lunes, 20 de abril de 2009

LATINOAMERICAN OBAMA TOUR

20 de abril de 2009



Fernando Belaunzarán


No hubo engaños ni sorpresas, aunque sí muchos sorprendidos. Obama viajó a México en una parada que no estaba contemplada de inicio a hacer lo que se había propuesto dada la emergencia que lo trajo. Algunos esperaban anuncios concretos y espectaculares sin caer en la cuenta que el mensaje era en sí la visita y el tono cordial y cercano de la misma con su homólogo mexicano. Digámoslo como es, aunque eso no pueda ser aceptado por ninguno de los gobiernos en virtud de la diplomacia, las susceptibilidades y el interés político de no proclamar la debilidad de un aliado: Obama vino a apuntalar a un gobierno en problemas.

Hay de pronto un olvido de que el vuelco de la administración Obama hacia México esta presidido de la atención en aquel país a los problemas de seguridad de nuestra nación, a la magnitud de los problemas que han rebasado por mucho la capacidad de las autoridades para hacerle frente, a la penetración del crimen organizado en las más altas esferas del poder público mexicano, al control del narco en zonas enteras y a los focos rojos encendidos sobre la gobernabilidad del país. Recordemos que en informes oficiales de dependencias militares y de seguridad norteamericana se consignó el riesgo de que México se tornara un “Estado fallido” y los medios impresos y electrónicos norteamericanos se han ocupado como nunca de la difícil situación al sur de su frontera, lo que, como todos sabemos, es considerado como algo propio de su política interna y asunto de seguridad nacional. El asunto es muy serio y la administración Obama lo tomó como tal, lo cual resulta irreprochable.

Coadyuvar a que no se desestabilice el país, siempre que eso no signifique intromisión indebida en la política interna, es un objetivo estratégico correcto y México debiera aprovechar esa situación. Darle un giro a la relación con Estados Unidos en donde se asuma la corresponsabilidad en el fenómeno de la inseguridad vinculada al narco, pero también para que la asociación económica se de con otras bases que propicien mayor y creciente equidad entre los socios debiera ponerse sobre la mesa. Es sin duda una necesidad de Estado.

Sin embargo, me preocuparía que Felipe Calderón viera en todo esto una oportunidad no de fortalecer al Estado mexicano sino a la opción política que representa y busque hacer de la guerra contra los cárteles una estrategia de control político y proyección mediática dentro de un populismo de derecha que ofrezca la mano dura a una sociedad que vive en la permanente zozobra, tal y como sucede en Colombia, el país que desde el principio se planteó como modelo el mandatario mexicano. El peligro es que no se busque terminar con la guerra contra el crimen sino sólo controlar algunas de sus consecuencias más funestas.

En ese sentido, la permanencia de la guerra contra los cárteles, y por lo tanto la prolongación de su estela de violencia y muerte, podrían ser parte de la legitimación social de un régimen que se basa en su combate, ya que éste se presentaría como un asunto no sólo de emergencia política sino basado en una moral que pretende ser incuestionable por el riesgo de que el crítico se muestre como anticlimático en un ambiente permanentemente exaltado.

Sin legalización la guerra contra las drogas será eterna. Lo bueno es que se está abriendo paso la sensatez y cada vez hay más voces que se hacen escuchar para denunciar la trágica estupidez de condenar a un pueblo a seguir pagando tan altos costos por la misión imposible de acabar con el mejor negocio del mundo con medidas punitivas.

Obama es el personaje político del momento y hace bien en querer aprovechar esa situación para darle un nuevo rostro a Estados Unidos en el mundo. Iniciar una relación política, más pragmática y menos ideologizada, más amigable y menos amenazante, los beneficia a ellos, pero también a nosotros. Ya era hora de que revisaran la tesis de hace quinientos años de Maquiavelo en la que afirma que es preferible ser temido que querido y que por cierto la hizo pensando en la creación de un eventual Estado Italiano que no existía y que se debía abrir paso en medio de potencias que la asediaban y estaban metidas hasta la cocina de aquella península, y sin tomar en cuenta la posibilidad de que en su contra se reclutaran terroristas suicidas.

La cubanización de la Quinta Cumbre de las Américas no fue un hecho fortuito o un tema improvisado. Desde hace tiempo se viene preparando mediante los canales discretos de la diplomacia un giro a ese respecto y es de sentido común lo que Hillary Clinton y Barack Obama aceptaron públicamente: el fracaso de la política norteamericana respecto a Cuba. Por supuesto que no debieron tardarse cincuenta años en darse cuenta, pero el momento para asumirlo parece inmejorable ahora que el dueto Obama-Clinton están conmocionando al planeta por mostrarse convencidos de la necesidad de cambiarle el rostro al imperio, dando señales de que quieren transitar por la ruta del multilateralismo y priorizando el entendimiento sobre la fuerza.

Ya vendrá el momento de que las buenas intenciones y la autocrítica histórica rindan frutos concretos. Por lo pronto Obama vino a America Latina a hacer campaña, constatar su popularidad y tomar nota de que su sencillez y elocuencia sirven para lo mismo que en su país: para convencer y magnetizar.

De paso…

¿AMLO chamaqueado?. El PT no registró candidato a gobernador en Nuevo León y sus bases votarán por el candidato del PRI, de tal suerte que le aplicaron a López Obrador la consabida formula virreinal de “acátese, pero no se cumpla” respecto a su instrucción de no hacer alianzas con ese partido. Ahora que resulta difícil suponer que Alberto Anaya pensara que lo iba a poder engañar con una jugada tan burda y evidente. ¿Qué va a ser AMLO al respecto? ¿Volverá a amenazar al PT? ¿Presionará para que dicho partido apoye a la abanderada del PRD? ¿Fingirá demencia? ¿Será que ese crítico moral de la clase política gusta de la simulación?... Los abucheos del porrismo obradorista contra Jesús Ortega por supuesto que fueron planeados, aunque no faltará algún cínico que quiera justificarlos con la absurda cantaleta de la “espontánea indignación de las bases”. No es necesario que la orden la dé directamente AMLO. Los que la llevaron a cabo saben perfectamente que ese tipo de acciones le encantan al político tabasqueño y esperan que ese trabajo sucio les sea reconocido por su líder… Jesús Ortega ha hecho todo por la unidad. Llevó al primer lugar de la lista a Alejandro Encinas, le ofrece dar el discurso a nombre de los diputados plurinominales, evita confrontarse con Marcelo Ebrard a pesar de su grosera intervención a favor de los candidatos bejaranistas en la elección interna, asume como propios a los diputados externos y hasta rehúsa la invitación de ir a la cena con Obama para que Andrés Manuel no lo acuse de haber respirado el mismo aire que el “espurio”, pero no hay la más mínima reciprocidad del verdadero dirigente de ese bloque. Desde los tiempos del CGH aprendí que no hay cosa más innecesaria y contraproducente que hacerle concesiones al atraso… El asesinato de Beatriz López Leyva debe aclararse a la brevedad y la PGR debe mostrar su disposición a investigar a las autoridades municipales y estatales…

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