Fernando Belaunzarán
En química es imposible mezclar el agua y el aceite. Pero en política (casi) todo se puede. Y la buena política debe servir para hacer posible lo insólito en beneficio de la comunidad. Es verdad que de entrada parece poco congruente y hasta aberrante que dos partidos con proyectos no sólo diferentes sino en buena medida antagónicos conformen una alianza electoral; más aún cuando en el pasado reciente dichos partidos protagonizaron una confrontación de tal magnitud que polarizaron al país entero y las heridas de aquel entonces permanecen abiertas al grado de coexistir todavía dos presidentes, el “constitucional” o “espurio” y el “legítimo” o “patito” –según sea la posición de quien los nombra. Y sin embargo tal alianza se vuelve pertinente y necesaria en razón del fracaso o al menos limitación de la transición democrática mexicana que no llegó a las entidades de la república o, peor aún, que al reducir el poder presidencial sin acotar a los gobernadores dio pie a que éstos llenaran los vacíos y se convirtieran en personajes todopoderosos sin equilibrios ni contrapesos e instalaran verdaderos cacicazgos muy difíciles de derrotar electoralmente.
En democracia sería impensable una alianza como la que se pretende hacer -para poner el ejemplo más notorio y elocuente- en Oaxaca. Pero en virtud de las condiciones de autoritarismo que privan en esa entidad, el no hacerla garantizaría no sólo la continuidad del mismo grupo en el poder sino también la permanencia estructural del caciquismo corruptor y represor que asfixia la vida política oaxaqueña. La apuesta es la de aprovechar la alternancia para hacer la transición pendiente y necesaria, pues resulta obvio que ésta sería imposible si los mismos se mantienen en el poder.
Por supuesto que hay razones para el escepticismo. En el país la alternancia no significó el cambio prometido. Por el contrario, resulto un verdadero fiasco que desgasto la idea misma de democracia en la ciudadanía. Vicente Fox no sólo hizo menos que Ernesto Zedillo en materia de democracia sino que incluso se convirtió en un factor regresivo con su participación activa tanto en el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, como después en la campaña presidencial del 2006.
Pero además, el priísmo fue derrotado en las urnas, no en la cultura. Gobiernos y líderes de todos los colores han gustado de concentrar el poder, de combatir voces críticas, de heredar cargos y puestos, de echar andar “cargadas”, de hacer causa común con diversos poderes fácticos e incluso, sin pudor alguno, de hacer uso del viejo y mítico dedazo, emblema del viejo régimen. La oposición en el poder se ha convertido más en un elemento preservador del status quo que un factor de cambio.
Las alianzas deben conformarse a partir del compromiso público con un programa de transición política que incluya medidas de desarrollo social para atender las enormes desigualdades que existen. Por supuesto que eso no es garantía absoluta que tras el triunfo los acuerdos se vayan a cumplir. El poder es una droga adictiva que suele llevar al sacrificio de la congruencia en aras de concentrarlo y conservarlo. Tenemos dolorosas experiencias al respecto. Pero es un punto de partida indispensable que debe complementarse con otros compromisos también públicos que ratifiquen la convicción compartida para instaurar equilibrios, contrapesos, transparencia, rendición de cuentas, respeto a la división de poderes y a la autonomía de órganos tan importantes como el electoral, la comisión de derechos humanos y la contraloría. Siempre, lo sabemos bien, se podrá faltar a la palabra, pero al menos, con estas alianzas, existe una posibilidad para hacer realidad el cambio.
Cuauhtémoc Cárdenas ha dado una opinión muy respetable en contra de consumar alianzas entre partidos con proyectos tan distintos. Insisto, si en México hubiera una democracia consolidada y no se hubieran pasado casi todas las prerrogativas no escritas del presidente a los gobernadores y, por lo mismo, no existiera la imperiosa necesidad de hacer una transición política en las entidades de la república, mismas que requieren por fuerza alianzas opositoras para tener oportunidad de triunfar electoralmente a los cacicazgos establecidos, yo compartiría esa misma opinión.
Sería ingenuo y poco serio no encontrar en la posibilidad de las alianzas intereses puramente pragmáticos. A algunos sin duda les entusiasma la idea de mermar al PRI de cara al 2012 y otros sienten que pueden ser beneficiarios personales de tales alianzas. Este cruzamiento de intereses genera confusión y ayuda a que se perciban empequeñecidos los alcances de esta estrategia política. En lugar de colocar en primer plano el interés general de la sociedad aparece el de grupos y personas en lo particular. Por eso también comprendo el cuestionamiento del ingeniero Cárdenas.
