miércoles, 8 de abril de 2009

IN MEMORIAM

Tuve el privilegio de tratar personalmente a Beatriz López Leyva en el tiempo que fungí como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRD en Oaxaca. Si bien la conocía desde antes, pues llegamos a coincidir en diversos actos partidarios, fue hasta el 2007 que mantuve con ella comunicación constante durante todo el proceso constitucional, desde la selección de candidatos hasta la consumación de la elección de Estado con la que el partido oficial se hizo del control absoluto del Congreso Local.

Mujer de gran tesón y convicción, la vi en todo momento ocupando la primera trinchera en la batalla que libraba. Siempre leal con su partido, el PRD, con su grupo, el de Salomón Jara, y con su líder, Andrés Manuel López Obrador. Nunca se dejaba ni se callaba. Defendía con todo lo que consideraba justo, denunciaba las arbitrariedades, prevenía los golpes bajos y se fajaba como las grandes. A lado de la maestra Delfina Cruz, valiosa líder de la Costa, la observé dando batallas memorables, primero para ganar la candidatura a diputada local por el distrito de Pinotepa y luego enfrentando a la maquinaria prepotente, adinerada, violenta, tramposa e impune del candidato del gobierno estatal. Ni yo, ni nadie, la vio dando un paso atrás. Valiente y comprometida; así la recuerdo y la recordaré.

Uno mi voz a las de muchos más que de dentro y fuera de Oaxaca reclaman justicia y rechazan que el asesinato de Beatriz quede, como ya es costumbre, en la vil impunidad o que busquen chivos expiatorios para taparle el ojo al macho. Por supuesto, no puede ser la procuraduría estatal la que investigue los hechos, pues no hay ni puede haber confianza en su actuación. Además, ¿cómo va a poder investigarse así misma, al gobierno al que sirve y a los dirigentes de la costa del partido del gobernador?

Los principales sospechosos están entre los que Beatriz siempre combatió. Este crimen se suma a otros que también acabaron con la vida de militantes y dirigentes valiosos del PRD y de otras agrupaciones que recuerdan los peores tiempos del caciquismo en el estado. Ulises Ruiz es la mejor muestra de la involución política del país.

Lo único sano ante lo acontecido es que el gobierno del estado y su procuraduría se hagan a un lado y se conforme una fiscalía especial presidida por un jurista de renombre y calidad moral. Proceder de otra manera será la confirmación de que estamos ante un crimen de Estado.

En épocas electorales abundan las mezquindades y los cálculos facciosos. Espero que la oposición sepa hacer a un lado las disputas pequeñas y se unan para clamar justicia y terminar con el ambiente de intimidación política e impunidad que se vive. Que este hecho lamentable y atroz sirva para hacer un gran frente que se planteé terminar de una vez por todas con el estado de excepción que en los hechos sufre Oaxaca y se respeten los derechos políticos, sociales y humanos de todos sus habitantes.

Las luchas de tantas generaciones de oaxaqueños por la justicia, libertad, democracia y dignidad de este pueblo plural y de enormes raíces históricas y culturales no pueden ser en vano. Esta vez, La indignación ante el artero crimen no puede tornarse en impotencia. ¡Que los verdaderos asesinos, sus autores materiales e intelectuales, sean atrapados y juzgados! Y que, en cualquier caso, Beatriz descanse en paz.

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