martes, 18 de marzo de 2008

EL PRD DEBE SER CONGRUENTE

Las encuestas han dejado de ser un instrumento de medición para volverse el oráculo del mundo político. No se necesita mayor constatación que un muestreo y todos cruzan los dedos y guardan el aliento para esperar la revelación inobjetable de la verdad en gráficas y porcentajes. Es el paraíso de la realidad virtual porque se torna la única realidad. Cuestionar la certeza de una encuesta resulta anticlimático y suena tan precientífico y atávico como sostener que La Tierra es plana. Por supuesto, si los hechos no corroboran lo ahí sustentado, peor para los hechos. Pues bien, el caer en esta mistificación de las encuestas, la cual fue criticada por el PRD durante la sucesión presidencial, puede llevar a los perredistas a una trampa de difícil salida y que fue tendida únicamente por ellos mismos.

El CEN contrató dos conteos rápidos para que, al evitar la incertidumbre, ayudaran a bajar la presión política y a garantizar la estabilidad partidaria. Esa fue la intención de Leonel Cota cuando insistió en su aplicación. Y eso se cumplirá si es que esas mediciones se corroboran por los resultados oficiales. En cambio, si eso no es así y la contienda es cerrada o da otro triunfador, entonces la eventual crisis que se evitó al conocerse las tendencias de las mediciones estadísticas el domingo por la noche regresaría con mayor fuerza y colocaría bajo sospecha toda la elección. Es difícil imaginar un escenario más patético que el de dos presidentes: uno virtual anunciado por las encuestadoras y otro legal sostenido por las actas. De ahí a ser calificados como “legítimo” y “espurio” sólo hay un paso. Si a eso le agregamos la intervención del presidente legítimo, la guerra sucia y, ahora, las encuestas cuestionadas, pues ya esta casi el cuadro completo del 2006. Si esto se confirma, ¿quién podría regatearle a Marx el tino de decir que cuando la historia se repite la primera es como tragedia y la segunda como farsa? Bueno, eso sería así si el espectáculo chusco que puede escenificarse no acrecentara la división, el encono y el riesgo de escisión, amén del descrédito público que traería consigo. Es decir, bien puede convertirse en una tragicomedia.

Obviamos, lo digo como autocrítica, lo difícil que es medir estadísticamente los procesos internos del partido, en virtud de la heterogeneidad y, por lo mismo, volatilidad de los electores en el territorio. En una manzana puede tener un grupo mayor fuerza y en la de junto otro. Es difícil encontrar continuidades estadísticas Ya habíamos tenido la experiencia en Michoacán cuando Consulta Mitofsky no quiso dar resultados en la elección interna para candidato a gobernador y Leonel Godoy terminó ganando con un margen de superior al 8%. Y ahora, en cambio, se lanza a proporcionarlos con vacíos importantes en la información de Chiapas y Oaxaca y, según ellos mismos, complementando con proyecciones lo que les faltaba de datos.

Resulta un evidente contrasentido que las encuestas terminen contrariando resultados en lugar de apuntalarlos. Y lo que sería ya el absurdo es que la preocupación sea como acomodar las cifras para que coincidan con los números de las empresas.

Frente a esa delicada situación no queda más que la transparencia y garantizar aquello que negó el IFE y el Tribunal Electoral. Me refiero, por supuesto, al recuento de votos. El PRD tendrá que darle a la sociedad mexicana el voto por voto y casilla por casilla que tanto coreó y demandó en calles y plazas. Eso significa una oportunidad, pero también un riesgo. En un país con vida democrática consolidada no habría duda que lo que estaría en duda sería el rigor y exactitud del muestreo, pero tratándose de la cultura nacional en la que la presunción del fraude es casi un axioma, entonces no hay duda que el que está en el banquillo es el partido.

Ahora que esto de que el PRD, literalmente, le abra sus entrañas a la sociedad puede ser a mediano y largo plazo muy bueno, y si pasa la prueba y se demuestra que las irregularidades son menores en el universo de la votación, no hay duda que saldrá fortalecido y tendrá autoridad moral para seguir impulsando la democratización del país. Claro, si es que pasa la pasa la prueba de la unidad. Ahí tendrá mucho que ver la responsabilidad de los dos candidatos principales, Alejandro Encinas y Jesús Ortega, lo cual debería tranquilizar, pues ambos han dado muestras de sobra de actuar así a lo largo de sus trayectorias. El problema es que no sólo depende de ellos. Andrés Manuel López Obrador tendrá que hacer su parte para atemperar ánimos. Para nadie es un secreto que él es el único que puede llamar al orden al grupo de René Bejarano.

De paso…

Tibieza. Está más que demostrado el asesinato de mexicanos a manos del ejército de Colombia en territorio ecuatoriano. Al margen de la opinión que se tenga de las FARC y de que éstas utilizan métodos deleznables como el secuestro, no puede obviarse que se trató de un ataque contrario al derecho internacional. No se trata sólo de reafirmar la convicción a favor del multilateralismo y de la solución pacífica de controversias entre países sino de asumir el papel de defensa de nuestros compatriotas en el extranjero. Aunque el presidente Uribe sea aliado del gobierno mexicano, éste tiene la obligación política y moral de condenar el hecho y pedir satisfacciones al país agresor...Nadie debe espantarse de que en la UNAM haya tal libertad y exista tal pluralidad que entre sus estudiantes haya simpatizantes de las cuestionadas FARC, como tampoco el que tenga, y seguro tiene, miembros del Yunque en sus aulas. Precisamente esa gran libertad y tolerancia han hecho posible que sea el centro cultural más importante de América Latina…

1 comentario:

Anónimo dijo...

VOTO POR VOTO, CASILLA POR CASILLA!

CON EL EJEMPLO SE GOBIERNA SEÑORES