Sin embargo, renunciar a las alianzas sería tanto como asumir la perpetuación en el poder de las camarillas que se han formado al amparo de los señores feudales con su estela de autoritarismo, corrupción e impunidad que, por cierto, no pertenecen únicamente al partido del viejo régimen. Por ejemplo, el Yunque gobierna Jalisco y Guanajuato bajo las siglas del PAN y en Tlaxcala ejerce el poder un gobernador al estilo de los virreyes por ese mismo partido. Ser consecuente en este aspecto significa construir frentes electorales de la oposición en esas entidades para abrir la posibilidad a los cambios pospuestos.
Nadie en su sano juicio puede sostener que no significaría un avance democrático quitarles el poder al grupo ulisista de Oaxaca y al Yunque en Jalisco para que en esas entidades gobierne una alianza política bajo un programa de transición. Espero que esa posibilidad y no simplemente su cercanía con Gabino Cue, virtual candidato opositor en aquella entidad del sur, haya hecho que Andrés Manuel López Obrador diera su aval a la alianza con el PAN. Por supuesto, de dientes para afuera nunca la va a avalar explícitamente –cuando le pregunten dirá que él quiere la coalición del FAP-, aunque tampoco la va a atacar. Sin embargo, es obvio que la está consintiendo y que Gabino está operando con su venia -sería impensable otra cosa. AMLO sabe perfectamente, como todo el mundo, que la única forma de derrotar a Ulises Ruiz que acaba de llevarse “carro completo” en las últimas elecciones es incluyendo al partido blanquiazul, pues las condiciones son muy diferentes al 2006. A mi me parece que la simulación es una práctica perniciosa y carente de ética, pero cada quien su estilo. Lo importante es que, por la razón que sea, un personaje que cuenta todavía con una fuerza considerable en la región, está impulsando, así sea de manera subrepticia y vergonzante, la alianza opositora.
México vive una democracia en buena medida frustrada. Los gobernadores -salvo contadas excepciones que a lo mejor no lo son por su gusto- controlan a los otros poderes, a los órganos formalmente autónomos, a diversos medios de comunicación y hasta a algunos partidos de oposición. El poder se sigue concentrando en pocas manos y el régimen político es cada vez más disfuncional. La sociedad mexicana está viviendo un desengaño de la democracia sin ni siquiera haberla vivido a cabalidad y, por lo mismo, los avances logrados están en riesgo y el pasado autoritario amenaza con regresar. Pero, ¿cómo construir una democracia sin demócratas? Ese es tema para otro artículo.
De paso...
Brasil. Lula se acerca a su último año de mandato instalado en los cuernos de la luna. Además de ser el presidente mejor evaluado y con mayor popularidad en América Latina, de tener a su país con los mayores índices de crecimiento de la región, con éxitos notables en el combate a la pobreza y respondiendo bien a la crisis económica mundial, consiguió los Juegos Olímpicos para Río de Janeiro en el año 2016 que a él no le tocará organizar, pues, y esto me parece notable y exaltable en los tiempos que corren, no tiene ánimos reeleccionistas después de su segundo y constitucionalmente último mandato, negándose a explorar siquiera cualquier posibilidad de perpetuarse en el poder. El éxito del líder sindical –que por cierto estuvo en 1990 en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, hoy lamentablemente privatizado- debiera hacer reflexionar a la izquierda mexicana y tomar ejemplo no sólo de cómo se ejerce el poder sino también de cómo llegar a él. Recordemos que el actual presidente brasileño fue vetado por los poderes fácticos de su país y sufrió una inclemente “guerra sucia”. Por desgracia, Andrés Manuel que pudo decidir ser Lula prefirió ser Evo, lo cual digo sin detrimento del presidente Boliviano, al cual respeto. El punto es que México se parece mucho más a Brasil que a Bolivia. Recordemos que en éste último país el voto de las etnias representa más de la mitad del padrón electoral. Con los pueblos indios movilizados y el apoyo de sindicatos de gran tradición de lucha pusieron en jaque a la oligarquía boliviana y pudieron ganar las elecciones sin considerar a la clase media. En cambio, tanto en México como en Brasil es impensable el triunfo electoral sin una alianza pluriclasista. El costo para la izquierda de esa mala elección ha sido grande y al menos por un tiempo lo seguirá -seguiremos- pagando… Para desgracia de las audiencias de espectáculos cómicos, pero para fortuna y alivio de los habitantes de Iztapalapa, terminó la tragicomedia protagonizada por