miércoles, 25 de marzo de 2009

MARCELO Y ANDRÉS

Marcelo Ebrard se está moviendo con frenesí para esparcir en los medios de comunicación que va a competirle la candidatura a Andrés Manuel López Obrador en el 2012. Para ello hace malabares por tratar de explicar o, mejor dicho, desvirtuar e incluso desinformar acerca de lo que resulta a todas luces evidente para los que conocen –aunque sea medianamente- la fauna perredista en la capital del país: Que con su operación de Estado en las elecciones internas del 15 de marzo entregó el control político de la ciudad al lopezobradorismo, fundamentalmente al grupo que dirige René Bejarano, el más leal de los operadores de Andrés Manuel. ¿Por qué fortalece, al grado de ponerse en sus manos, a quién se supone va a enfrentar?

Esta clara contradicción e irracionalidad política del jefe de Gobierno, así como el activismo que despliegan sus personeros para engañar a incautos, difundiendo la especie falsa de que Marcelo es el principal dirigente de la mayoría de los que resultaron electos mediante el cochinero que se orquestó con la intervención descarada del GDF en el proceso, debe tener su explicación. Para encontrarla tenemos que empezar por entender el doble mensaje que está enviando y saber quiénes son los destinatarios para cada uno de ellos.

Hacia dentro del PRD es incontrovertible que Marcelo entregó la plaza del DF a AMLO y, por lo mismo, le está diciendo a su antecesor que acepta las reglas que éste ha establecido para zanjar la cuestión del 2012, a pesar de que no haya –y él menos que nadie- mortal tan ingenuo como para creer de verdad que el político tabasqueño podría hacerse a un lado tan sólo porque el actual jefe de Gobierno saliera adelante en las encuestas de intención de voto. Todos sabemos que la frase de “el mejor posicionado” equivale a la de “que me den por muerto” que utilizó el propio López Obrador en los años previos al 2006.

Lo incuestionable es que Marcelo no sólo no quiso enfrentar a López Obrador y evitó contrariarlo en la definición de candidaturas sino que puso todo su gobierno al servicio del pejismo. Marcelo se volvió un operador diligente de René Bejarano. Habrá quien se crea aquello de que cedió por temor ante la amenaza de que se registraran candidatos obradoristas por otros partidos en la capital con el apoyo del ex candidato presidencial, tal y como sucede en otras entidades. Pero el caso es que su compromiso con su antecesor llegó al grado de no dudar en realizar el trabajo sucio y arriesgarse a pagar costos por su involucramiento mal disimulado.

La única precandidata realmente marcelista que tuvo éxito fue Ana Gabriel Guevara, una de las que más riesgo corre de perder en las elecciones constitucionales. Recordemos que Bejarano vetó al Secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, y a la Consejera Jurídica, Leticia Bonifaz, y ni siquiera se registraron para la elección interna, no obstante que anunciaron sus intenciones con bombo y platillo y contaban con todo el respaldo del mandatario capitalino. Además, sus más incondicionales que pudieron registrarse, como Jesús Valencia –el niño yupie que usurpó el lugar de Mariagna Prats al frente del DIF-, resultaron derrotados, pues sólo los dejaron competir en distritos de mucho riesgo. Es verdad que el bejaranismo no hubiera ganado sin Marcelo, pero también lo es que el verdadero ganador no es éste sino AMLO, el cual impuso sus condiciones.

Es posible que René Bejarano, como parte de los acuerdos, acepte otorgarle el control de la ALDF a alguien que se encuentre en el vértice del anterior y el actual jefe de Gobierno, como Alejandra Barrales, pero entre más nos acerquemos al 2012 no hay duda de que el enorme peso que ahora obtuvo –si los tribunales no dicen otra cosa- lo hará valer para imponer condiciones, no sólo en lo que respecta a la candidatura presidencial sino también en la sucesión para la jefatura de Gobierno.

