Fernando Belaunzarán
Es para no dar crédito. Si alguien hubiera entrado en coma tras las elecciones del 2006 y acabara de despertar le sería imposible entender el vuelco que han dado los acontecimientos desde entonces. Se acabó la relación de suma cero entre los dos grandes antagonistas de ese proceso y ambos sufren desgaste y descrédito, a diferencia del tercer actor que se encontraba en la lona y que ahora se vislumbra con una amplia delantera en la carrera de la sucesión presidencial. La situación económica del país es alarmante y los costos para Felipe Calderón y su gobierno son crecientes. Sin embargo, el malestar social no está siendo capitalizado, como ocurriría en cualquier país del mundo, por el principal líder opositor y su partido, cuyo respaldo se reduce hoy al voto duro. Peor aún, el que ha crecido a costa de los polos que se enfrentaron hace tres años es la opción del pasado autoritario. Comprender por qué sucedió este fenómeno para tratar de revertirlo debiera ser la tarea fundamental del próximo Congreso Nacional del PRD que se ha planteado como meta refundar al partido.
Dos valores en tensión definen el difícil acertijo que tiene por delante el PRD de cara a su Congreso Nacional: unidad y cambio. Se podría decir que ambos valores son perfectamente compatibles y que, dada la contundencia de los golpes recibidos, con objetividad y sentido común se podrían sacar lecciones adecuadas y, aunque sea por instinto de supervivencia, las corrientes y los líderes debieran coincidir en los cambios orgánicos y de rumbo que permitieran romper la inercia del aislamiento y al menos intentar que la izquierda sea nuevamente opción en el 2012. Sin embargo, y por desgracia, la situación es más complicada que eso.
Por principio de cuentas, una parte se niega a aceptar, no obstante la evidencia, que una de las causas -en mi opinión la fundamental- de la debacle electoral fue la implementación autoritaria y unilateral de una línea política desastrosa que comenzó con el plantón de Reforma y que alejó al partido y a su excandidato presidencial de millones de mexicanos que les dieron su voto en el 2006. Pero el problema no es que se piense y opine de una u otra manera; en un partido que se pretende democrático se debe coexistir con quienes sostienen discrepancias, así parezcan algunas de éstas más producto de la consigna y del auto de fe que de la convicción sincera. Lo que dificulta enormemente la coexistencia entre posturas y opiniones disímbolas es que el procesamiento institucional de las diferencias no sea aceptado por todos.
El tremendo desgaste en la relación interna, producto del conflicto por la presidencia del partido, y la endeble institucionalidad que desde su nacimiento ha padecido el PRD hacen que la unidad posible –que no es más que mantenerse en la misma organización- eluda la toma de decisiones importantes. Esta situación, en lugar de favorecer los consensos propositivos, que son fruto del dinamismo y la capacidad de respuesta ante los nuevos retos, lleva a asumir como fatalidad en puntos neurálgicos y polémicos el consenso pasivo basado en la indefinición, es decir, en la no resolución, sea porque en relación a ellos se acuerdan fórmulas ambiguas e incluso contradictorias o porque de plano se les ignora. Y es ahí donde se da la contradicción entre unidad y cambio, pues la transformación, así sea ésta necesaria y apremiante, se vuelve riesgo de ruptura.
Por supuesto que pueden darse algunos cambios importantes en el próximo Congreso, pero todo parece indicar que otros quedaran pospuestos, no porque sean secundarios sino porque eso permite seguir caminando juntos aunque sea con hilachos de estabilidad y cargando contradicciones que no dejarán de manifestarse públicamente. Se entiende que tras los desastrosos resultados del 2009 en los que Andrés Manuel López Obrador decidió hacer campaña por otro partido se haya decidido privilegiar frente a cualquier otra consideración buscar contener y revertir la división interna. Pero como AMLO no se va a comprometer con los acuerdos que tome el partido y está fuera de cualquier esperanza que pueda modificar sus posiciones como resultado de una deliberación colectiva, se asumió como algo irremediable la pervivencia de la bipolaridad que Ruth Zavaleta denunció en su carta de renuncia.
La continuidad de la esquizofrenia es el costo que se decidió pagar para evitar la división. Por eso se ignora que una minoría del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados hace lo que le ordenan desde la presidencia legítima al margen de las decisiones mayoritarias de los legisladores de la bancada perredista y de las orientaciones de los órganos de dirección partidarios. Incluso se ha dado el hecho insólito de que el Coordinador vote diferente a lo acordado por la mayoría –si él no asume lo decidido democráticamente, ¿a quién se le puede pedir que lo haga?
