Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran
La irrupción de los estudiantes ha sido el mejor remedio contra el fatalismo. Lo que parecía un trámite en el aletargado escenario electoral, hoy está puesto en duda, no tanto por lo que ya ha ocurrido, que no es poco, sino por lo que pudiera pasar. La rebeldía juvenil es contagiosa y la situación del país y su clima político son volátiles y propicios para que se extienda. Es un movimiento que, si bien catalizó al calor de la campaña presidencial y que está incidiendo en el proceso electoral, trascenderá lo que ocurra en las urnas, tanto en el tiempo como en sus demandas.
El movimiento #yosoy132 tienen un elemento distintivo que en alguna medida se explica por el momento en el que irrumpió. Su discurso y sus propuestas promueven la responsabilidad cívica y, en ese sentido, construyen ciudadanía y buscan mejorar la calidad de nuestra democracia. Eso y no otra cosa es promover la observación electoral y, por supuesto, llamar a la “concientización” de los ciudadanos para que estos ejerzan un “voto razonado” y, por lo mismo, que se manifiesten en contra de la manipulación informativa, principalmente del papel que la televisión ha tenido en la creación, proyección y sostén de la figura de Enrique Peña Nieto, quien por esa razón despuntó en las encuestas y es visto como el “candidato oficial”.
La pluralidad del movimiento, así como la necesidad de resaltar su autonomía frente a las acusaciones de tufo diazordacista que para descalificarlo lo vinculaban con alguno de los candidatos, lo llevaron a declararse “apartidista”, es decir, que como tal no tiene pertenencia ni identidad con ningún partido o candidato, lo cual no significa “apoliticismo”, ni le impide tomar posición respecto al acontecer nacional y a sus actores. No se puede negar que el “antiepn” está en su génesis (el evento en la Ibero) y aunque se trata de un punto polémico para algunos estudiantes –y es el reclamo que hacen algunos editorialistas que sostienen que lo “políticamente correcto” es que traten a todos los candidatos parejo como si los poderes fácticos no hubieran tomado partido por uno- es claro que es parte de su identidad original.
Es verdad que la crítica al sistema por sus carencias, contradicciones y simulaciones democráticas, lo mismo que por su disfuncionalidad, ineficacia y privilegios que otorga a grupos de interés, no se reducen a un candidato y a una televisora; pero hoy, en el contexto de los comicios, son su emblema, pues se percibe como un juego con cartas marcadas a favor de la asociación entre la empresa que informa y su notable favorito al que, es indudable, encumbró en las mediciones de popularidad.
Viendo la situación del país y las escasas oportunidades para los jóvenes, era de extrañarse que éstos no hubieran irrumpido en la escena pública antes. La pregunta recurrente era ¿dónde están “los indignados” mexicanos? No sé si atribuírselo a la tradición sincrética que se manifiesta en estas tierras con excelsitud desde el maravilloso barroco novohispano, pero en #yosoy132 se da una mezcla -y sin duda tensión también- entre la oportunidad de incidir en el curso de la elección y la de cuestionar al sistema en su conjunto. En ese sentido, a la vez que es un llamado a evitar la restauración autoritaria, también es una sana sacudida al país que nos interpela a todos y que seguirá siendo apremiante cuando pasen las campañas.
Aunque el movimiento está lejos de llegar al tope en su convocatoria a movilizarse y está en etapa de crecimiento, ya ha ganado importantes batallas. Además de fijar la agenda nacional y poner al EPN a la defensiva, consiguieron que las dos televisoras transmitan el segundo debate en sus canales de mayor rating es un logro suyo, tal y como lo reconoció Emilio Azcarraga, dueño de Televisa. Esta empresa decidió abrir sus espacios al movimiento para tratar de eludir el señalamiento directo que se le hace con lo cual ha salido ganando el televidente al respetar su derecho a la información. Pero el problema rebasa la coyuntura y, como los estudiantes lo han señalado, lo fundamental es lograr la competencia en el sector con más cadenas de televisión, vieja demanda democrática impecable que no se ha cumplido y otra razón para que #yosoy132 se mantenga después del proceso electoral.