Sin embargo, hacia la opinión pública, Marcelo Ebrard quiere establecer otra percepción. Y es que para influyentes sectores de la población, así como para algunos importantes poderes formales y otros fácticos, con los que el jefe de Gobierno ha ido reconstruyendo relaciones tras el polarizante 2006 con base en buen trato, negocios, favores y promesas, les generaría enorme desconfianza percatarse de la subordinación política del titular del GDF a la estrategia de López Obrador que sigue anhelando y trabajando la caída del régimen. De la misma manera que Marcelo no quiso enfrentar en estos momentos a AMLO, tampoco quiere asumir abiertamente el costo político –y quizás económico- de esa decisión o, si se prefiere, falta de decisión. Pero además de que no tiene cara para mostrarse como “pelele” del Peje después de tanto presumir su supuesta independencia, quizá tengan una estrategia acordada en la que Marcelo quiere aparentar una inevitable confrontación con Andrés para obtener ventajas para un proyecto que en realidad comparten.

En busca precisamente por ocultar ese “doblamiento de manos” ante López Obrador, el jefe de Gobierno se ha preocupado por esparcir y magnificar la versión de un supuesto conflicto entre Jesús Ortega y René Arce para expresar que el problema es sólo con el segundo, de tal suerte que se le vea como aliado del presidente del partido y, por tanto, dentro de un hipotético y eventual frente contra su antecesor. Un cuento engañabobos.

Es verdad que Chucho, en su preocupación porque no se afecte la imagen del partido, de por sí dañada por el conflicto del año pasado, minimizó el cochinero y prefirió hacer como que no se dio cuenta de la intervención alevosa del GDF en el proceso, lo cual produjo cierta molestia de Nueva Izquierda en la capital del país; sin embargo también es verdad que ha habido comunicación y comprensión mutuas y que Ortega sabe a la perfección dónde están las lealtades de los beneficiarios de la elección de Estado. Una cosa es que el presidente nacional se preocupe por que no disminuyan las tendencias del PRD y otra que no sepa exactamente quiénes son los ganones de la sucia jornada del 15 de marzo: López Obrador y su fiel escudero Bejarano.

Habrá algunos que piensen que Marcelo está todavía pagando la decisión de AMLO de hacerlo su sucesor y que no se sorprenden en lo más mínimo por lo acontecido, pues en las decisiones fundamentarles resulta evidente que el jefe de Gobierno nunca ha dejado de rendirle pleitesía al político tabasqueño a pesar de las apariencias. Otros pensarán que en virtud del poder que López Obrador todavía tiene en la capital sintió que desafiarlo en estos momentos sería un suicidio, lo que no tiene mucho sentido en virtud de que si no lo hizo ahora mucho menos lo hará después que le entregó la gobernabilidad de la ciudad en charola de plata. Y es que, en cualquier caso, nadie puede dudar de que Marcelo Ebrard se encuentra hoy más controlado por Andrés Manuel que antes de la elección interna.

Para no entramparse con simulaciones, engaños y dobles discursos hay que fijarse más en los hechos que en los dichos. En ese sentido, las evidencias indican que la disputa entre Andrés y Marcelo es simple juego de artificio y especulaciones de analistas políticos a los que se les inocula la especie de manera interesada por parte del círculo cercano al jefe de Gobierno. En el momento de la verdad, como en la elección de dirigentes del año pasado y la de candidatos que acaba de pasar –ya no digamos el permanente y sustancial financiamiento al gobierno legítimo- es incuestionable que Ebrard se ha plegado a López Obrador. ¿No resultaría más comprensible ver el cacareado enfrentamiento por el 2012 como un ardid entre ambos para sacar raja de aquí y de allá?

De seguro, como caciques convencidos de las bondades del presidencialismo autoritario, piensan que las candidaturas a la presidencia y la jefatura de Gobierno las van resolver únicamente entre ambos. Eso sí, sólo ellos conocen sus enjugues.