Por eso es que, si bien lamento la decisión de Ruth Zavaleta y considero que hubiera sido importante escuchar su voz en el Congreso, comprendo sus razones y las respeto. Es verdad que podrían darse avances como lo sería una forma de organización a partir de las secciones electorales que trastoque ciertos vicios y excesos al promover un sistema de selección indirecta de dirigentes partidarios que fortalezca y extienda el trabajo territorial, pero también lo es que mientras se siga premiando al clientelismo con elecciones universales –como se plantea para elegir candidatos- los cambios no tendrán la profundidad que requieren ni solucionarán los problemas más graves de la organización.
Ahora bien, es evidente que tanto la autocomplacencia como la ausencia de crítica y autocrítica que suelen acompañarla son igualmente obstáculos para llevar a cabo los cambios debidos. Convertir los errores en virtudes manifiestas dentro de una aventura épica imaginaria, obligan a persistir en ella sin otra esperanza que la catástrofe nacional reacomode las piezas y permitan al líder en su papel de protagonista heroico venderse como el único que puede poner orden al caos, entre otras razones, por tener influencia en él. Se dice que las acciones y actitud tomadas desde el conflicto pos electoral del 2006 evitaron que “desapareciera el movimiento” y que se “diluyera la propuesta”, pero estoy seguro de que eso mismo pudo haberse conseguido sin perder el 60% de los electores y sin cosechar un rechazo ciudadano del 40%.
Sacrificar competitividad electoral por un albur disruptivo es lo que debilitó a la izquierda, provocó su división y la confrontó con sectores importantes de la población. Ese debilitamiento no sólo ha alejado a la izquierda de la disputa por el 2012 y contribuido a la recuperación del PRI sino que abrió la puerta a golpes arteros y autoritarios de la derecha como la “extinción” de Luz y Fuerza del Centro. Si se atrevió Calderón a enfrentar al poderoso SME no obstante la crisis es porque midió el mal momento por el que pasa la izquierda.
Sería pecar de autismo el negar la posibilidad de estallidos sociales provocados por la molestia social ante la crisis, el desempleo, la inseguridad, la falta de expectativas y el descrédito de la clase política. Sin embargo, el hecho de que puedan presentarse no significa que eso beneficie a la izquierda y que está pueda organizar la protesta social. Felipe Calderón vive momentos aciagos, pero no por la existencia de un movimiento social organizado que le reclame su ilegitimidad y su falta de resultados sino por la gravedad de los problemas que han rebasado a su administración, la atrofia del régimen para responder a ellos adecuadamente y sus propios errores e incapacidades. El fracaso del gobierno, aunado al clamor social por el orden y a la debilidad de un movimiento aislado por su extremismo pudieran facilitar una salida autoritaria de derecha.
El reto del PRD es generar confianza en estos tiempos de crisis y zozobra. Recuperar a las clases medias mostrándose responsable y comprometido con las soluciones del país y no con la descomposición política, ni con la misión “centenarista” que sueña con derrocar gobiernos porque en 2010 toca, ni con las ambiciones personales de quien se siente predestinado a gobernar al país y que no se hace cargo del inmenso capital político que ha dilapidado. Por ello, haría bien el próximo Congreso Nacional del PRD en considerar las críticas vertidas por Ruth Zavaleta en su carta de renuncia.
De paso...
Ruth. Ruth Zavaleta es fundadora del PRD y su inicio en la militancia dentro de la izquierda se remonta unos años atrás en la Organización Revolucionaria Punto Crítico que fue creada por dirigentes del movimiento popular de 1968. Como se ve, no llegó a la izquierda para incorporarse al poder sino para enfrentarse a él, a tal grado que fue detenida y encarcelada. Durante su paso como jefa Delegacional en Venustiano Carranza fue elogiada ampliamente por el entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador. Como Presidenta de la Cámara de Diputados actuó siempre de acuerdo a los principios del PRD. Por cumplir con sus responsabilidades institucionales, desde la presidencia legítima se orquestó una campaña de linchamiento moral en su contra de inconfundible tufo estalinista. Por impulsar cambios políticos en el DF que se encuentran estipulados en el Programa del partido se pidió hasta su expulsión -pecado imperdonable eso de querer democratizar una entidad que tu propio partido gobierna. El terrible despropósito de convertir al que discrepa en alguien moralmente repudiable, mismo que está en el corazón de la confrontación fraticida que sufrió el PRD en su última elección de Presidente Nacional, tuvo como principal blanco a Ruth Zavaleta. No faltaron ataques misóginos que fueron ignorados por algunas flamantes feministas perredistas para su vergüenza, demostrando que “secta mata principios”. Andrés Manuel López Obrador la atacó directamente por recibir a Juan Camilo Mouriño en su carácter de Secretario de Gobernación, pero ahora calla sobre las reuniones de Marcelo Ebrard con Felipe Calderón cuando en ese entonces lo elogiaban por