad Ciudadana propuesta por el movimiento de Javier Sicilia

- Promover el establecimiento de una Policía Nacional

- Profesionalizar la labor de inteligencia del Estado mexicano para poder combatir de manera más eficaz a la delincuencia organizada y disminuir la violencia.

- Promover la regulación de las drogas blandas y promover que el gobierno mexicano se una a la iniciativa del gobierno de Guatemala para que abandonar la política punitiva que lleva medio siglo fracasando, sea una posición regional.

- Nueva Ley de Amparo

- Impulsar la conversión para el establecimiento de juicios orales

- Asumir la agenda pendiente de Derechos Humanos de las ONG`s

- Autonomía del Ministerio Público


Economía y Finanzas públicas

- Fomentar la competencia en todos los ámbitos, incluyendo telefonía y Televisión.

- Reforma hacendaria que elimine los regímenes especiales, la elusión de impuestos y se garantice tasa 0 para los alimentos y medicinas que realmente se necesiten. Ni los alimentos chatarra ni los productos milagros deben tener ese beneficio

- Transparencia absoluta en todos los recursos públicos, federales y estatales.

- Contraloría ciudadana para vigilar el correcto uso de recursos públicos.

Ecología:

- Ley del cambio climático

Otros:

- Incluir a partidos y sindicatos sometidos en la Ley de Transparencia

- Quitar la Visa como requisito de ingreso a visitantes latinoamericanos con el objeto de combatir de mejor manera la trata de personas y dificultar que los migrantes centroamericanos sean entregados al crimen organizado

- Democracia sindical

- Retomar los Acuerdos de San Andrés

- Buscar mecanismos de financiamiento para exploración petrolera y adquisición de tecnología en PEMEX, incluyendo el privado, manteniendo en todo momento la rectoría del Estado. Convenios con PETROBRAS, por ejemplo.

Por supuesto que faltan iniciativas, existen otros temas y las circunstancias impondrán nuevos. No es una lista exhaustiva y debe ser complementada. Ser un buen legislador implica trabajar en equipo, algo que pienso hacer con muchos demócratas de izquierda e incluso con personas de otras ideologías con quienes se compartan convicciones democráticas o ánimos libertarios. Hay que saber entenderse desde la diferencia.

Siempre le he dado valor a la palabra, pero ayuda ser avalado también por los hechos. Llevo mucho tiempo sosteniendo lo aquí expuesto y he estado desde hace tiempo en la primera línea dando la batalla a favor de una izquierda convencida de que la justicia sólo es posible si también viene acompañada de vida democrática y libertades ciudadanas.

Junto con otros compañeros valiosos defendí el derecho del PRD a tomar sus propias decisiones frente a la tradición caudillista que sólo acepta subordinación, no obstante el estigma del que fuimos objeto. Difícil y dolorosa confrontación que se volvió una irracional, casi suicida, lucha fraticida. Pero valió la pena resistir, pues hubiera sido mucho peor -derrota de dimensiones culturales- someterse a una pretendida “voluntad suprema” que proscribe el derecho a disentir. En toda mi trayectoria política he enarbolado un principió ético básico: decir y sostener lo que pienso.

Ignoro si por estar en precampaña debo incluir que “el presente escrito está dirigido a militantes del PRD”, pero no vaya siendo. Espero contar con ustedes y hacer equipo. ¡Un hereje al Congreso!… ¿qué no?

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domingo, 12 de febrero de 2012

DE LAS ALIANZAS A LA REUNIFICACIÓN

Fernando Belaunzarán
Texto publicado en la revista Enfoque del Periódico Reforma el 12 de febrero de 2012

No los unió el amor sino la necesidad. Las alianzas electorales del PRD con el PAN en 2010 se dieron para construir opciones competitivas frente a cacicazgos estatales priistas que de otra manera heredarían el poder sin contratiempos. El éxito que tuvieron llevó a pensar que se podría repetir la experiencia en la elección presidencial y eso, como podía esperarse, entusiasmó a unos y asustó a otros.

No se trataba sólo de equilibrar el poder del cacique local. El clima político desde el principio del sexenio de Felipe Calderón favoreció al PRI. Ese partido supo capitalizar la polarización que se dio en el 2006 y que se extendió por los muy cerrados y controvertidos resultados.

Si Andrés Manuel López Obrador no se benefició del rápido desgaste del titular del Poder Ejecutivo fue porque su estrategia para enfrentarlo lo desgastó también a él y le generó, al igual que al PRD, un alto rechazo ciudadano. Las urnas dejaron de ser la apuesta y algunos pensaron que podían provocar una aguda crisis política por la presión popular y la descomposición institucional, y que aquél resurgiría de ella como la única opción para recuperar la estabilidad en el país.

