Fernando Belaunzarán
Honduras pone a prueba la convicción democrática de todas las fuerzas políticas, así como la de los generadores de opinión. Más allá de simpatías o antipatías, de identidades o antagonismos, lo que está sobre la mesa es la fuente de legitimidad de un gobierno y, en ese sentido, la disyuntiva no podía ser más radical y, agregaría, dramática: las urnas o las bayonetas del ejército.
Hay quienes de manera más o menos elíptica y más o menos vergonzante pretenden darle un halo de justificación al golpe de Estado en aquella nación debido a que el gobierno derrocado es parte del bloque bolivariano que encabeza Hugo Chávez, presidente de Venezuela, ciertamente polémico y polarizante. Pero que nadie se confunda ni se engañe, mucho menos que pretenda confundir y engañar a la opinión pública: No existe el golpismo patriótico.
Pero además hay significado profundo de gran trascendencia en lo que sucede en Honduras. En un continente en el que hace no mucho proliferaban las dictaduras militares resulta indispensable detener cualquier intento de regresar en el tiempo y abrir la puerta al nefasto expediente de los golpes de Estado. De ahí la necesidad de tener una posición clara, contundente, sin titubeos, condenando a los golpistas hondureños, desconociendo al gobierno de facto y exigiendo la reinstalación en la presidencia de Manuel Zelaya para que concluya su mandato, en concordancia con los acuerdos de San José.
La llegada del presidente Zelaya a la Embajada brasileña en Tegucigalpa obliga a la comunidad internacional a adoptar posturas más firmes para obligar al gobierno de facto a dejar el poder y que se restablezca el orden constitucional. Y es que los golpistas muestran de manera cada vez más descarada su verdadero rostro, el de gorilas represores, que en un principio pretendieron ocultar tras la farsa parlamentaria que se montó para simular un dejo de legalidad en lo que a todas luces se trató de un golpe de Estado. Han prohibido las manifestaciones públicas e intervenido medios de comunicación opositores. No deja de ser simbólico que hayan usado un campo de futbol para llevar a los detenidos, tal y como aconteció en Chile tras la traición de Pinochet al gobierno de la Unidad Popular en 1973.
El pretexto que se utilizó para dar el golpe, un presunto intento de reelección inconstitucional mediante “apelación al pueblo” por parte de Zelaya se ha desvanecido y es claro, así se estipuló en los acuerdos tomados con Oscar Arias, que, tras regresar al poder, concluiría su mandato y entregaría la titularidad del gobierno al sucesor electo en los comicios presidenciales.
Por cierto, llama la atención que un número importante de editorialistas que con razón han cuestionado esta perversión de la democracia en algunos países de la región donde se recurre a mecanismos democráticos para legitimar el propósito autoritario de perpetuarse en el poder, callen frente a Álvaro Uribe que en Colombia está haciendo exactamente lo mismo. Espero que esa incongruencia no se refleje también en dejar pasar el acoso del régimen golpista a los medios de comunicación no oficialistas y que sus cuestionamientos sean al menos del mismo tono a los que hicieron al gobierno de Hugo Chávez cuando éste decidió, en mi opinión de manera equivocada, negar la renovación de la concesión a Venevisión. Veremos si su compromiso intelectual es con la democracia y la libertad de expresión o mantienen un doble discurso y tales valores son para ellos simples banderas pragmáticas que se utilizan de manera interesada y a discreción en la lucha ideológica contra el llamado “socialismo del siglo XXI” con el que, por cierto, no me identificó, pero considero inaceptable que se le combata con golpes de Estado.
Es significativo que haya sido Brasil el país que le dio cobijo en Tegucigalpa al presidente derrocado, pues dicha nación representa un paradigma distinto de la izquierda latinoamericana. Una decisión afortunada, pues muestra unidad de la región contra el gobierno de facto encabezado por el tal Michelleti y la decisión de no permitir un solo paso atrás en el avance fundamental de reconocer como única vía de legitimidad de un gobierno el voto ciudadano. El gran éxito de Lula como gobernante (es el más popular de América Latina) y su importante prestigio internacional se pusieron en la primera trinchera de una causa justa y apremiante. Justo es decir que el gobierno de Obama ha actuado de manera distinta respecto de administraciones norteamericanas anteriores que promovieron y cobijaron regímenes producto de golpes de Estado y que, por el contrario, ha contribuido a dejar sin agarraderas al golpismo hondureño. Hay que reconocer también que en este punto el gobierno mexicano ha actuado bien.
La hostilidad de los golpistas contra la Embajada de Brasil atenta contra el derecho internacional y debe cesar de inmediato. Dejarlos sin agua, evitar la entrada de alimentos, hostigar a los diplomáticos de aquella nación, etc., muestra el verdazo rostro de la dictadura hondureña que con éstas acciones sólo logrará aumentar la solidaridad con Zelaya. Frente a las amenazas de desconocer la inmunidad de del inmueble si no se le informa sobre la “situación” de Zelaya en la Embajada, Lula contestó de manera insuperable: “El gobierno brasileño no acata ultimátum de golpistas ni reconoce como gobierno interino a usurpadores del poder”. ¡Bravo!
