martes, 23 de febrero de 2010

EVO Y AMLO

Fernando Belaunzarán

Nada parece más difícil en el México de hoy que tratar de hacer una crítica equilibrada de personajes polémicos que de alguna manera remuevan las pasiones desatadas en el 2006. Es como vivir una final de futbol dentro de una de las barras “ultras” en el estadio y no tener más que entregarse incondicionalmente al equipo propio y demostrarle odio al contrario. Sin embargo, me voy a arriesgar, sabiendo de antemano que, como ya es costumbre, acabe mal con los dos extremos en pugna. De cualquier manera, no escribo para agradarles a éstos, a aquéllos o a otros.

La visita de Evo Morales a la Ciudad de México puso de manera (casi) explícita lo que de por sí ya se sabía: la identidad de Andrés Manuel López Obrador con él, al menos desde el movimiento post electoral del 2006. Eso en sí mismo no tiene nada de censurable e incluso parece entenderse, pues el presidente boliviano es un viejo luchador social que subió hasta la primera magistratura de su país gracias, entre otras cosas, a la fuerza de movilización que siempre mantuvo como líder opositor. Por eso, el punto fundamental de controversia, según mi punto de vista, no deviene como pudiera pensarse de la opinión buena, mala o equilibrada que se tenga de Evo sino en la pertinencia de la comparación, de sí se acredita o no un paralelismo que pudiera llevar a tomar como paradigma la experiencia de la izquierda boliviana para hacerse democráticamente del poder.

Por supuesto, no niego mis cuestionamientos al bloque de países encabezados por el presidente venezolano, Hugo Chávez -entre otros el perniciosos hecho de modificar las leyes para reelegirse y permanecer en el poder- ni mi clara predilección por Lula y por el próximo mandatario de Uruguay, el antiguo dirigente tupamaro Pepé Mújica, pero considero que no es la discusión sobre la congruencia o superioridad de un tipo de izquierda sobre otro lo que nos puede llevar a entender el drama que sufrió la izquierda mexicana que en 2006 acarició la Presidencia de la República y tres años después se encuentra como una opción debilitad y circunscrita a su voto duro aún cuando es notorio el fracaso de la administración calderonista y debió haber sido natural que los ciudadanos voltearan con esperanza hacia el principal opositor, lo que evidentemente no ocurrió, sino que se dio un proceso en sentido contrario, de aislamiento y cultivo del rechazo creciente de amplias franjas del electorado.

El punto de quiebre fue la reacción ante los resultados cerrados, opacos y dudosos de la elección presidencial del 2006. Ahí AMLO decidió escalar el conflicto con la ingobernabilidad a partir de acciones de fuerza en las calles. Muy posiblemente lo hizo teniendo en la cabeza a Bolivia y al movimiento que llevó a la presidencia a Evo, el cual fue por esas fechas invitado y desinvitado -tras los cuestionamientos de un sector influyente de la opinión pública- por el entonces jefe de gobierno, Alejandro Encinas. Y es que con esta lectura todo coincide. Evo Moráles tras perder por corto margen con Gonzalo Sánchez de Lozada tuvo a ese gobierno en un puño a partir de movilizaciones que paralizaban al país y que tuvieron como detonante la defensa de la propiedad nacional de los energéticos (el gas natural), al grado que lo hizo renunciar. Cuando AMLO decía que tendría “a mecate corto” a Felipe Calderón es imposible no hacer el paralelismo con quien presumía que gobernaba desde la oposición.

Evo tuvo la virtud de cohesionar a las distintas etnias indígenas que juntas son mayoría absoluta del padrón electoral, de tal suerte que pudo darse el lujo de prescindir de las clases medias, despreocuparse de la opinión pública y confrontarse con la nata de la oligarquía y ganar la elección. También fue hábil en mandar un mensaje a los sectores ilustrados y a las clases pudientes: “el único que puede garantizar gobernabilidad soy yo, porque soy el que domino las calles.

Cabe recordar que el actual presidente de Bolivia tiene una trayectoria muy importante como líder comunitario y luchador social. Defendió el uso tradicional de la hoja de coca, reivindicó el nacionalismo frente a las trasnacionales y la ola privatizadora. AMLO por su parte se ve de manera muy parecida, pues encabezo las luchas por mejores condiciones para las comunidades dónde PEMEX se ha instalado y ha tomado como bandera principal la defensa de la propiedad nacional de los energéticos. Pero en esa identificación personal, pero sobre todo estratégica, López Obrador se enfiló a su autoanulación, al desgaste y aislamiento fulminante que a tres años de distancia lo tienen sin ninguna posibilidad de ganar la elección presidencial del 2012; algo muy cercano al suicidio político.