De paso…

En la mira. La atención renovada de parte del gobierno norteamericano sobre lo que ocurre en México no sólo es por la incontenible violencia que se da en el norte del país por parte de diversos cárteles de la droga sino también por la incapacidad del Estado mexicano de hacer frente por sí solo a esa situación y los riesgos que tal situación, agravada por la crisis económica, representa para la estabilidad y gobernabilidad de nuestro país. Si bien no consideran que México sea un Estado fallido, todo indica que piensan que puede llegar a hacerlo si no hacen algo al respecto y entienden que no les conviene en lo absoluto que su vecino sufra un colapso político. Sin duda que combatir el tráfico de armas sería una buena contribución para atacar un aspecto fundamental del problema, pero si no se encuentran mecanismos para atacar al negocio de sustancias prohibidas con eficacia y se ayuda también con recursos para enfrentar conjuntamente la crisis mundial, entonces que se vayan acostumbrando a vivir con el riesgo latente y los focos rojos encendidos al sur de su frontera… Las visitas de Hillary Clinton y Barack Obama demuestran que México se ha vuelto prioridad en la política norteamericana no obstante los serios problemas domésticos que allá tienen. Lo correcto es aprovechar esa situación para replantear la agenda bilateral y, sin aceptar violaciones a la soberanía, poner a prueba a la nueva administración norteamericana que tantas esperanzas ha generado en el mundo entero. Por lo pronto hay que darle la bienvenida a este par de políticos notables… Se equivoca el que piense que la primera afinidad de Clara Brugada es con Marcelo Ebrard por deberle su cuestionada y tambaleante victoria y haber sido parte de su administración. Dichas versión oculta que ella fue la única precandidata de todo el DF que contó con el respaldo de una misiva de Andrés Manuel López Obrador difundida masivamente, que fue oradora junto con AMLO en el reciente mitin frente a la Secretaría de Hacienda, que a todas sus pintas se le agregó, después de la elección, una frase alusiva a su lealtad hacia el presidente legítimo y que su principal operador, el diputado Varela, se hizo famoso por ser arrojado de la “máxima tribuna de la nación” en la víspera de la toma de posesión de Felipe Calderón… Sólo se puede encontrar una diferencia a la forma en como Marcelo Ebrard gobernaba la ciudad con Manuel Camacho y como la hace ahora: que en ese tiempo estaba en el PRI y ahora está en el PRD… Ah! Y que en ese tiempo obedecía a Salinas y ahora a López Obrador… En 1991 la oposición en el DF se enfrentó al control corporativo y clientelar del partido oficial, negocios jugosos “al amparo del poder público”, lucro con la ilegalidad, cooptación de dirigentes, dinero a lo bestia para operar política y mediaticamente, utilización del aparato de gobierno y sus programas en campañas electorales y acoso y represión en contra de disidentes. Volver al futuro…

3 comentarios:

Ernesto dijo...

En lo personal yo estoy muy decepcionado del PRD como opción de izquierda. Algo que me entristece porque representaba una posibilidad real de que una visión diferente de país llegara a gobernar. Lo que encuentro en tus artículos es una descripción de cómo el PRD está pareciéndose cada vez más al PRI y convirtiéndose en una opción retrógrada, más que en una de vanguardia.

Anónimo dijo...

Me encontré esto en el ADN Sureste y creo que aquí es un buen lugar para debatirlo. me permito pegarlo aunque de ninguna manera lo hago no lo hago mío.


Me dirijo con profunda indignación a este medio de comunicación en respuesta a los argumentos del compañero Fernándo Belaunzarán, quien junto a la corriente que representa, se empeñan en socavar la unidad y la democracia interna de nuestro partido político a favor de sus intereses personales y el entreguismo que demuestran a las fuerzas reaccionarias de nuestro país.

En sus declaraciones del pasado 19 de de Marzo, el señor Belaunzarán señala con las palabras “Nuestro Adversario” al gobierno del Distrito Federal de quien refiere: “desplegó todos sus recursos y se empeñó en imponer candidatos”. Al mismo tiempo, alude a sí mismo como parte de quienes constituyeron de origen la lucha democrática del Partido de la Revolución Democrática. Efectivamente, el compañero Belaunzarán ha sido miembro de este partido previo al triunfo en la capital del país y sin embargo, su propia sinrazón aunada a la falta de ética, capacidad profesional y compromiso con México, lo han llevado a convertirse virtualmente en un mercenario cuya lucha se remite al interés individual.

