martes, 24 de mayo de 2011

ENCINAS Y LA UNIDAD DEL PRD

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

La división en el PRD llegó a tal punto que lo lógico se volvió extraordinario. Nada más normal que le reunión de las principales figuras, líderes y dirigentes de un partido para apoyar a uno de sus candidatos, máxime cuando se trata de una elección importante. Y, sin embargo, el inicio de campaña de Alejandro Encinas en el Estado de México fue todo un acontecimiento precisamente por juntar a personajes de gran relevancia del perredismo que habían tenido notorios distanciamientos. Si la foto del templete acaparó las primeras planas de los periódicos y se le pudo llamar "histórica"  fue porque dicha coincidencia en un acto de campaña llegó incluso a pensarse como inviable, por no decir utópica. Es de celebrarse que Encinas haya logrado que se diera en torno suyo ese inesperado encuentro, pero la unidad del PRD, objetivo valioso y deseable, rebasa al proceso electoral mexiquense y requiere de mucho más que eso. Además, vienen momentos críticos después de las elecciones de julio de este año y, si bien los perredistas harían bien en procurarla, sería prematuro cantar victoria.

Sin restarle importancia al suceso, debemos ponderarlo en sus alcances. Se coincidió en que el mejor candidato de las izquierdas para el Estado de México es Alejandro Encinas, cuya cercanía con Andrés Manuel López Obrador es de sobra conocida, pero que cuenta con una trayectoria, capacidad y presencia que lo hacen un político con peso propio e interlocución con otros actores. Por eso es que Alejandro pudo generar tal confianza que en algún momento incluso el PAN vio con simpatía que éste pudiera encabezar la eventual alianza en aquella entidad. Al no aceptar esa posibilidad y en virtud de que no se obtuvieron las dos terceras partes requeridas para aprobar la coalición electoral con el panismo mexiquense, la dirección nacional del PRD, recién electa y encabezada por Jesús Zambrano, decidió cerrar filas, lo mismo que el Comité Estatal perredista, con Encinas y hacer el acuerdo con el PT y Convergencia. Es decir, la mayoría del PRD evitó ahondar el conflicto y, ante la imposibilidad aliancista, privilegió la unidad, asumiendo la línea política de la minoría en el Edomex.   

Pero sin reciprocidad la unidad es ilusoria. Es un error pensar que, en el PRD, ésta soló se puede construir bajo la premisa de que el resto se pliegue a la parte más intransigente. El camino para conseguirla sólo puede ser de ida y vuelta. En 2009, AMLO se sumó a las campañas perredistas cuando los candidatos le eran afines, pero apoyó a otros partidos cuando no, cuando eran de otras corrientes o se trataba de ciudadanos sin vínculos con su movimiento, aunque con ello haya beneficiado al PRI o al PAN. Sería un gran engaño a la opinión publica si la "unidad" se quedara sólo en el apoyo a un buen candidato a gobernador de un estado y en todo lo demás las cosas siguieran igual. El esfuerzo por la unidad vale la pena, pero para que ésta pueda fructificar la responsabilidad debe ser compartida.

La exitosa presencia de Cuauhtémoc Cárdenas en el mitin de Ecatepec no sólo fue una buen apoyo para Alejandro Encinas sino que modificó el escenario rumbo a la definición de la candidatura presidencial en la izquierda. La disputa interna -pudieran surgir externos- ya es de tres, no de dos. El peso histórico del Ingeniero nadie lo puede soslayar; es, sin duda, el líder de izquierda con mayor autoridad moral en la sociedad y, además, es alguien que genera confianza más allá del voto duro perredista. Pero esta situación reitera la necesidad de que el PRD emita una convocatoria con reglas claras y que los implicados respeten normas, instancias y mecanismos para tener un adecuado procesamiento de la candidatura, el cual garantice estabilidad y gobernabilidad en el partido.