ser el único que no lo había hecho. Doble moral, doble discurso de los tartufos presuntamente de izquierda. Por supuesto que Ruth cometió errores y algunos excesos declarativos, pero siempre tuvo el valor de reconocerlos y asumir las consecuencias. Su valor, entereza y congruencia le ganaron importante reconocimiento de sectores de la sociedad, fundamentalmente de aquellos que se alejaron de la izquierda tras el movimiento pos electoral del 2006. Por eso duele más su salida. Da pena ver a los perredistas que se alegran, algunos de ellos salinistas redimidos que haciendo gala de lo que Carlos Fuentes calificó como “el celo del converso” escupen inquina y odio y al estilo de su viejo patrón -lo que bien se aprende nunca se olvida- mueven los hilos para desprestigiarla. Pero no se dan cuenta que con esa actitud lo único que hacen es darle la razón a Ruth. Seguramente en la lucha por la democracia y la justicia en el país nos la volveremos a encontrar. ¡Suerte Ruth!... Andrés Manuel López Obrador afirma tener una encuesta en la que, si hoy fueran las elecciones, obtendría 15 millones de votos, poco más de los que obtuvo en 2006. Dichos resultados distan mucho de los que han dado a conocer empresas reconocidas en la materia. Por eso sería muy importante que AMLO diera a conocer su encuesta completa para que la opinión pública tuviera conocimiento de ella y quedara al descubierto, si lo hubiera, la intención de perjudicarlo. No descarto que pueda existir un complot de encuestadoras promovido por “la mafia de la política”, pero eso se debe acreditar con algo más que con saliva. De otra manera se podría pensar que fue hecha por los mismos que le daban diez puntos de ventaja una semana antes de la elección, lo que no fue sino pura propaganda que tuvo la perversa consecuencia de generar tal exceso de confianza hasta tal punto que se descuidaron las casillas. Además, se debe saber con qué empresas se cuenta para que en su momento den a conocer quién es el que está mejor posicionado para ser el candidato presidencial del PRD… El discurso en defensa del Estado laico pronunciado por Juan Ramón de la Fuente no podía ser más oportuno, dado el embate de la derecha confesional para penalizar a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo no deseado. El reconocimiento que le entregó por el partido Convergencia es sin duda merecido. En estos momentos tan difíciles para el país, voces como las del ex rector de la Universidad Nacional son un viento fresco para la República. Es hora de escuchar a la sociedad… Las elecciones en Honduras realizadas bajo un gobierno de facto, producto de un golpe de Estado, no debieran reconocerse por parte de la comunidad internacional… De manera por demás cobarde -porque prefirieron ausentarse para no dar la cara en el debate- se cerró la puerta de la Controversia Constitucional sobre la “extinción” de Luz y Fuerza del Centro por parte de la Cámara de Diputados. Esa era una buena oportunidad por encontrar un cauce legal para dirimir el conflicto y salir de dudas sobre la legitimidad del decreto. Claro, los 40 mil millones que no le dieron a la compañía se lo repartieron los gobernadores del PRI. Lo dicho, al SME sólo le han dejado como alternativas la calle o pactar su rendición… El patético vodevil de Juanito regresó a las primeras planas. Educado en el noroñismo entró a la fuerza a la Delegación que por ley tiene el derecho a presidir sin ninguna necesidad. La responsabilidad de que un sujeto así esté a punto de cumplir su amenaza de gobernar la Delegacional más grande del Distrito Federal es sin duda del Dr. Frankenstein en su versión tropical, el cual llamó a votar por un sujeto que, a decir de Clara Brugada, “padece de sus facultades mentales” en contra de su propio partido al tiempo que comprometía a instituciones y personas que van desde el propio Juanito hasta Marcelo Ebrard. Ojalá pronto se encuentre una solución negociada porque destituir a un jefe Delegacional, aunque se tenga la mayoría para hacerlo, no es algo que se pueda hacer en fast track y sin motivos de peso que estén establecidos en la ley a menos de que importe poco hacer el ridículo nacional… Dicen Juanito que le ofrecieron el Instituto del Deporte y yo pregunto ¿qué culpa tienen los deportistas?... En cumplimiento de una orden un Tribunal Civil, la PGR se disculpó e indemnizó a los familiares de Guillermo Velez Mendoza al que le fabricó pruebas para inculparlo como miembro de la banda de secuestradores “Los Ántrax”. En el operativo de su captura lo torturaron causándole la muerte. El padre de la víctima Guillermo Velez Pelayo dio una lucha ejemplar para limpiar el nombre de su hijo asesinado e injustamente inculpado. Siete años después obtiene una importante victoria moral. La arbitrariedad y la impunidad son las dos caras de la moneda de la justicia en México. ¡Qué bueno que en esta ocasión sí se hizo justicia!… El Barcelona ganó el derby español al Real Madrid jugando casi todo el segundo tiempo con 10 hombres. Los dos grandes estrellas, Cristiano Ronaldo y Leonel Messi, fallaron solos frente al portero… Y en futbol mexicano: ¡Aguilitas a volar!...
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