Los resultados para la izquierda de esa apuesta fallida están a la vista: el costo electoral fue muy alto, perdió tres gubernaturas (dicho esto sin eximir de la responsabilidad a sus gobiernos), se dividió y, junto con la decepción social generada por la frustrante alternancia panista, preparó un terreno propicio para el PRI. AMLO rectificaría radicalmente, pero en otra ruta, la de "la unidad de las izquierdas", y una vez derrotada la "amenaza aliancista".

La herida abierta del 2006, acicateada constantemente como estrategia política, hizo que la idea de la alianza fuera "anatemizada" desde el principio por los sectores duros y presuntamente "puros", no obstante que habían sido utilizadas en el pasado y que negarse a ellas condenaba a las sociedades de esas entidades a la continuidad caciquil y favorecía el camino del PRI a Los Pinos.

Jesús Ortega y Manuel Camacho actuaron con audacia y valor al enfrentar presiones y anatemas. De lado del PAN, los enemigos de las alianzas también tenían peso específico, como Vicente Fox o Diego Fernández de Cevallos, pero no usaron las plazas para tratar de reventarlas. No pocos comunicadores hicieron eco de la especie de que eran "contra natura", como si eso pudiera existir en política y como si no hubiera innumerables ejemplos en las democracias consolidadas de coaliciones de ese tipo. En ese ambiente adverso se concretaron las alianzas para enfrentar la continuidad priista en cinco entidades en el 2010 y tuvieron un éxito notable. Los ciudadanos las avalaron con el voto.

¿Por qué en la elección más importante y estratégica, que era la del Estado de México 2011, no se insistió en lo que había funcionado y se regresó al esquema de la oposición dividida que presagiaba fracaso? Porque ésa definía, en buena medida, la estrategia, y con ello la candidatura, de la elección presidencial.

El PRI y Enrique Peña Nieto salieron fortalecidos de los comicios mexiquenses, cuyos resultados siempre fueron previsibles al no haberse concretado la alianza. A cambio, la izquierda ganó en unidad, pues al no conseguir la mayoría calificada que se requería en el Consejo Nacional del PRD, los aliancistas no tuvieron más que asumir la alternativa propuesta por López Obrador y Alejandro Encinas: ir unidos, pero sólo con las izquierdas.

Cierto que esa decisión significó un corrimiento hacia el extremo, pero Andrés Manuel implementaría a partir de ahí un viraje brusco hacia el centro, enarbolando la conciliación, comprometiéndose con la institucionalidad democrática, dejando atrás el 2006, erradicando de su discurso las referencias a "mafias" y "traidores"; en fin, adoptando mucho de lo que los "anatemizados" "chuchos" le pedían, e incluso yendo más allá. Ante la incredulidad de la opinión pública, convocó a construir una "República amorosa", lo que llamó poderosamente la atención. Hizo su aparición un "nuevo AMLO".

López Obrador tiene el reto de que le crean sectores que todavía lo ven con recelo. Seguramente le ayudaría hacer explícita la autocrítica que lo llevó a cambiar de estrategia con el compromiso de no recaer en ciertas prácticas. Pero la unidad también le ayuda. En ese sentido, el reencuentro con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas es de gran trascendencia y de seguro se sentirá positivamente en las tendencias electorales.

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martes, 7 de febrero de 2012

CUAUHTÉMOC, AMLO Y EL 2012

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Los discursos pueden ser puentes entre distintas visiones, puertos para salir de lo conocido y trillando hacia otras latitudes, mazos para derribar viejas y gastadas “verdades”, radares que buscan orientarse en escenarios insólitos, canteras listas a edificar nuevas construcciones, telescopios que buscan respuestas, faros que indican el camino para no perderse. Pero también pueden ser murallas infranqueables, planetas sofocantes y sin oxigeno, cometas proféticos de calamidades indescriptibles o de salvaciones milagrosas, tablas de la ley perennes e incuestionables, el “único camino” para llegar a la tierra prometida, alambres de púas para resguardar la pureza de la secta, cepas de virus que contagian odio, hogueras para herejes. En ese sentido, cuando un discurso incluyente, constructivo, abierto, tolerante y pluralista se impone sobre su opuesto debe ser motivo de regocijo. Eso fue precisamente lo que sucedió en el reciente acto del rencuentro entre Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

