martes, 4 de noviembre de 2008

Nueva carta a Encinas

Lic. Alejandro Encinas Rodríguez
Ex candidato a la presidencia nacional del PRD


Estimado Alejandro:


Volviste a la carga, pero erraste el tiro. Sea por que se aproxima el fallo del TEPJF sobre la elección de marzo o sea por las recientes desavenencias por la aprobación de la reforma energética, el caso es que decidiste reavivar el conflicto interno. Lamento eso y más que para ello te sirvas de señalamientos y acusaciones que no sólo carecen de sustento sino que también abonan a la dinámica de linchamiento moral que tanto gusta a la izquierda sectaria, misma que ahora se dice agraviada porque la mayoría de los legisladores del PRD se atrevieron a votar a favor de sus propias propuestas a pesar del anatema lanzado desde la plaza. Pero además, bien analizadas, tus afirmaciones se revierten; terminas por escupir al cielo.

Dices en una entrevista que Los Chuchos se deben diferenciar del la derecha y no del Movimiento en Defensa del Petróleo, pero pasas por alto que fue Andrés Manuel López Obrador el que decidió diferenciarse de su partido. La reforma energética cumple con lo aprobado por amplia mayoría en la consulta ciudadana y por unanimidad en el Congreso Nacional del PRD; fue avalado en sus términos por los grupos parlamentarios y por el Comité Ejecutivo Nacional ampliado, lo mismo que por el grupo de intelectuales y expertos que elaboraron la iniciativa suscrita por el FAP.

Y sin embargo, mediante una votación de mitin, el líder de ese movimiento decide otra cosa, llama a impedir su aprobación y, posteriormente, en la Cámara de Diputados, califica de “traidores a la patria” a los que la apoyen mientras el oficialismo pejista difunde una lista negra en la que en el colmo de la enfermedad incluyen al ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas. ¿Para no diferenciarnos del movimiento tenemos que encadenar la actuación de nuestros legisladores y las determinaciones del partido a lo que se resuelva en mítines y contribuir al atraso y la intolerancia denostando a los que no lo hagan? ¿Aceptar actos de simulación democrática nos diferencia o nos acerca a la derecha?

Aconsejas a Nueva Izquierda “diferenciarse de la derecha” cuando es la que, en la propuesta, más lo ha hecho. Te recuerdo que la Ley de Sociedades en Convivencia, la despenalización del aborto, la voluntad anticipada, el divorcio express y actualmente la discusión para enfrentar al narcotráfico y las adicciones con la legalización de la marihuana, además de la estrategia de negociación que permitió una reforma energética que fortaleciera a PEMEX sin privatizarla, han sido promovidas por esa expresión y sus aliados. Si lo que estás pensando es en tomar tribunas para impedir que se voten logros propios y promover amparos para detener reformas en las que se reconocen avances, entonces tengo que aceptar que eso es diferenciarse, pero no de la derecha sino del sentido común y de la más elemental congruencia.

Estamos viendo un patético cuadro de surrealismo político. Al tiempo que el movimiento reclama exclusividad de los logros de la reforma, encabeza la lucha contra ésta. Hacen una toma de tribuna el día de la votación para, según dijeron, impedir la sesión y las dos docenas de “heroicos” diputados no sólo aceptaron su desarrollo sino hasta se bajaban para votar y pedir la palabra. Ignoro si esa toma ight fue parte de los acuerdos con Cesar Duarte para recibir a AMLO, pero entonces era mejor no hacer nada, pues además del habitual deterioro de la imagen sólo se exhibió debilidad. Por cierto, decir que lo conseguido se debe única o principalmente a Andrés Manuel y a la fuerza que representa es pura mitología pejeana.

Disculpa, pero tengo repulsión por la adulteración histórica a la que el estalinismo era tan adepto y que servía tanto para cultivar la megalomanía del gran líder como para combatir a los disidentes, tal y como, guardando las proporciones, ahora acontece. Sin presentar siquiera un borrador de dictamen se afirma cual dogma de fe que la toma de las tribunas evitó el albazo legislativo y consiguió el debate que ya estaba acordando Carlos Navarrete con los otros coordinadores justo cuando se dio el evento. Pero bueno, eso es casi pura especulación y resultaría ocioso y desgastante hacer un simple intercambio de creencias. Mejor vamos a lo que nos consta y que requiere sólo de un sencillo ejercicio de memoria.

Cuando Guadalupe Acosta Naranjo invitó a los presidentes del PAN y del PRI a dialogar sobre la posibilidad de construir una reforma energética de consenso fue inmediata y duramente descalificado por el lopezobradorismo. Es más, tú pronunciaste una frase desafortunada al llamarlo “tonto inútil”. Lástima que la mezquindad que acompaña al conflicto interno impida que tengas el gesto de reconocer que te equivocaste y aceptar que nuestro presidente contribuyó decididamente al buen resultado que incluso tú reconoces. Además me extraña que tú subestimes la lucha política institucional, el trabajo legislativo, el papel de los negociadores, la batalla en la opinión pública, el impulso de muchas personalidades, entre ellas, la de Cuauhtémoc Cárdenas. En tus declaraciones no distingo dónde termina Andrés Manuel y dónde comienzas tú.