Por desgracia, hay razones para el escepticismo. Las diferencias en la izquierda siempre han existido y éstas son sanas y necesarias. Una riqueza del PRD es su pluralidad. El problema es cuando no se dirimen de manera democrática e institucional. Si la división llegó a los niveles que vimos se debió a que un líder prominente no aceptó que se tomaran las decisiones por órganos colegiados y fuera de su oficina, y, en su lugar, optó por estigmatizar públicamente a los que discrepaban de sus posiciones, polarizar al interior con un discurso inquisidor entre el "bien" y el "mal", entre "puros" y "traidores", y actuar con independencia de las resoluciones estatutarias. Así que la preocupación no es ociosa: ¿Aceptará AMLO asumir lo que defina una voluntad colectiva, en la que él esté integrado, pero que lo obligue a dialogar, negociar y conceder? ¿Estará dispuesto a abandonar la unilateralidad y el verticalismo para participar en una instancia conformada por pares? El origen del conflicto fue la diferencia entorno al papel de los legisladores perredistas, si éstos debían impulsar los cambios que el país necesita o sólo oponerse y contrastar para "no legitimar" al gobierno que se considera producto del "fraude", ¿Estará hoy dispuesto Andrés Manuel a que se lleven a cabo las reformas políticas, económicas y sociales que están demandando numerosos ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil, como los impulsores del Pacto Nacional, o seguirá insistiendo en que se lleven a cabo después del 2012 como recientemente declaró? Si las respuestas son afirmativas, entonces habrá razones para sustentar el optimismo respecto a la unidad del PRD. 
                
No eludo el simbolismo y significado del reencuentro público de Cuauhtémoc y Andrés Manuel, quien hizo carrera política en la izquierda gracias a aquél. Después de la elección presidencial de 1988 y una vez que el PRI no lo hizo candidato a gobernador, el tabasqueño aceptó ser abanderado del entonces Frente Democrático Nacional para las elecciones de noviembre de ese año. El Ingeniero tuvo la deferencia para proponerlo como primer presidente del PRD, propuesta que gentilmente rechazó para que lo fuera el propio Cárdenas. AMLO fue un notable luchador social en su entidad y volvió a postularse para gobernador en 1994. Los conflictos postelectorales por las trapacerías del PRI y los problemas sociales lo trajeron en varias ocasiones a la Cd de México en éxodos que tuvieron importante repercusión política y mediática. El hijo del General lo impulsó para ser presidente del partido en 1996, donde hizo una gestión muy exitosa, entre otras razones, porque le quitó la imagen de rijosidad al PRD y llevó a cabo una política audaz de alianzas que incluyó la aceptación de expriistas en las candidaturas y la búsqueda en ciertos estados de coaliciones con el PAN. 

En el año 2000 tuvieron su primer desencuentro importante, debido a la oposición de AMLO al evento en Ciudad Universitaria que resultó ser el mejor acto de campaña de ambos candidatos, pues hacían fórmula a la Presidencia y Jefatura de Gobierno del DF. El último templete que compartieron, antes del reciente en Ecatepec, fue la noche del 2 de julio de ese  año. Cuauhtémoc acudió a la marcha del desafuero en 2005, pero por diversas descortesías ya no llegó al mitin y se perdió de la monumental rechifla que los asistentes le brindaron a Porfirio Muñoz Ledo. Es verdad que El Ingeniero no participó en la campaña del 2006, pero también es cierto que a López Obrador no le interesó involucrarlo y nunca tuvo la deferencia de invitarlo. Sentía la elección en la bolsa y creyó que podía prescindir de ese y otros tantos apoyos. Después de la elección presidencial, AMLO tuvo el lamentable desplante de darle un golpe bajo a Cárdenas al hacer que Elena Poniatowska contestara, en pleno mitin del Zócalo, a una misiva que aquél le había dirigido en respuesta a las afirmaciones de la escritora en las que lo responsabilizaba a él y al Subcomandante Marcos. de la derrota electoral por "envidiosos". Como era de esperarse, la multitud reaccionó denostando al primer fundador del PRD. A últimas fechas, ambos coincidieron en el rechazo a las alianzas con el PAN, pero hay que señalar que el michoacano en ningún momento amagó con enfrentar en las urnas a su partido. Con esa historia, nadie debe extrañarse que su reencuentro público en el acto de Encinas acaparara la atención de los medios.

En su momento se evaluará la eficacia electoral de la política seguida. En 2010, las únicas derrotas infringidas al PRI se dieron es estados en los que se construyeron alianzas PRD-PAN. En Veracruz, la izquierda hizo lo mismo que hoy hace en el Estado de México -estrategia AMLO- sólo coalición PRD-PT-Convergencia, y los resultados fueron decepcionantes. Por fortuna, Alejandro Encinas es un gran candidato, tiene buen posicionamiento y empezó con el pie derecho con el acto histórico en Ecatepec y ganando el debate televisado con la periodista Denise Merker. Sin lugar a dudas, la unidad fortalece y potencia. Aunque sigo pensando que Alejandro tendría mejores posibilidades si hubiera encabezado una coalición con el blanquiazul, lo importante ahora es que el PRD cierre filas en torno suyo y todos hagan su mejor esfuerzo para salir triunfadores. Se le debe dar la oportunidad a la unidad y que cada quien asuma su responsabilidad, no sólo para que rinda frutos en el Edomex sino también para que perdure y se manifieste en todos los demás ámbitos y, por supuesto, en la decisiva disputa por la nación en el 2012.

