miércoles, 18 de marzo de 2009

LA ÚLTIMA ELECCIÓN DEL PRD

Que nadie se llame a engaño. El pasado domingo sólo se constató lo que ya sabíamos: que rebasa las fuerzas y capacidades organizativas e institucionales del PRD garantizar condiciones de certeza y equidad en sus elecciones internas y que, en el Distrito Federal, se consumó una elección de Estado. La única sorpresa, si la hay, son los niveles a los que se ha llegado; la inagotable capacidad de superarse a sí mismos en la frenética lucha por ganar a toda costa y de cualquier modo, ignorando los límites y haciendo gala de una ausencia total de escrúpulos.

Pero lo anterior no nos debe llevar a la trampa de generalizar el “cochinero” y tomar el camino fácil de igualar a todos y, por lo mismo, de no distinguir a los actores y de negarse a analizar las implicaciones de sus actos. Una cosa es que el PRD tenga que revisar con urgencia sus mecanismos de selección y hacer un examen sobre los disvalores y conductas impropias que predominan en su interior cuando se disputan cargos y candidaturas –mismos que son compartidos en mayor o menor medida por las distintas corrientes que integran al partido- y otra que se ignore el mensaje de la salvaje operación que hizo el Gobierno del Distrito Federal para hacerse del control político de la ciudad.

Los medios oficialistas se apresuraron a culpar a la oposición –que es como se le trata a Nueva Izquierda en el DF- de diversas irregularidades, precisamente para vacunar a los precandidatos del gobierno, y al gobierno mismo, contra las múltiples evidencias de compra de voto y coacción que se observaron desde el inicio de la jornada electoral. “¿De qué se quejan si ellos hacen lo mismo?” La verdad es que la estrategia de igualar es una burda cortina de humo para ocultar la dimensión que tuvo la elección de Estado en el DF y proteger a su principal responsable.

Más allá de las anécdotas y de la guerra de acusaciones que si no se sustentan con pruebas y se les proporciona consistencia jurídica se quedarán en mero desahogo, lo que trasciende es la pretensión de un grupo político de usar los enormes recursos del segundo gobierno más importante del país para garantizar su hegemonía. En ese sentido, los importantes programas sociales que son fundamentales en estos tiempos de crisis se pervierten al volverse instrumentos de control que conforman una base social amarrada. Y han crecido a tal grado que su utilización electoral hace que cientos de miles de capitalinos conformen la clientela política más grande de México. ¿Qué mayor prueba de ello que el crecimiento exponencial de los votantes en las internas del PRD? ¿O acaso así ha aumentado la aceptación del partido con respecto al 2006, cuando arrasó en el DF y acarició la presidencia de la república? Tan sólo Iztapalapa pasó de 90 mil electores a más de 200 mil en ese lapso.

Pero ese no es el único espectro del PRI que se hizo presente en la elección interna del PRD. En el centro de la disputa también se encuentra la convicción presidencialista de los que conformaron la planilla oficial. Para ellos no puede haber otro camino para hacer carrera política que el sometimiento incondicional a la voluntad suprema del que está al frente del poder Ejecutivo. De ahí el acoso permanente que ha sufrido Víctor Hugo Círigo por parte del oficialismo, pues eso de la división de poderes se repite, pero no se asume.

Ahora bien, a pesar de que por mucho esta elección fue peor que la del año pasado, no ocurrirá lo mismo y el conflicto poselectoral será sustancialmente menos estridente y traumático que aquel. La diferencia es que mientras en el anterior proceso el problema se agudizó porque se impidió durante meses la conclusión de algo tan elemental como sumar los votos, en virtud de que el resultado no gustó al principal poder fáctico del PRD, en esta ocasión los inconformes poseen convicción democrática, al menos así es en el caso de los precandidatos de Nueva Izquierda, y, por lo mismo, en lugar de mandar al diablo a las instituciones apostarán a que las instancias jurisdiccionales desahoguen de acuerdo a derecho los agravios y, por lo mismo, no obstaculizarán el trabajo del órgano electoral, ni cerrarán calles, ni tomarán oficinas, ni promoverán el escalamiento del escándalo mediático. Por supuesto, dado lo acontecido, es un hecho que será el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el que emita la última palabra respecto a las candidaturas perredistas.