Pocas campañas tan infames e injustas como la desatada contra el Ingeniero Cárdenas tras los sorpresivos y traumáticos resultados del 2006. La imposibilidad de la autocrítica dio paso al dedo flamígero que repartía culpas y estigmatizaba a todo aquel que no se hubiera sumado al coro de los convencidos. Lo mismo sucedió, entre otros, con el Subcomandante Marcos, con periodistas y comunicadores, con instituciones y empresarios, con organizaciones y autoridades de todo tipo. Y luego se siguió de largo con lo que vino durante y después del conflicto postelectoral, proscribiéndose la discrepancia y linchado moralmente a quienes sostuvimos que apostar a la descomposición política para emerger como salvador en la crisis era equivocado. La lista de los “traidores” se hizo interminable.

Sería absurdo y mentiroso negar que hubo “guerra sucia” contra AMLO, que se acreditó jurídicamente la intromisión ilegal del presidente y de organismos empresariales en la contienda electoral, que quedó exhibida la pequeñez y grisura de autoridades electorales que no pusieron orden en las campañas o que les faltó valor para recontar o anular el proceso. Pero sin duda que también hubo fallas propias de parte de la candidatura de la izquierda y una de ellas fue pensar que se tenía el triunfo en la bolsa y que se podía prescindir de apoyos importantes, como el del Ingeniero Cárdenas.

Es cierto que Cuauhtémoc pudo involucrarse de manera activa en la campaña del 2006, que incluso debió hacerlo; pero también lo es que se le trató con desdén y que el candidato López Obrador no hizo nada para procurar que tal respaldo se manifestará. No le quería deber nada a quien fuera su tutor y promotor político; quizás hasta le motivaba el hecho de llegar a la presidencia sin necesitarlo. Era también una lucha por la historia o, mejor dicho, por el lugar de cada quien en ella.

No justifico a ninguno de los dos, pues en ambos debió imperar el interés del proyecto y con su distanciamiento acabamos perdiendo todos. Sin embargo, hay que poner las cosas en su justa dimensión y, por supuesto, aprender de los errores. Por eso no puedo sino aplaudir el evento memorable en el que se hizo patente su rencuentro. Cuauhtémoc aportó la visión del estadista y manifestó su apoyo al candidato de las izquierdas con propuesta y proyecto; Andrés Manuel mostró genuino ánimo unitario reconociendo los aportes históricos y programáticos del Ingeniero, llamando a otros a unirse y reiterando su mensaje de conciliación. El acto sepultó al discurso intolerante que fue cultivado durante cinco años y aportó credibilidad a la imagen moderada del nuevo AMLO.

La trascendencia del evento rebasa a la coyuntura electoral y tienen resonancias culturales. En sí mismo, significó que la unidad se construye sin subordinación, con respeto a la pluralidad, asumiendo que la discrepancia no sólo es válida sino enriquecedora. Se demostró que un liderazgo no se fortalece achicando a los demás, que del respeto y el reconocimiento mutuos se pavimenta el trayecto que se ha de caminar juntos. El discurso del Ingeniero fue magistral, como muchos que le conocemos, pero el acto ya era el mensaje. No es casual que Marco Rascón haya sido el moderador, otro de los estigmatizados y atacados injustamente por el fanatismo. Por ello es que podemos decir que la intolerancia sufrió una promisoria derrota.

Hay muchas coincidencias importantes en los proyectos de los dos líderes, pero también algunas diferencias que, por supuesto, son transitables en la coexistencia democrática. Por ejemplo, Cuauhtémoc Cárdenas se compromete con los matrimonios entre personas del mismo sexo y con el derecho a decidir la interrupción del embarazo por parte de las mujeres sin necesidad de consulta. Como era de esperarse, el ex gobernador de Michoacán no habla del “déficit 0” al que se comprometió AMLO con algunos empresarios y que bien debiéramos discutir, pues ese punto es el primer mandamiento del llamado “Consenso de Washington” y, como se ha comprobado, no ayuda al crecimiento y es inviable.

Es de destacarse la reivindicación histórica que hizo Cuauhtémoc Cárdenas del PRD y de su proyecto originario. Es evidente que ese instituto político debe transformarse de manera profunda y corregir vicios, y lo debe hacer sin perder sus raíces y sin olvidar su razón de ser. Creo leer entrelíneas su intención de preservar al PRD –que no significa mantenerlo cómo está- en las palabras del primer fundador de ese partido que tuvo como indiscutible logro el de propiciar la unidad de las izquierdas, ahora que la sombra de la división lo acosa.