De paso....

Pumas. El séptimo campeonato del equipo universitario es más que merecido por la gran campaña que realizaron. Son un cuadro de conjunto, pero es inevitable mencionar al experimentado Juan Francisco Palencia y al joven Javier Cortés, cuyos soberbios goles fueron definitorios en las finales. ¡Cómo no te voy a querer...! ¡Goooooooooooya!... ElnPacto Nacional va.... Carambola de tres bandas ha resultado del escándalo generado por la detención del director del Fondo Monetario Internacional, conocido en su país como SDK, acusado de abuso sexual a una recamarera de hotel. Además de poner en aprietos al Partido Socialista Francés y allanarle el camino a la reelección de Sarkozy, la pugna por la sucesión en el organismo se abrió y peligra la regla no escrita de que lo encabece un europeo en momentos en que ese Continente vive momentos difíciles por las crisis en Grecia, Portugal y España. La poderosa China y el influyente Brasil levantaron la voz para que se abra la posibilidad de que el FMI sea dirigido por alguien de un país en desarrollo por lo que el tablero se mueve y muchas cosas pueden ocurrir. Por lo pronto, Europa presiona a los Estados Unidos para que también el Banco Mundial deje de ser presidido por un norteamericano. Muy interesante, hasta divertido. El problema es que en esto se está jugando la suerte de millones de personas... síganme en twitter: @ferbelaunzaran



 

lunes, 9 de mayo de 2011

EL ¡YA BASTA! DE JAVIER SICILIA

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

“El mundo ya no es digno de la palabra”, exclamó el poeta Javier Sicilia en su dolor. Difícil contradecirlo cuando en los últimos años nos hemos cansado de ver escenas terribles y sabido de crímenes inefables; cuando los ajusticiamientos por decenas son cotidianos y el matar parece deporte; cuando los asesinos dejan marcado su odio en los cuerpos de las víctimas y arrancan cabezas y pieles como trofeos; cuando cientos de cuerpos son exhumados de fosas clandestinas y se ha perdido el respeto por la vida y la dignidad humanas. La barbarie se ha instalado en México y es preciso preguntarnos: ¿cómo hemos llegado a este punto?, ¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿qué país queremos?, ¿qué debemos hacer? A ese ejercicio de reflexión y definición colectiva del rumbo del país es a lo llama el ¡Ya basta! de Sicilia.

Muchos agraviados por el tsunami de violencia que ha caído sobre México y que no han encontrado justicia se unieron al poeta que, en su desgracia -la muerte abusiva, estúpida, aberrante, inexplicable de su hijo Juan Francisco, como la de tantos otros mexicanos-, nos interpeló a todos por la situación que atraviesa el país, incluyendo, por supuesto, a los delincuentes que carecen de “códigos de honor” y cuyas acciones están desprovistas de cualquier atisbo de humanidad. Ese fue su primer gran mérito: restregar a cada uno la realidad que tenemos enfrente y reclamar a cada quien que asuma su responsabilidad en lo que acontece para cambiar las cosas y que no se acepte a la violencia como único y fatal destino en una “guerra” eterna sin perspectivas de victoria.

Javier Sicilia trasciende la polarización política y llama a la unidad “desde los zapatistas hasta Calderón” para dar, juntos, un nuevo rumbo al país. Combatir violencia con violencia no sólo es falta de imaginación; es algo mucho peor: emprender una loca carrera hacia la autodestrucción. Algo de sentido común que en la vorágine irracional de la fuerza y los horrores no encontraba espacio para expresarse. Descalificar al poeta como ingenuo sólo exhibió más a los promotores del camino fácil y siniestro, llamémosle sin eufemismos, de la “guerra” total, que sólo mira hacia los efectos, cada vez más destructores, y desdeña las causas económicas, políticas y sociales de la fuerza del crimen organizado.

La marcha nacional se planteó encontrar soluciones, nuevos caminos, a través del diálogo y la corresponsabilidad de gobiernos, partidos, instituciones y sociedad, en lugar de agudizar el conflicto político. No sólo se hizo una convocatoria incluyente y se cansó de aclarar que no era contra nadie en particular sino que además puso sobre la mesa una propuesta de conciliación: el pacto nacional. El hastalamadrismo compartido trascendió la indignación por los agravios, el miedo y la injusticia para dar una alternativa, no terminada, pero sí que abre un camino diferente.