México necesitaba un Lula, pero Andrés Manuel López Obrador prefirió ser Evo. Esto, como dije, no tendría nada de malo a no ser que nuestro país se parece mucho más a brasil que a Bolivia. Para ganar electoralmente en los dos países más grandes de América Latina se requiere forzosamente de las clases medias y es importante tener acuerdo al menos con una parte de la burguesía nacional. La insurrección civil no llegó, pero eso no hizo que se rectificara. En lugar de buscar revertir el veto de poderes fácticos y ganarse el favor de algunos de quienes lo combatieron como lo hizo en su momento el actual presidente de Brasil, AMLO se ha mantenido en el mismo discurso de confrontación, se ha hecho con sus palabras una cárcel que lo hacen el político más predecible del país y, lo que es más grave, a situado a la izquierda política en su peor momento desde 1991 y ayudado al PRI que se encontraba en la lona en el 2006 a reposicionarse al grado de ser favoritos para regresar a Los Pinos en la próxima elección presidencial.

Las alianzas son fruto de esa debilidad y la única posibilidad que queda para electoralmente cambiar la situación de opresión que priva en muchos estados del país, así como de equilibrar en algo la competencia rumbo al 2012. Pero quitarle territorios al PRI es del todo insuficiente. La izquierda si quiere tener posibilidades de ganar tiene que abrirse a un candidato de la sociedad que pueda librar el voto de rechazo y generar esperanza en virtud de su prestigio, autoridad moral y capacidad de recuperar a los votantes perdidos y de sumar a diversos sectores sociales a un proyecto fresco y ciudadano. Quien puede encabezar ese esfuerzo se llama Juan Ramón de la Fuente.

De paso…

Cumbre. Brasil es el motor del bloque latinoamericano recién conformado. Más allá de “la nota” dada por la enésima escaramuza entre los presidentes de Colombia y Venezuela, Álvaro Uribe y Hugo Chávez, el hecho tiene una gran significación. Es la oportunidad, no de pelarse con los Estados Unidos como algunos quisieron ver, sino de establecer una relación con nuestros poderosos vecinos del norte como región y bajo otras condiciones que ayuden a disminuir las inequidades entre una y otra parte, así como diversificar las relaciones con otras partes del mundo… Ulises Ruiz está deseperado y ya no halla qué hacer para debilitar la alianza opositora. Si supiera que el mejor argumento, razón y motivación de juntarse en una coalición es él mismo... Reacciones airadas, desproporcionadas y sin razón provocó el mitin de Evo Morales en Coyoacán. Ánimos crispados que demuestran hasta que punto muchas personas siguen ancladas en el 2006. En un país democrático a nadie se le debe coartar el derecho a la libre expresión, sea o no jefe de Estado… Ciudad Juárez es el rostro del fracaso, la muestra más palpable de una estrategia fallida que tiene teñido de rojo al país y la constatación del mayor riesgo que se tiene a la estabilidad y seguridad nacional. Urge replantear métodos y objetivos. No veo otra que discutir en serio la regulación, es decir, legalización de algunas sustancias para pegar en el bolsillo de los cárteles. Las consecuencias de no rectificar podrían ser devastadoras e irreversibles… En menudo lío se metió Javier Aguirre por sufrir un ataque de sinceridad siendo el entrenador de la selección… Las chivas imparables. Siete al hilo…

1 comentario:

Julio C. Roa dijo...

Coincido parcialmente con tu análisis.
Por qué? Si bien AMLO ha cometido errores en cuanto como llevar su movimiento después del fraude electoral, considero que la mala imagen no es debido a que López Obrador cometió errores, la imagen negativa ha sido creada por el grupo de poder que quiere un status quo, este grupo con el uso de Televisión principalmente ha creado una imagen negativa. Si un Ángel recibiera los constantes ataques por 4 años consecutivos te aseguro que la imagen de ese Ángel seria más de un Diablo.
El problema de México no es AMLO, el problema real es que el grupo de poder a través de medios manipula información, ellos crean mártires y villanos!
Si AMLO quiere llegar a ser presidente le recomendaría utilizar al publicista que hizo ganar a Fox. Solamente así puede llegar. El grupo en el poder se debe vencer con la misma arma Mercadotecnia politica!