Juanito. Se debe reconocer que Marcelo Ebrard resolvió el asunto en 20 minutos y que además le salió, como se dice, redondo el numerito. No sólo le arregló el problema a López Obrador sino que lo hizo cuando le resultaba más conveniente. Es obvio que siempre tuvo a la mano la llave para doblar al popular personaje que un día hacía alarde de sus músculos con fisicoculturistas y al otro anunciaba sus afecciones cardiacas para decir que siempre sí hacía lo que se había dedicado a reiterar que no haría. Esta administración del conflicto por parte de Marcelo le permitió prácticamente borrar de la escena mediática los reveces en Miguel Hidalgo y Cuajimalpa el día en que se dieron, desgastar la figura de su potencial competidor rumbo a la candidatura del 2012 y aparecer como el salvador de la situación. ¿Y Juanito? Pues volvió a ser Juanito y ahora sí para siempre… Para recuperar credibilidad el PRD debe dar como gobierno lo que exige como oposición y aprovechar la vitrina del DF para mostrarse al resto del país. En ese sentido lo acontecido en la ALDF el día de la toma de posesión con los jefes Delegacionales es absolutamente desafortunado. En lugar de mejorar su imagen, con este tipo de actitudes rijosas de algunos diputados locales, el partido se muestra incapaz incluso de actuar con tolerancia y respeto a las normas y a las instituciones en donde tiene mayoría y gobierna. Y a diferencia de lo que ocurrió con la IV legislatura en la que se privilegiaron los acuerdos con las demás fuerzas, en esta nueva, la V, tras la negociación aún no explicada con Elba Esther Gordillo para que diputados del PANAL se fueran a Grupo Parlamentario del PRD y así éste tuviera mayoría absoluta –ignoro por qué le dicen a esto “el pacto de los Chuckys”- se recurre al burdo mayoriteo y al agandalle. Por cierto, nadie en México va a culpar de eso a Barrales… La Comisión del DF en la Cámara de Diputados es de cuarta categoría y su incidencia en los asuntos de la ciudad es mínima. Si lo que preocupa es que Gabriela Cuevas utilice mediáticamente su cargo como presidenta de esa comisión, lo único que se hizo al estallar el escándalo es darle mayor notoriedad y ponerle los reflectores encima… La UNAM presentó una propuesta sólida para enfrentar la crisis económica y prepara otra para enfrentar el problema del agua. Con ellos se demuestra una vez más que el fortalecimiento a las universidades es la mejor inversión a futuro. Espero que no se cometa la estupidez de recortarle recursos a la educación pública… Fue correcta la decisión del juez de liberar a Ramsés Villarreal. No es admisible que con el pretexto de combatir al “terrorismo” se pasen por alto las garantías individuales y los procedimientos legales. Es importante cerrarle el paso a la arbitrariedad. Si Arturo Chávez Chávez inició su gestión con el pie izquierdo por las certeras críticas que recibió, ahora al dar su primer paso se resbaló… Lucía Morett salvó la vida de milagro en un ataque contrario al derecho internacional, es decir, ilegal por parte de Colombia en territorio de otro país, Ecuador. En dicho operativo militar no sólo fueron asesinados guerrilleros colombianos sino también estudiantes mexicanos. En lugar de reclamar la extradición de Lucía Morett, Colombia debiera estar en el banquillo de los acusados por su acción contraria a derecho y violatoria de la soberanía de una nación vecina y México debe exigir reparación del daño a los deudos. En el supuesto de que Lucía hubiera cometiendo un delito por su presencia en el campamento de las FARC a quien le correspondería en todo caso pedir cuentas es al gobierno de Ecuador. Ahora bien, me parece que, en cualquier caso, Lucía Morett debe permanecer en México y desde aquí defenderse… El diálogo en una situación tan volátil como la de Honduras debe saludarse. Esperemos que las gestiones de la OEA tengan éxito y Manuel Zelaya regrese a la presidencia y con ello las elecciones presidenciales puedan tener legitimidad y reconocimiento internacional… La torpeza del Secretario del Trabajo; Javier Lozano, está apunto de escalar un conflicto de alcances mayores con el Sindicato Mexicano de Electricistas. Las tentaciones de aprovechar las diferencias intersindicales para golpear a ese sindicato independiente y combativo están presentes y no entiendo la temeridad gubernamental al abrir otro frente por demás explosivo… Me siento de luto por la irreparable muerte de Mercedes Sosa, cantante comprometida con la libertad y la democracia en América latina. ¡Qué vivan los estudiantes!...
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