Felipe Calderón se entrampó con su propaganda. Al principio de su gobierno anunció su cruzada, se vistió de militar y hablo de la “guerra” contra el crimen. En lugar de legitimidad se encontró con un problema que rebaso la capacidad de respuesta del Estado mexicano. En un inicio quiso presentar la creciente violencia como un síntoma del éxito de su política, pero luego le fue imposible. Sus adversarios aprovecharon la situación para responsabilizarlo por todos los crímenes. “El pez por su boca muere”.

Ojalá que lo que hoy padecemos fuera resultado de lo hecho por el Ejecutivo, pues entonces la solución sería fácil y sólo habría que dejar hacer lo que se ha hecho en los últimos cuatro años y ya, todo resuelto. En esa lógica, distinta a la del poeta, están los que sostienen que todo se arreglaría si renuncia Calderón. Pero eso es falso. El problema, para nuestra desgracia, es mucho más grave. La inmensa mayoría de las muertes en esta “guerra” no son resultado de la acción del Estado sino de su incapacidad por evitarlas. Tenemos un crimen organizado muy poderoso e instituciones policiacas y políticas débiles, ineficientes, corrompidas e infiltradas. Mientras las organizaciones criminales sigan teniendo las ganancias estratosféricas por sus “negocios” ilegales, podremos invertir más y más recursos para hacerles frente y ellos harán lo mismo. La falta de oportunidades para los jóvenes y la destrucción del tejido social generan condiciones propicias para que, como lo han demostrado, esté a su disposición un ejército de reserva inagotable. Necesitamos, pues, una forma más inteligente, con otra visión, para hacer frente a tales organizaciones y tener perspectivas para reconstruir la convivencia social con la armonía y la seguridad a las que tenemos derecho.

El asunto es tan serio y hay tanto en juego en esto que lo de menos es quién gana la próxima elección sino que va a pasar con el país. Por eso el pacto nacional que propone Javier Sicilia, entre otros, incluye la exigencia a que se apruebe la reforma política. Hay que abrir la partidocracia para que la sociedad se haga presente y participe de las decisiones y, además, contribuya a una vida pública con ética, rendición de cuentas y sin vínculos con el crimen organizado.

El dolor de Javier Sicilia unió al dolor de otros y juntos emprendieron una marcha silenciosa que conmovió los corazones de muchos seres humanos dentro y fuera del país. 40 mil muertos en cuatro años, fosas clandestinas con cientos de cadáveres, desollados y descabezados, no son algo que en estos tiempos pueda pasar desapercibido en el mundo. Los inocentes muertos por las “fuerzas del orden” no son “daños colaterales” como algún estúpido y poco imaginativo asesor de la comunicación social del gobierno se le ocurrió decir, emulando el eufemismo del Departamento de Estado. En la lógica de la “guerra” los primeros sacrificados siempre son los Derechos Humanos, algo que con razón no sería aceptado por la comunidad internacional y una razón más para impulsar una estrategia distinta a la actual.

Acabar con “la guerra de Calderón” –nombre cuyo crédito debe darse a la propaganda oficial- no quiere decir dejar de perseguir delincuentes, pactar con organizaciones criminales o dar amnistía a criminales y asesinos. Significa usar una estrategia distinta. Cómo bien apunta Javier Sicilia, regresar al ejército a los cuarteles no puede darse “de la noche a la mañana”. Y es que hoy no contamos con ninguna policía profesional, confiable y con la capacidad de fuego necesaria para hacerle frente a la fuerza del narco. Eso fue lo que seguramente llevó a Andrés Manuel López Obrador a proponer como candidato presidencial la utilización de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado. Pero se puede iniciar un proceso que ataque las causas, que debilite al negocio, que reconstruya el tejido social, que rompa el vínculo crimen-política, que genere una cultura con valores humanistas, pues el enemigo que salta por todas partes es el odio fermentado en la sociedad y que sólo con educación, cultura y oportunidades de desarrollo académico, deportivo y laboral se puede revertir. La aguda desigualdad social y los privilegios son parte de lo mismo que hay que cambiar. Lo que no podemos admitir es condenarnos a un futuro de autoritarismo, violencia y militarización. Hay que proponerse crear las condiciones para que el ejército ya no sea necesario en labores de seguridad pública, lo cual también implica un saneamiento radical de las policías.

Gracias a la marcha por la paz, hoy está en el escenario una alternativa a la actual estrategia oficial que no ha dado buenos resultados. El ¡Ya basta! de Javier Sicilia abre la puerta a una ruta distinta y con perspectivas de recobrar la tranquilidad perdida y repensar colectivamente a México, lo que tanta falta hace. Por eso, yo respaldo el pacto nacional.