lunes, 9 de noviembre de 2009

20 AÑOS

Fernando Belaunzarán

Muchas cosas se han escrito sobre la caída del Muro de Berlín y no es para menos. Es el símbolo más claro, figurativo y elocuente del derrumbe del totalitarismo burocrático en Europa del Este, mismo que dio fin a la era geopolítica que se abrió tras el término de la Segunda Guerra Mundial, conocida como “Guerra Fría”. Ese acontecimiento no acabó con la historia, ni embelleció al capitalismo, ni pudo establecer a la democracia liberal como paradigma único en aquellas y en otras naciones, ni terminó con las ideologías, ni con las utopías, ni cumplió con las expectativas creadas por otras tantas cuentas alegres que en el paroxismo de la algarabía post URSS se llegaron a proclamar. Cayó un sistema político dictatorial que negaba los ideales de libertad, justicia y democracia que lo inspiraron y por los cuales millones de personas dieron incluso la vida. Murió para bien un engendro, pero no por eso se acabaron las contradicciones.

La verdad es que no necesitaron pasar dos décadas para que el optimismo se viniera abajo, no sólo por las duras consecuencias sociales que trajo aparejado el advenimiento del capitalismo salvaje en Europa del Este y en la ex Unión Soviética sino también por el resurgimiento enardecido de los nacionalismos vueltas guerras de exterminio étnicas como aconteció en la antigua Yugoslavia, y de fundamentalismos e integrismos que avivaron las prácticas terroristas mediante atacantes suicidas que incluso se atrevieron a golpear el corazón de los Estados Unidos aquel infausto 11 de septiembre.

Pero no es sólo la desestabilización y el regreso de atavismos que se supondría superados ante la implantación del proclamado “Nuevo Orden Mundial” y el establecimiento hegemónico de la democracia occidental que parecía alzarse con una victoria cultural indiscutible lo que lleva al desengaño sino también los altos grados de pobreza, hambruna, abuso, carencia de servicios médicos elementales, falta de educación que, entre otros males, sufre gran parte de la población en el mundo. El anhelo de justicia sigue siendo legítimo, necesario y apremiante.

Por eso ha tenido razón el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez al reiterar desde aquellos años, y de manera magistral en el Encuentro Vuelta de 1990, que la derrota del llamado “socialismo real” no exime al capitalismo de sus males, que además de seguir siendo una fuente de desigualdad y opresión para buena parte de la humanidad amenaza con causar daños irreparables al planeta por la sobreexplotación y el derroche que llevan a cabo los países más industrializados. También acierta el eminente Filósofo marxista del exilio español al decir que lo que se acabó es un experimento desafortunado que tiene su origen en tratar de construir un sistema en un país que no tenía las condiciones para ello, pues Marx siempre pensó que la nueva sociedad sólo podía construirse en donde el capitalismo estuviera más desarrollado. Pero el fracaso de ese contrasentido social, fruto del estalinismo, que se convirtió en lo opuesto de lo que se había propuesto no significa que se haya agotado la posibilidad de arribar a una sociedad diferente en la que, a diferencia del “socialismo real”, sea más libre, más democrática y más justa que la actual, misma que se hace más necesaria cuanto que los problemas sociales y ecológicos provocados por el capitalismo actual se agudizan.

Ahora bien, es preciso revisar los medios para buscar esa otra sociedad mejor. Las revoluciones violentas parecen estar condenadas a ser traicionadas por una parte de la elite que las dirigió. La experiencia nos dice que de las armas no surgen las democracias y si alguna lección se debe aprender de la caída del Muro de Berlín es que la izquierda autoritaria es una contradicción en sí misma de funestas consecuencias. Los métodos deben ser congruentes con lo que se desea conseguir, lo cual debe verse como garantía de que el ejercicio del poder será consecuente con los valores esgrimidos. Por eso la vía debe ser pacífica y democrática, tolerante e incluyente, buscando el convencimiento y la construcción de mayorías, llevando la democracia a espacios en donde ahora está vedada. En lugar de que el fin justifique los medios, éstos deben traslucir el fin valioso y deseable que se persigue.

La crisis económica obliga a revisar paradigmas y los riesgos del calentamiento global a moderar ambiciones propias del capitalismo salvaje. El mundo unipolar parece haber llegado a su fin con Bush Jr.. Los retos globales, la fortaleza de economías emergentes como China, India y Brasil, la conmoción de Wall Street y la mala experiencia de la guerra de Irak favorecen el multilateralismo.