El evento debió darse en 2006, pero es muy bueno que se haya dado ahora. Señal de que López Obrador sí sacó lecciones de aquella contienda. Lo mismo demuestra al acudir a universidades, demandar más debates y dejar atrás el discurso maniqueo y de estridente confrontación. Está actuando con inteligencia y audacia en un escenario que no le era propicio. Su estrategia de unidad y conciliación es correcta y seguramente le dará resultados. Frente a la amenaza de la restauración del viejo régimen y la indeseable continuidad tras doce años decepcionantes tras la alternancia, existe un escenario propicio para la izquierda que AMLO puede aprovechar.

El reto de López Obrador es vencer el escepticismo hacia su nuevo discurso que todavía hay en ciertos sectores y que se sigue manifestando en los negativos registrados en las encuestas. Pero sin duda que el respaldo de Cuauhtémoc Cárdenas y la unidad en las izquierdas le ayudan a ese propósito. Me atrevo a sugerir que sería de gran ayuda, en ese mismo sentido, que asumiera el error de cerrar Reforma y se comprometiera a no hacerlo de nuevo. En cualquier caso, el evento de Cuauhtémoc y Andrés Manuel es un buen mensaje a la sociedad y no debiéramos escamotearle su dimensión histórica.

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miércoles, 1 de febrero de 2012

EL CÁNDIDO DUARTE Y SU MALETA DESALMADA

Fernando Belaunzarán
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Arthur Conan Doyle, a través de su inmortal Sherlock Holmes, demostró que no existía el crimen perfecto. El gobernador de Veracruz, Javier Duarte, no sólo lo confirmó sino que se fue al otro extremo, queriendo que se le trate como inocente a pesar de que todo lo incrimina, empezando por sus absurdas explicaciones. Es un notorio culpable que se sabe intocable y no le importa que le crean, pues para eso sirve, entre otras cosas, el poder en México. Su torpe y delirante defensa ante el hallazgo de 25 millones de pesos en efectivo transportados en su avión y por su personal, lo convierten en un notable exponente de lo que podemos llamar “el crimen cínico”, aquel que se niega con las palabras, pero expresa un exultante “sí y qué”.

El dinero público no puede manejarse como se paga el rescate de un secuestro. La normatividad no lo permite e impone controles estrictos en el manejo del gasto, y aun cuando los gobernantes suelen encontrar las maneras de eludirlos y darles la vuelta, de ninguna manera como para erogar un monto de 25 millones de pesos en efectivo y por adelantado, puesto que está explícitamente prohibido. No es que Javier Duarte y su Secretario de Finanzas, Tomás Ruiz, no lo sepan, sino que la historia para justificar esa ilegalidad se fabricó después de que los cacharon con las manos en los millones.

La “coartada”, si así se le puede llamar, es insostenible. Dice el gobierno de Veracruz que el traslado de los 25 millones en una maleta se debió para pagar a la Empresa “Industria 3” por la organización de los eventos de la Candelaria, el Carnaval de Veracruz y la Cumbre del Tajín. Y argumenta que el pago en efectivo se debió a la “urgencia” de hacerlo como si la forma más rápida y segura no fuera la transferencia bancaria, la cual, por cierto, puede hacerse por internet a cualquier hora del día o de la noche, algo que no sucede con la entrega de dinero por parte de los bancos.

Como lo publicó Reforma, para sostener la afirmación oficial del gobierno de Veracruz, se distribuyó, no una, sino dos facturas, ambas emitidas el sábado 28 de enero, un día después del decomiso. La que presentó el gobierno de Veracruz fue emitida a las 21 horas con 25 minutos, mientras que la otra, difundida por la empresa, 2 horas y media después. Si hicieron la factura (cualquiera de las dos) con posterioridad a que el dinero fuera asegurado -hecho absolutamente irregular que apunta hacia la fabricación de pruebas- entonces no existe nada que permita suponer que no se hizo lo mismo con el contrato presentado. Es cierto que éste tiene fecha del 23 de enero, pero carece de sellos oficiales y sus clausulas de pago son por demás absurdas.

Por principio de cuentas, y como era de esperarse, ese “contrato” se otorgó sin licitación, es decir, que la adjudicaron directa de los tres actos se le dio a una sola empresa y todo quedó asentado en el mismo documento. Si eso huele mal, pero aun que quedara asentado que el pago se haría en transferencia bancaria o pago en efectivo cuando esto último no está permitido por la normatividad administrativa. Se puso en el contrato que el gobierno de Veracruz podía violar la ley para cubrir el costo, lo cual parecería una torpeza, a menos que supieran que efectivamente eso iba a pasar. En la “urgencia”, Duarte decidió usar la forma más difícil, tardada y riesgosa. ¿Por qué? Porque es mentira.