Es comprensible y totalmente compartible la pretensión de Jesús Ortega de evitar reeditar el desgaste poselectoral del año pasado y, por tanto, que no se haga eco de las denuncias de irregularidades electorales. Él está viendo por la imagen pública del PRD y es correcto que se preocupe para que no disminuyan las tendencias por un eventual escándalo. Sin embargo, en mi opinión, debió abstenerse de calificar la jornada del domingo, pues no es su función y además resultó una actitud por demás prematura que se revirtió ante las evidencias crecientes de prácticas indebidas. Lo que corresponde es dejar que sean las instancias competentes las que desahoguen las inconformidades y emitan los juicios correspondientes. Mientras tanto se podría avanzar en un acuerdo para sacar en la medida de lo posible de los medios de comunicación el conflicto para no afectar la campaña electoral, sin que eso signifique consecuentar hechos tan graves como la compra del voto, la agresión a militantes y periodistas, el condicionamiento de programas sociales, el acarreo de votantes del Estado de México, entre otros, y mucho menos otorgarle impunidad a quienes los cometieron.

Eso sí, el mejor favor que se le puede hacer a la izquierda política, si de verdad quiere seguir siendo izquierda y no refundar al PRI con máscara amarilla, es hacer que esta elección sea de verdad la última que organiza el PRD de manera abierta. Es evidente que estos ejercicios de democráticos ya no tienen nada, que se ha llegado a extremos inadmisibles y que significan un elemento de intensa autodestrucción. Por ello es de primera necesidad que nuestro partido encuentre mecanismos que además de la representatividad social –que eso no se mide con la capacidad de movilizar personas a las urnas- se reconozca el mérito, la capacidad y la autoridad moral. Ese es uno de los retos principales del PRD una vez que concluya la elección constitucional.

De paso…

Forbes. La verdad es que no se requiere que la fortuna de algún narcotraficante se consigne en alguna revista extranjera para que los mexicanos sepamos que estos tienen un poder económico inconmensurable, al grado que pueden retar al Estado en poder de fuego e infiltrarlo en sus más altas esferas. Mientras no se les pegue en el bolsillo, la guerra será eterna y seguirán acumulando capital… El PT formalizó su alianza con el PRI en Nuevo León y, más allá de hacerse el sorprendido, Andrés Manuel no hará nada, fingirá demencia y seguirá apareciendo en sus promocionales, no obstante su oposición discursiva a cualquier acuerdo con ese partido. No es la ideología, ni los principios. Es el crudo poder… Y hablando de simulaciones, después de palomear precandidaturas, operar declinaciones a favor de los suyos, financiar a las planillas oficiales, encargar a sus allegados tareas electorales, establecer mesas de diálogo para, según esto, evitar prácticas indebidas y pagar encuestas de salida en los cuarenta distritos locales para monitorear hora por hora las tendencias, Marcelo Ebrard instruyó a su equipo de prensa a que se resaltará mediáticamente que él no votó en la elección, como si con eso pudiera acreditar que ha estado ajeno al proceso. Lo más grave no es que quiera ocultar algo que además de incorrecto se ve mal sino que subestime hasta ese grado la inteligencia de la opinión pública… Después de la descalificación de la sub-20 y la eliminación de la selección de béisbol que no vaya a perder México contra Costa Rica en el Azteca porque entonces sí ¡sálvese quien pueda!…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hereje amigo:
sin duda lo del domingo fué la crónica de una elección de estado anunciada... Efectivamente, es la hora de que reconstruyamos al PRD con valor, inteligencia y principios por delante.Un abrazo

Anónimo dijo...

Ay Feeeeeerrrrrr!!!

Ya que te digo, hay muchas cosas que pienso pero prefiero decirtelas en persona!!!

Sabes que te apoyamos.