Estamos ante un movimiento innovador. No podría ser de otra manera, ahora que las redes sociales han cambiado en mucho la vida cotidiana de los jóvenes y son un instrumento portentoso de comunicación horizontal. También lo es la vinculación de universidades privadas y públicas. Es verdad que 1968 participaron también unas y otras, pero la relación era hegemónica por parte de las últimas y ahora se tratan con igualdad, lo cual es muy sano y democrático, pero implicará, confío que para bien, una forma distinta de organizarse y tomar decisiones.
Es evidente que cada universidad mantendrá un margen de autonomía y es una buena salida por ejemplo para la objeción del ITAM que no quiere ser “antiepn”, pero eso puede conllevar riesgos si no se ponen algunos límites. Por ejemplo, considero de primera importancia que pongan reglas mínimas para evitar provocaciones y realización de hechos que puedan derivar en violencia, pues es previsible que algunos grupos de interés quieran desprestigiar al movimiento que hoy goza de gran simpatía popular, generando acciones que permitan señalar a los estudiantes como violentos. Ése es un viejo expediente que el priismo nunca ha dejado de utilizar y que muestra su afinidad y herencia respecto a la “doctrina Díaz Ordaz”.
La pluralidad y heterogeneidad obligan al diálogo y la construcción de acuerdos en un ambiente de tolerancia, inclusión y respeto, lo que en sí mismo representa generación, aprendizaje y promoción de una cultura democrática que tanta falta hace en el país. Nadie debe espantarse de que grupos con ideologías muy definidas y poca preocupación por la democracia quieran incidir en el rumbo del movimiento de acuerdo a sus fines particulares. La experiencia enseña que cuando las decisiones se toman por miles y de forma democrática, las posiciones extremas quedan en minoría. La ultra se fortalece cuando el desgaste o la lucha intestina y la preminencia de la intolerancia se hacen presentes para “depurar” a sus contingentes, y entonces núcleos reducidos de activistas deciden por todos. El espíritu de #yosoy132 es de gran apertura y convicción democrática; mantenerse así será el mejor remedio contra el sectarismo y la garantía de seguir siendo empáticos con el resto la sociedad.
México necesita cambiar y si la clase política es incapaz de hacerlo, entre otras cosas porque es parte del problema, entonces se hace indispensable que irrumpa la sociedad civil para propiciarlos. Para ello, no hay nada mejor que el ímpetu, la creatividad y la imaginación de los jóvenes. México necesita que “la primavera” no sólo sea una realidad, sino que ésta perdure y llegue más allá del invierno.
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4 comentarios:
Bien!
Fer,
creo que son muchas frustraciones las que el movimiento ejemplifica, pero tenemos que llegar al origen. Para mi es la inequidad, el poder excesivo, la riqueza excesiva, la justicia para unos cuantos.
El sistema político es inequitativo y así no podemos ni siquiera empezar a creerles. Vamos con dos cuestiones sencillas que deberían suceder para creer en la política. ¿Cuál debería ser el sueldo de un político así como sus prestaciones? ¿Podría hacer una carrera política si es un buen elemento?
¿Qué sería lo justo para un diputado? 20 mil, 50 mil, 100 mil? ¿Cuántos días al año trabaja? ¿A cuántas vacaciones tendría derecho?
La segunda, ¿por qué no se puede reelegir 3 veces? Si es bueno, debería tener la oportunidad de hacer una carrera de 12 años. ¿El presidente podría reelegirse una vez? ¿En periodos más cortos?
Todos tenemos el derecho a un salario justo y un trabajo que nos genere bienestar, pero hoy los políticos reciben un sueldo como si fueran dueños de empresas, generando mucha riqueza y miles de empleos cuando trabajan muy poco. ¿Por qué no empiezan por ahí? Les aseguro que empezaremos a creer en ellos. Creo que deberías analizar esto y proponerlo de llegar al congreso.
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