viernes, 8 de junio de 2012

LOS DILEMAS DEL VOTO ÚTIL

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

El “voto útil” aparece cuando la moneda está en el aire y se quiere vencer al azar. Es calar los dados a favor con la fuerza salvadora de inciertos compañeros de viaje que hacen causa común para propiciar alguna ventaja parcial o evitar males mayores. Una orientación al destino fuera de la idealidad de sus actores que quisieran que el protagonista fuera otro o que no quieren quedarse sin ser parte del acontecimiento. Una convicción que suele tener resortes emotivos como la esperanza, pero también el temor o el repudio. En ocasiones se mezclan de ambos y un ejemplo de ellos es Vicente Fox: la emoción del cambio e inauguración de una nueva época, pero a la vez, y quizás con mayor intensidad, decir adiós a un régimen autoritario, corrupto y perverso que por décadas gobernó con cinismo e impunidad.

La decepción ante el incumplimiento de la promesa hizo que a los ojos de muchos fuera menos deplorable el pasado y que éste amenazara con volver. Pero a partir del surgimiento del movimiento #yosoy132 empezó a adquirir fuerza la recuperación de aquel “voto útil” en contra del PRI, de su retorno representado por Enrique Peña Nieto. Distinto por cierto al otro “voto útil que se dio hace seis años frente a la posibilidad de que gobernara por primera vez la izquierda en México, basado en la inoculación de temores en ese momento descabellados y que, no casualmente, se ha buscado revivir con spots que presentan a Andrés Manuel López Obrador como violento. De alguna forma, la disputa del 2012 se decide entre esos dos “votos útiles” resurrectos, el del 2000 anti PRI o el del 2006 anti Peje. La continuidad panista parece ya derrotada, pero un sector de sus votantes pudiera decidir, en ese dilema, el resultado de la contienda.

La incidencia, antes que la identidad, es lo que se plantea el “voto útil”. Pragmatismo que se define entre opciones que no se comparten, incitación a elegir el “mal menor” para no “desperdiciar el voto” a favor de lo que se prefiere, pero que no tiene posibilidades de ganar. Más allá de los juicios morales que concite y que pervierta la necesaria cuantificación de las afinidades ideológicas en la sociedad, es una realidad que no se puede eludir y que obliga a los contendientes a tomar en cuenta al momento de diseñar sus estrategias, así como para tomar decisiones en los respectivos “cuartos de guerra”. En países con segunda vuelta, el problema se resuelve votando primero a favor de la ideología propia y luego optando pragmáticamente, en la etapa pensada para tal fin, entre los finalistas. Pero en México, donde todo se decide en una votación, el “voto útil” desfonda al tercer lugar y atrae a los “indecisos” para definir el resultado de la contienda a favor de uno de los polos.

El terreno fértil del “voto útil” ha sido en las elecciones que se tornan plebiscitarias. Así fueron en el 2000 (sí o no al PRI) y en el 2006 (sí o no a AMLO). Los estrategas de Enrique Peña Nieto pensaron desde hace mucho evitar esa situación estableciendo desde la exposición mediática televisada a un claro puntero para evitar la polarización y que el fenómeno de la transferencia de sufragios no amenazará la victoria y, por ello mismo, se desalentara. Trabajaron pensando en una elección no competida. De ahí el nerviosismo ante las tendencias que desde hace tiempo marcan una caída consistente de Enrique Peña Nieto, aparejado del crecimiento de Andrés Manuel López Obrador y, por lo mismo, la intención de revivir la campaña mediática de la elección presidencial pasada contra el candidato de las izquierdas y que, aunque también lo promueva el PAN, sólo puede favorecer a EPN, pues en el imaginario la disputa ya está planteada entre éste y AMLO, aunque el equipo de Josefina aun no lo quiera aceptar y esperen un milagro en el debate dominical.

Por eso no es de extrañarse que Peña Nieto quiera romper la narrativa del “voto útil” en su contra tratando de hacer patente un supuesto rompimiento con el pasado de su partido y tratando de resaltar compromisos democráticos, ese es el sentido de su “Decálogo”, aunque vaya muy poco más allá del respeto a la Constitución, las listas de su partido estén repletas de dinosaurios y no renuncia a su pretensión de hacer reformas que sobrerrepresenten al PRI en las Cámaras para que regrese el viejo control presidencial sobre el Congreso.

En ese contexto, el peor error que puede cometer López Obrador para enfrentar la campaña en su contra, que ha llegado a la infamia de manipular videos para vincularlo con la vía armada, es apuntalarla con amagos de conflicto, desacreditando al IFE o hablando de un eventual “fraude”, algo que por desgracia hizo, pero por fortuna corrigió con rapidez. Si alguna razón de ser tuvo su giro amoroso fue precisamente quitarse la imagen de beligerancia que se había forjado tras el Plantón de Reforma y no debiera dar pie a confirmarla con discursos o actitudes, pues eso significaría darle la razón a sus detractores y hacer exactamente lo que quieren y esperan que haga quienes realizaron dichos spots. No hay que olvidar que ya en una ocasión, en 1994, el PRI se benefició del “voto del miedo” tras el levantamiento zapatista y el asesinato de Colosio.

López Obrador haría bien en insistir, sin margen de duda, que aceptará el resultado –el ha reiterado que la organización que ha construido en estos años cuidará las casillas y está preparada para evitar que suceda “lo mismo que en 2006”- y dar confianza de que será un factor de estabilidad democrática, además de dar garantías de que no habrá persecución contra los miembros del actual gobierno, comenzando por Felipe Calderón, y quizás hablar de un “Gobierno de Coalición”, tofo ello para incentivar a su favor el “voto útil” de electores panistas. De esa manera podría conjurar los fantasmas de la desestabilización y evitar que vuelvan a crecer sus negativos para que la elección se defina en el terreno que le conviene a la izquierda y al país: el referéndum sobre la vuelta del PRI y la restauración del viejo régimen que eso implica.
PD. Mi solidaridad con el poeta Javier Sicilia y con su justa lucha a favor de las víctimas de la violencia y por una auténtica democracia en el país. Sus críticas a todos los candidatos son legítimas con independencia de que se compartan o no y tiene el derecho a expresarlas. No es poco lo que ya ha logrado su movimiento y bien haríamos todos en reconocerlo. Repudio las expresiones de odio e intolerancia en su contra.

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1 comentario:

tejas dijo...

Un lenguaje rebuscado que deja de lado el dominio de la oligarquia para incidir en la eleccion presidencia, que no son solo es un juego de palabras sino el interes de una poblacion sumida en la miseria por esta y el interes de esa minoria por los recursos naturales y humanos que pertecen a la nacion.