Coherente con ello, la denuncia del compañero Belaunzarán, por desgracia, responde a la peor y más vil expresión autoritaria; la peor y más vil, insisto, en cuanto que se enmascara bajo el discurso demócrata. Lo anterior se pone en evidencia en cuanto para él, lo mismo que para el resto de la corriente que representa, la democracia sólo existe cuando el triunfo los favorece y todo resultado adverso les insta a dar la espalda a la voluntad del sufragio y tratar de “reventar” el proceso. Lo mismo que en el pasado proceso para elegir dirigencia nacional, Nueva Izquierda llena de oprobio al partido al pretender pasar por encima de la voluntad mayoritaria.

Señor Belaunzarán, un partido político no es “generoso”, lejos de ello, su crecimiento consiste en aglutinar en lo individual y lo colectivo, a quienes comparten el espíritu de lucha, los principios e ideales que lo constituyen. La forma déspota en que Usted se refiere a quienes han pasado a integrar las filas de este partido es reprobable y devela, una vez más, la falta de cultura democrática que lo caracteriza.

Las inconformidades poseen tiempos y procedimientos cuyo cumplimiento implica el respeto a la vida institucional, sin embargo, Usted ha optado una vez más por la confrontación pública y la descalificación.

En el Partido de la Revolución Democrática es tiempo de alcanzar la unidad decisiva que nos permita ofrecer a las mexicanas y los mexicanos, la opción de izquierda renovada y vanguardista que nuestro país tanto necesita. Por ello mismo, la acción que Usted emprende es deplorable, más aún, cuando proviene de un autoproclamado luchador social y que, sin embargo, pone en evidencia lo que siempre e ineludiblemente ha sido, señor Belaunzarán: un “porro” que al amparo de la lucha democrática sólo busca el lucro político.

Clara Brugada

Herejía Política dijo...

RESPUESTA A CLARA BRUGADA

A los argumentos hay que contestar con argumentos. A los insultos también hay que hacerles frente con argumentos. En la carta de Clara Brugada en respuesta a mi último artículo no hay una sola línea que de alguna manera intente desvirtuar con razones lo que ahí expongo. Se limita simplemente a descalificar a quien esto escribe con la acusación favorita que se usa contra los que nos asumimos moderados: la venta de cuanto movimiento participamos. Por supuesto, no dice ni a quién, ni cómo, ni cuánto, ni dónde, ni por qué. De lo que se trata es de cuestionar moralmente al crítico, al que levanta la voz, al que se atreve a restregar las incongruencias en la cara de los que se pretenden adalides de la pureza, pero resulta que se benefician de ellas. Resulta inaceptable que gobiernos perredistas no actúen en consecuencia de lo que demandamos como oposición. No hay explicación posible ante el hecho de que, correctamente, se cuestionen elecciones de Estado, como las que se verifican en Oaxaca, y nos hagamos los occisos cuando gobernantes nuestros actúan de la misma manera.

Lamento que Clara Brugada, en lugar de hacerle honor a su nombre, se exprese con la oscuridad de los sobrentendidos y las generalidades inasibles. No obstante ello, haciendo un alto esfuerzo de hermenéutica y teleología y emulando a Rubén Aguilar, trataré de desenmarañar “lo que Brugada quiso decir” con su carta en la que lo único inequívoco es la víscera.

Estoy muy orgulloso de mi pasado estudiantil. En mi facultad aprendí Ética de grandes maestros (Adolfo Sánchez Vázquez, Luís Villoro, Graciela Hierro y Enrique Dussel, entre otros) y he tratado en todo momento de cumplir dos aspectos básicos que observé en cada uno de ellos: pensar con cabeza propia y decir lo que pienso. Por eso, y por fortuna, se puede rastrear mi trayectoria sin problemas. Siempre he dejado constancia pública de mis posiciones y son las ideas las que explican mi comportamiento. El movimiento estudiantil que concluyó con la lamentable y dolorosa entrada de la PFP a la UNAM no fue la excepción. A pesar de que defendí una salida negociada teniendo como base la llamada “propuesta de los eméritos” y que mi posición fue derrotada por los sectores identificados como “ultras”, junto con el Colegio de Profesores de la Facultad de Filosofía siempre me manifesté a favor del diálogo y en contra de la intervención policiaca y, cuando ésta se dio, pugné por la libertad de todos los presos políticos. Para constatar esto sólo hay que acudir a la hemeroteca.

