lunes, 7 de abril de 2008

EL VETO

El insólito retraso de resultados es el síntoma más elocuente de la crisis por la que hoy está pasando el PRD. La elección, lejos de haber servido para superar las diferencias, ha ahondado el encono y polarizado las posiciones, llevando al partido más importante de la izquierda mexicana al borde de la ruptura. Y es que, al proceso electoral enrarecido por la intervención del presidente legítimo, hay que agregar el absoluto rechazo de éste a aceptar cualquier resultado que le sea adverso, así sea de carácter preeliminar. Pero más que la idea de ganar a como dé lugar, lo que ahí prevalece es la pretensión descarada de evitar a toda costa el triunfo del adversario. Para decirlo directo y sin eufemismos, existe un veto contra Jesús Ortega promovido por Andrés Manuel López Obrador.

Parece mentira que el que sufrió un veto de tal calado que estuvo a punto de ser inhabilitado para contender por la presidencia de la república mediante un indigno desafuero, ahora sea el que, sin ningún respeto por la legalidad, pretenda cerrarle el paso a un compañero de partido que, por cierto, fue su Secretario General y Coordinador de Campaña. Pero, a decir verdad, esa no es la única paradoja ni la única semejanza que la actuación del político tabasqueño guarda con el que fuera su Némesis, Vicente Fox, al que, por cierto, ya no podrá llamarle “traidor a la democracia” sin escupir al cielo. A lo mejor algún día nos dará una explicación del por qué actúa de manera caudillista a riesgo de fracturar al PRD, debilitar la lucha en defensa del petróleo y poner su autoridad moral en entredicho. Pero, a falta de mejor respuesta, todo indica que ha sido la obsesión de controlar, el deseo de imponer y disponer, la frenética lucha del poder por el poder.

El partido que lo hizo candidato dos veces al gobierno de Tabasco, que lo eligió presidente nacional, que lo respaldó para ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que siempre lo ha apoyado, aún en los momentos más difíciles, no merece el daño que le está causando por querer imponer de presidente a un incondicional, al margen de los votos de la militancia. Por eso no resulta ocioso preguntarse qué le ha pasado al ex candidato presidencial. Resulta evidente que ya no es aquél que transmitía esperanza, que entusiasmaba a hombres y mujeres de todos los estratos sociales a lo largo y ancho del país. Ya no es el candidato de los quince millones de votos; ni siquiera es alguien que genere unidad al interior de su partido. Al contrario, ahora transpira odio y resentimiento, es visto con desconfianza por muchos de sus correligionarios y se olvida de la fuerza de la razón para amenazar con la sinrazón de la fuerza. Por ello es que ya no suma, divide y resta; no genera simpatías, las pierde.

López Obrador es, sin duda, un líder que impulsó a la izquierda a una votación histórica y nadie debería regatearle sus méritos; pero después del 2 de julio del 2006 se transformó en un político irasible, estridente, polarizante, poco constructivo y muy predecible. Por eso mismo ha contribuido al declive electoral del PRD, a debilitar la lucha en defensa del petróleo y a fomentar la división de la izquierda. Por ello es que vale la pena preguntarse dónde está aquel Andrés Manuel que cautivó a gran parte del país, que revirtió el desafuero sin afectar a terceros y que arañó la presidencia de la república. Por es que me permití hacer uso de un recurso retórico y preguntarme, durante la presentación de libro del autor de estas líneas, Desde la izquierda. Herejías políticas en momentos decisivos, algo similar a lo siguiente: ¿Y no será que hubo un complot y nos lo cambiaron, que al que estamos viendo hoy, amagando con cerrar carreteras y aeropuertos, provocando la mayor crisis del PRD en su historia, es sólo un impostor?

A diferencia de lo que piensan en el círculo lopezobradorista, estoy convencido que cercar el Congreso de la Unión y otras acciones similares no ayuda a detener las ansias privatizadoras de la derecha. Al contrario, le dan la perspectiva del desgaste y aislamiento de su adversario, tal y como sucedió con el cierre de Reforma. Si a AMLO no le interesa la reacción de la opinión pública ante esas acciones, al PRD sí, pues necesita reivindicar su imagen para ser competitivo electoralmente y no perder su peso político en los estados y, en el próximo año, en las elecciones federales. La lucha contra el desafuero demostró que no se requiere afectar a terceros ni boicotear instituciones para luchar con eficacia. En efecto, la experiencia reciente nos dice que las llamadas acciones radicales terminan por ser contraproducentes.

Quizá el problema esté en el sueño guajiro de Porfirio Muñoz Ledo que ha reiterado una y otra vez que con unos cientos de miles en las calles se puede colapsar al gobierno ilegítimo y conseguir, con un amplio movimiento social, la caída del régimen y la renovación de las instituciones en lo que él califica como “revolución de terciopelo”, para hacer el símil con el Portugal de los 70’s y algunos países de la Europa del Este al terminar su ciclo prosoviético. Sea ese o el de repetir el recorrido de Evo Morales en Bolivia, lo cierto es que existe un desplazamiento y ya no se considera, desde esa perspectiva, a la vía electoral para acceder al poder como la única admisible. Eso es lo que explica la polarización que existe en el partido del sol azteca y el vergonzoso veto de Andrés Manuel López Obrador a una dirección encabezada por el sector moderado. Alguien debiera recordarle que forzar en la mesa cambiar los resultados oficiales es pretender hacer fraude. Lo que sí hay que reconocerle a AMLO es que, en su obsesión por destruir al gobierno de Felipe Calderón, por lo pronto ya está logrando destruir al PRD.


De paso…


Agradecimiento. Desde aquí doy las gracias a todos los que han recibido bien la reciente publicación de mi libro, en especial a Ruth Zavaleta, Víctor Hugo Círigo, Ernesto Priani y Verónica Juárez que me acompañaron en el presidium durante su presentación y aprovecho para exonerarlos de toda responsabilidad de lo ahí vertido or el autor. Ahora sí que cada quien sus herejías… Pregunta: Cuánto tarda Alejandro Encinas en romper los acuerdos a los que llega en la llamada mesa política presidida por Marcelo Ebrard y Leonel Godoy. Repuesta: Depende de cuánto tarde en comentárselos a AMLO… El Consejo Nacional del PRD se reunió, sesionó y resolvió en el ámbito de sus facultades. En las crisis, los dirigentes deben dar la cara y asumir sus responsabilidades, en lugar de ir a visitar ballenas a Baja California Sur…

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