De paso…
Alianzas. El PRD anunció una política de alianzas audaz y que debe de aplicarse para lograr avances democráticos en donde no llegó la transición. El país pasó del “presidencialismo autoritario” al “gobernadorismo autoritario”. Por eso vemos verdaderos señores feudales que en las entidades que gobiernan controlan los tres poderes, los órganos autónomos, algunos medios de comunicación y, donde se puede y se dejan, hasta partidos de oposición. Esta concentración del poder ha generado ambientes de cacicazgo y arbitrariedad, donde priva el autoritarismo, la corrupción y la impunidad. Por tal motivo es correcto hacer coaliciones opositoras para buscar la alternancia. Por experiencia dolorosa –recordemos a Fox- sabemos que alternancia no significa necesariamente cambio. Por eso, la alianza debe partir del compromiso explícito y público de un programa de transición en el estado para que no se trate de un simple cambio de personas en el poder… Oaxaca será sin duda el lugar más emblemático de la alianzas el próximo año, porque ahí se juntan los adversarios del 2006 para enfrentar a un gobernador controvertido que pudo terminar su periodo a pesar del gran consenso nacional que existió para sacarlo precisamente porque aprovechó la polarización que generó la pasada elección presidencial. Debe encabezarla el personaje que se comprometa con un programa de transición y tenga las mayores posibilidades de ganar. Pero como de lo que se trata es no sólo hacer una alianza amplia opositora sino de triunfar y, por lo mismo, derrotar a un operador electoral avezado en toda clase de mañas como Ulises Ruiz, esperemos que el candidato que surja tenga la capacidad y el oficio político de sumar e involucrar al mayor número de oaxaqueños a esa importante empresa y, por lo mismo, de superar pleitos pequeños y hacer que todos se identifiquen con el proyecto de transformación… Al popular y folklórico Juanito se le impuso una disyuntiva que se ajusta bien a los conocidos cánones de la Ley de Herodes: si renuncia es un “pelele” y si no lo hace es un “traidor”. Pero la cosa no es para divertirse, pues hay posibilidades de que se presenten hechos de violencia y no es en forma alguna halagüeño para la delegación más populosa del Distrito Federal que su suerte esté al garete de los efectos secundarios de un experimento estrambótico y autoritario. Lo que resulta patético es que quien inventó a “Juanito super star” culpé a todos menos a sí mismo de que se le esté derramando la leche. Él, Andrés Manuel López Obrador, tiene que hacerse responsable y darle solución al problema; hasta la fecha no entiendo por qué se rehúsa a platicar con su creación. Entiendo que los que avalaron “la estrategia tan notable” de votar por uno para votar por la otra que se encuentra en la boleta por otro partido porque en realidad ya no es la candidata empujen para que se cumpla el compromiso mitinero y luego demanden al jefe de Gobierno que, aunque él no juró en la plaza, también cumpla su parte al igual que los diputados locales para que por fin a Brugada se le haga ser jefa Delegacional; pero lo que no pueden esperar ni reclamar mucho menos exigir es que los que no estuvieron de acuerdo ni avalaron ese galimatías sirvan y trabajen para que se lleve a cabo… Marcelo Ebrard tendrá que verse hábil para salir de la trampa en la que el caso Juanito lo metió. Por un lado “el movimiento” va a hacer todo porque no gobierne el susodicho jefe Delegacional electo que compitió por el PT y cualquier titubeo puede costarle el sanbenito de “traidor” y sufrir furibundos ataques por parte del lopezobradorismo al que tanto le debe, teme y necesita; y por otro tiene que cumplir sus responsabilidades institucionales, entre otras, garantizar la toma posesión Juanito, salvaguardar su integridad física y proporcionarle las condiciones mínimas para gobernar si es que el personaje de la banda en la frente se mantiene en su decisión de asumir el cargo por el que formalmente fue electo. Mientras tanto los mexicanos sólo reafirmaran su convicción de que la lucha de los políticos es por el botín…Todo indica que en la elección del titular de la Comisión de Derechos Humanos de DF se impondrá la línea del gobierno con lo que quedará en entredicho la necesaria autonomía de una comisión que entre otras cosas debe vigilar la actuación de los servidores públicos. Emilio Álvarez Icaza realizó una labor excepcional al frente de la misma, al grado de volverse referente internacional, pero al parecer incomodó su independencia y profesionalismo y se prefiere alguien más a modo. Por desgracia, la autonomía que se mostró en la IV legislatura de la ALDF ya no siguió con la V y es más que evidente que de Círigo a Barrales se dio el tránsito de la congruencia a la obediencia… Así como se revisó el caso de la indígena Jacinta Francisco Marcial y se le dejó en libertad, se debe hacer lo mismo con los presos de Atenco cuyas condenas son absolutamente desproporcionadas… En el debate, el insulto es contraproducente. En lugar de grajearse simpatías y convencer a otros, a los que uno no tiene por seguros, se circunscribe a refirmar posiciones inalterables del sector más militante de la causa propia mientras aumenta el desgaste con el resto del mundo. Además, le da una puerta de salida al que está siendo interpelado. Se puede sostener una posición fuerte y crítica sin faltarle el respeto a nadie y eso es mucho más efectivo. Por eso creo que en lugar de perjudicar al gobierno de Calderón, los desfiguros de algunos diputados petistas terminan por hacerle un favor. Tan fácil que es derrotar en el debate con argumentos a una administración incompetente y rebasada por los problemas… Bret Favre, “El General”, a sus cuarenta años volvió a ganar un partido con pase cardiáco en los últimos segundos. El ahora mariscal de campo de los Vikingos sigue demostrando por qué tiene un lugar seguro en el Salón de la Fama…
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