Veinte años han pasado desde la caída del Muro de Berlín; algo digno de celebrarse por lo que desapareció: una estructura en sí misma aberrante que separaba pueblos y familias y que expresaba muy bien el carácter de esa sociedad que lejos de ser socialista podría definirse mejor como estatismo cuartelario en poder de una burocracia privilegiada y corrupta. Pero nadie debería estar contento con lo que tenemos ahora. Por eso, el recuerdo de ese acontecimiento debe llevar a no cometer los mismos errores y de ninguna manera a asumir las cosas como son. Por eso es que sigue siendo vigente lo establecido por Marx en la archiconocida XI tesis sobre Feuerbach: “…de lo que se trata es de transformar al mundo”



De paso.

Paro y amparo. La decisión unilateral y autoritaria de Felipe Calderón para decretar la “extinción” de Luz y Fuerza del Centro dejó poco margen de maniobra a los trabajadores legítimamente indignados. Por fortuna, la vía jurídica camina y esperemos que los tribunales reviertan el golpe dado, obligando con ello al diálogo que debió ser el punto de partida para buscar solución al problema de la eficiencia y la productividad de la empresa. La entrega de la suspensión definitiva respecto a la terminación de la relación laboral en tanto se defina el fondo del asunto es sin duda una buena señal. Pero como a final de cuentas se trata de un camino tortuoso e incierto es evidente que los trabajadores deben combinar la estrategia legal con la movilización en el marco de la Constitución para no perder cohesión ni ánimo de lucha y mantener el problema vivo en el imaginario social y en la opinión pública. Es en ese sentido que el SME decidió escalar el conflicto con un paro general el próximo miércoles 11 de noviembre. Medida por demás arriesgada, pero que, como dijimos, los trabajadores no tienen muchas opciones para mantenerse en la lucha y evitar el desgaste de este movimiento que podría alargarse en el tiempo. Con ello, empatan la estrategia con el obradorismo, esperando que el descontento social por la crisis, el desempleo, los impuestos y la incapacidad y desprestigio de la clase política encuentre en el conflicto de los electricistas el detonante, razón por la cual se busca además calentar el ambiente rumbo a lo que se piensa será un momento estelar de la insurrección civil anhelada; me refiero al mitin del 22 de noviembre que encabezará Andrés Manuel López Obrador. Por desgracia, grandes y graves errores debilitaron política, electoral y socialmente a la izquierda que acarició la presidencia hace poco más de tres años y no llega de la mejor manera a estos momentos decisivos. Sin embargo, quién puede negar que la pradera está seca y que muchas cosas pueden ocurrir. Esperemos, eso sí, que no haya violencia y que se encuentre el espacio para que la política resuelva las cosas, lo cual fortalecería la vía democrática para transformar al país. Apostar al colapso podría significar el servir involuntariamente a la regresión autoritaria en el país… A la ultraderecha también le estorba la endeble institucionalidad democrática de la república. Para muestra basta el botón de Mauricio Fernández, Alcalde de San Pedro Garza García, Nuevo León, que se enteró antes que la policía de la ejecución de un presunto secuestrador y que amenaza con violar la ley para combatir el crimen… Si la participación en el Congreso de la Unión debe servir para exaltar el ánimo belicoso de los propios, entonces la estrategia de la bancada del PT sería la correcta. Pero estoy convencido de que es mucho más importante tratar de convencer a los que no están con uno, de persuadir al público desprejuiciado acerca de la razón que se tiene, en síntesis, de ganar el debate. En ese sentido, los insultos, las bravatas y la descalificación burda resultan contraproducentes, generan aislamiento, rompen puentes y hacen perder el respeto de propios y extraños. Por donde se le vea, es mucho más redituable el argumento que la grosería… A la población en general se le piden sacrificios para tapar los huecos que la caída de la producción petrolera y de los precios del hidrocarburo dejó en los ingresos del Estado, pero se le otorga una exención de pago de derechos a compañías con altos ingresos para que entren a un mercado seguro y rentable. Cómo se ve, nuevamente las pérdidas son públicas, pero las ganancias serán privadas. El país al servicio de unos cuantos. Una razón más para la indignación y no puedo ocultar mi asombro ante el autismo de los que juegan con fuego bajo la creencia de que el pueblo mexicano lo soporta todo… Sólo podremos aspirar seriamente a un futuro diferente y mejor si se invierte en educación, ciencia y tecnología. Por eso en el presupuesto se deben ver a estas áreas con la prioridad que tienen y no seguir sacrificando el largo plazo en nombre de los caprichos presupuestales de los gobernadores que esperan mantener la plaza comprando votos… Obama se apuntó un importante y simbólico triunfo al ganar la votación de manera apretada en la Cámara de Representantes su polémica propuesta de reformas al sistema de salud que ha sido tan cuestionada por los sectores conservadores y que ha dado pie a manifestaciones execrables de racismo. Menos mal que los republicanos no tomaron la tribuna. Falta el Senado… Los Pumas salvaron el honor al derrotar al América con un penal justísimo en el último minuto…

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