Defender la línea de la negociación, priorizando lo fundamental y cediendo en lo secundario, frente a la “ultra” no fue fácil e incluso, como la prensa lo consignó en su momento, sufrí agresiones físicas. A pesar de ello no dejé de asistir a las asambleas del CGH hasta que la intolerancia se impuso por completo y se me prohibió hacer uso de la palabra. Por eso resulta tan absurdo que Brugada me acuse de “porro”. Claro, lo que nunca va a poder hacer es decir cuándo he hecho uso de la violencia porque lo tendría que inventar y, como mi sabia abuela decía, “para mentir y comer pescado se necesita mucho cuidado”.

Estoy en la mejor disposición de aclarar cualquier episodio de mi trayectoria política. No tengo nada que ocultar y mucho menos de qué avergonzarme. Espero que Clara Brugada pueda decir lo mismo, porque hay algunas dudas en la opinión pública con relación a su posible vinculación con Carlos Ahumada. Recordemos que en el 2003, durante la precampaña para ser jefa Delegacional, sacó promocionales en el canal 4 de Televisa con la misma producción y el mismo horario que los de Carlos Imáz, al que le interesaba ser candidato en Tlalpán. Por cierto, Carlos, en un acto de honestidad, aceptó que esos spots se habían producido y transmitido con los recursos del empresario argentino, pero Clara Brugada de plano se desapareció y nunca dijo esta boca es mía. Quizás ahora quiera sacarnos de la duda.

Me parece que el problema de fondo es la absoluta intolerancia a la crítica. Pero hacerla significa todo lo contrario a lo que aduce Brugada. Los que se venden son los que se quedan callados por permanecer en la nómina o por tener la esperanza de ser apoyados por el gobierno para conseguir alguna candidatura. Inmersa en la lógica del presidencialismo que, por cierto, combatimos desde la izquierda, le incomoda que se cuestione a las voluntades que se consideran supremas. Pues que me disculpe, pero no me voy a quedar callado.

Brugada dice que quiero dividir a la izquierda y al partido por practicar la crítica, pero ahí sí que erró el tiro. El que está llamando a votar por otros partidos no soy yo. Y, perdón, también genera división el que encabeza al segundo gobierno más importante del país, pues al haber usado los inmensos recursos con los que cuenta para cargar los dados a favor de sus candidatos agravió a todos los demás ¿Ahora con qué cara puede hablar de equidad en la ciudad?. En un partido democrático no hay intocables y la culpa no es de quien denuncia actos indebidos sino de quien los realiza, y peor aún cuando el que viola la norma y los principios es un destacado dirigente o gobernante.

Clara Brugada trata de reprocharme una supuesta falta de fidelidad conmigo mismo. Se equivoca. Lo que pasa es que le falta memoria. Ya no se acuerda por qué peleábamos. No era para simplemente llegar al poder sino para cambiar las cosas, para hacer que nuestra realidad política y social fuera más justa, libre y democrática. De ninguna manera para refundar al viejo partido de Estado con otros colores y reproducir sus peores vicios.

Debe ser el programa del partido y no los intereses los que determinen si se está cumpliendo o no con los objetivos que nos planteamos al ser gobierno en la capital del país. En eso cuentan más los hechos que los dichos y mi preocupación es que hay muchos elementos que muestran que aquí gobierna el salinismo sin Salinas. Los que se sientan ofendidos por la anterior aseveración que contesten una pregunta sencilla: ¿Cuáles son las diferencias entre el gobierno Camacho-Ebrard que en 1991 borró a la oposición con el de ahora, Ebrard-Bejarano (aunque a éste lo tengan en el closet), que mostró en la elección interna que están preparados para hacer lo mismo? Le recuerdo a Clara que nosotros no podemos admitir el ganar de cualquier forma y como sea, que eso sería tanto como avalar a Ulises Ruiz y darle la razón a los que dicen que todos los partidos son iguales.

En fin, espero no ser utópico si le pido a Clara Brugada más razones y menos insultos en su próxima misiva. De esa manera ganarían los lectores, pues merecen que se eleve el nivel del debate.

Fernando Belaunzarán