El sentido común sepulta la versión oficial por todos lados. Si para el gobierno la forma de pago es la más complicada y menos eficiente, a la empresa tampoco le conviene porque paga impuestos por cada 15 mil pesos que deposite en efectivo –¿o acaso iban a meter el dinero abajo del colchón. Para cubrirse, Industria 3 alega que “no sabía” como le pagarían, pero entonces, ¿por qué estipulan en el contrato que se puede pagar de manera ya no sólo ilegal sino también inconveniente para ambos?

Otra cosa no aclarada es la razón por la que existía esa “urgencia” de pagar el 100% cuando faltaban, es verdad, sólo cinco días para la Candelaria, pero tres semanas para el Carnaval y a cerca de dos meses para la Cumbre del Tajín que es del 17 al 21 de marzo. Ponen un anticipo del 50% para cubrir el complemento a tan sólo tres días de distancia, pero deciden pagarlo todo de una vez, antes incluso de que comience el primero de los tres eventos y; por si fuera poco, en efectivo.

Peor aun si pensamos lo que debió ocurrir para que algún banco les diera esa cantidad en efectivo. No es sencillo. Tienen que juntar el dinero y establecer altas medidas de seguridad. Luego, el traslado siempre es riesgoso y en Toluca sólo lo esperaba un escolta que, por cierto y al igual que el mandadero, no aparecen en la nómina publicada del gobierno del estado, aunque éste asegura que sí son sus empleados.

El caso es que sin que nada coincida y atentando contra la lógica más elemental, Javier Duarte y Tomás Ruiz quieren convencernos de que era mejor y más seguro enviar el dinero en una maleta con un propio que teclear en una computadora el traslado. ¡Extraña urgencia que obliga a hacer todo más difícil! Por cierto, ¿pensaban gastárselos 25 millones, incluyendo lo del festival que sería 50 días después, en un fin de semana o por qué no podían esperar al lunes?

Por si todo eso fuera poco, tras una larga jornada tratando de convencer que todo se hizo bien, Javier Duarte hace renunciar al tesorero del estado, Vicente Benítez. Si todo fue correcto, como aseguraron hasta la saciedad, ¿por qué cortarle la cabeza al encargado de hacer el trabajito? La salida del funcionario sólo confirmó que la versión oficial había nacido muerta. Y es que se tendrá que dar a conocer de qué banco y de cuál cuenta se tomó el dinero y a qué partida corresponde. Duarte está comprobando un dicho del puerto: “para mentir y comer pescado, se necesita mucho cuidado”.

La empresa sabe muy bien que el encubrimiento es un delito y no es casual que sea un abogado contratado el que esté dando la cara por ella y no un directivo. Todo indica que se prestó a ser tapadera dentro de una historia inverosímil. ¿Por qué lo hace? Porque en México la impunidad es deporte nacional de los poderosos y jugar de su lado es garantía de gozar de ella y de las mieles de la corrupción. Tal desvergüenza frente a la ciudadanía es verdaderamente perniciosa, pues no hay manera de establecer un Estado de Derecho si la sociedad observa que la ley no vale para los encargados de hacerla valer y se roba con descaro sin que pase nada más allá del escándalo, el cual sólo hace más evidente que el dinero público en realidad se vuelve propiedad privada de los gobernantes.

Javier Duarte es muy generoso con la publicidad gubernamental y, por ello, goza de lo que se conoce como “buena prensa”, incluyendo a la que se dice "independiente" como La Jornada. En cualquier país medianamente democrático, el descubrimiento de una maleta repleta de dinero público para hacer una supuesta transacción al estilo del crimen organizado lleva a la renuncia en medio del escarnio público. Aquí sorprende la condescendencia con la que algunos medios lo tratan. Por fortuna, eso no ocurre en las cada vez más influyentes redes sociales, lo que explica por qué la llamada Ley Duarte, promovida por ese gober sinvergüenza, busca censurarlas.

Mal hace Enrique Peña Nieto en ver la investigación sobre el origen y destino de los 25 millones de pesos como un hecho con tintes electorales, pues deja ver que sus ansias restauradoras van más allá de la nostalgia por el presidente todopoderoso sino que incluye la quintaescencia del viejo régimen priísta, misma que se expresa con una palabra: Corrupción.

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