En honor a la verdad, nuestro ex candidato a la presidencia nunca vio como posibilidad el acuerdo con el PRIAN alrededor de una reforma no privatizadora y cuando ésta se dio utilizó una salida de emergencia para mantener el conflicto que, sin duda, es su apuesta estratégica. Más que una rendija lo que encontró fue una coartada. En el Comité Ejecutivo Nacional los secretarios de Izquierda Unida se oponían a presentar una propuesta propia y, como tú dices, es del dominio público que costó mucho trabajo convencer a AMLO de hacerlo. Y, tal y como se consignó en la grabación de un reportero, para López Obrador el debate era “una vacilada” y “una forma para ganar tiempo”, aunque por fortuna tuvo el buen tino de rectificar.

El hecho de que AMLO nunca haya creído, ni buscado, ni querido el acuerdo no quiere decir que no tenga responsabilidad en los logros obtenidos. Al contrario, su presencia, activismo y fuerza movilizada sin duda que fueron tomados muy en cuenta para la flexibilización en las posiciones de los otros partidos y que el gobierno pensara dos veces antes de encender un intenso foco de conflicto en un momento por demás complicado. Como ves, aunque eso no cuadre con las tendencias megalómanas y mesiánicas de los devotos, el éxito es colectivo.

Dónde no te mediste es en acusar a Los Chuchos de llevar al fracaso electoral al PRD. Según Consulta Mitofsky, tras tener como partido el 28% de la votación como partido en el 2006, Leonel Cota, incondicional de AMLO, lo dejó en el 14% (mayo de 2008). Luego, tras la toma de tribunas y la agudización del conflicto interno, bajo un punto más. López Obrador perdió en dos años el 40% de sus electores. La disminución en las preferencias se da a la par de otro fenómeno: el crecimiento del rechazo. Ahí el partido ha ido de la mano de su ex candidato presidencial y de 27% que se tenía en junio de 2006 se elevó al 43% en mayo de este año, cifra un poco menor a la que tiene Andrés Manuel y cuya ausencia ha sido notable en los mayores éxitos que hemos tenido en este tiempo, Michoacán y Cancún. Es evidente que la política de confrontación estridente y callejera, por más que se apele al pueblo para justificarla, nos ha alejado de sectores importantes. El caso de Guerrero influyó un cúmulo de factores extras como la crisis del partido y su división, los malos gobiernos y el apoyo incentivado a otros partidos desde el gobierno legítimo. Nadie descubre el hilo negro al decir que la resistencia civil no es rentable electoralmente sino todo lo contrario, así que tus dardos debieran apuntarse hacia otro lado aunque ahí esté tu mayor respaldo.

Es correcto buscar la unidad para el 2009, pero las condiciones que pones la hacen inviable. Tú mismo reiteraste en la campaña que el problema del partido era su falta de institucionalidad y que se debía acabar con esa máxima cínica que dice que “acuerdo político mata estatuto”. Pues te invito a que sea congruente con tu planteamiento y aceptemos el fallo de las instancias y respetemos nuestra legalidad. Durante meses sostuviste que no había razón para anular la elección y sólo después de que el cómputo dejó de favorecerte al contarse, como correspondía, el 100% de los votos, cambiaste de parecer. Pero además, los vetos ahondan el conflicto y envilecen la convivencia. Si en verdad te interesa la unidad, no debieras casarte con ese capricho de Andrés Manuel que tanto ha complicado la crisis partidaria y, en su lugar, deberías invitarlo para que asista a las reuniones de los órganos de dirección del partido y deje a un lado su actitud caudillezca de tirarnos línea desde la plaza.

Afirmar como lo hace Izquierda Unida que el TEPJF dará el triunfo a Jesús Ortega como compensación a la aprobación de la reforma energética es una bajeza, una ruindad que indigna porque mancha un legítimo e importante triunfo de la izquierda. ¿Entonces debiéramos concluir que cuando esa instancia te dio la razón por el asunto de las cartas o ahora que concluyó que fue ilegal la transmisión de spots del CCE en 2006 y que deben ser sancionados los partidos que se beneficiaron es porque hubo “un cambio de favores”? No puede ser, Alejandro, que te hayas contagiado del atraso pejista que sólo acepta el fallo de las instancias cuando le favorecen.

Espero que coincidas conmigo en que sería falto de toda responsabilidad y ética jugar al desastre del país para cultivar salvadores de la patria, pues además de arriesgado e incierto resultaría indeseable para el proyecto democrático de la izquierda incluso si el albur tuviera éxito. También espero que coincidas en la necesidad de discutir abiertamente y con respeto nuestras posiciones. Por ello es que me atreví a escribirte.

Te mando un gran abrazo y te reitero mis respetos.

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