martes, 23 de agosto de 2011

CANDIDATO MÁS ALLÁ DE LAS IZQUIERDAS

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

Difícil, pero no imposible, detener la marcha de la restauración en México. Lo primero es dejar a un lado el voluntarismo y entender que sólo sumando fuerzas y convenciendo a los indecisos se tiene posibilidad de construir una mayoría electoral distinta a la que hoy marcan las encuestas. Está visto que eso no podrá lograrse con la opción de la continuidad ni con la de la confrontación rabiosa. Si algo explica los números a favor del más probable abanderado del partido del viejo régimen es precisamente el rechazo a esas dos posibilidades por parte de la mayoría del electorado. El gobierno de derecha y la oposición de izquierda han fallado ante los ojos de quienes deciden las elecciones a pesar del resurgimiento y auge del clientelismo que estamos padeciendo. Me refiero a los llamados “ciudadanos independientes”

Y es que no basta con señalar el riesgo del retorno al pasado para convencer a millones de votantes, muchos de los cuales no tienen conciencia de lo que era el régimen priísta, de que se inclinen por otra opción, mucho menos sacar a una buena cantidad de ellos del abstencionismo o del “voto nulo”. Frente a la posibilidad de la regresión se debe colocar de manera nítida la del cambio deseable que la alternancia ha quedado a deber. No es algo sencillo, pues en la sociedad hay cierto desengaño respecto a la democracia, aun cuando se quedó a medio camino, en parte porque, hay que reconocerlo, los gobiernos de los partidos que tomaron la democratización como estandarte, el PRD y el PAN, no se han distinguido lo suficiente de los del pasado –sobre todo en lo referente a la concentración del poder en el gobernante- y, en algunos casos, resultaron iguales o peores que los del PRI. Recuperar el entusiasmo por ese cambio pendiente es el gran reto de las fuerzas que empujaron la transición. De lo contrario, verán como la lucha de generaciones por la democracia en México se habrá desperdiciado.

La política se hace con las condiciones reales, no con las ideales. Y es evidente que, hoy por hoy, a la izquierda sola, así vaya junta, no le alcanza para ganar la elección presidencial. Por supuesto que hay causas y errores para explicar que eso sea así después de que en el 2006 acarició el triunfo; pero ahora, más que lamentarse, hay que actuar en consecuencia. Se requiere, por tanto, de un proyecto capaz de traspasar el voto duro y llegar a otros, de convencer a los indecisos y sacar del abstencionismo a muchos ciudadanos, de ser adoptado por buena parte de la clase media, de la intelectualidad y la academia, de sectores del empresariado y, por supuesto, que sea esperanza para las clases populares pauperizadas por políticas erróneas que, además de no generar crecimiento, concentran la riqueza. Por supuesto, para que ese proyecto tenga credibilidad debe ser encabezado por alguien que lo represente y genere confianza en todos esos estratos, grupos y ciudadanos, que pueda inaugurar la etapa de gobiernos de coalición; alguien que exprese un cambio inclusivo con responsabilidad y rumbo.

El proyecto del que hablo debe ser acompañado por una adecuada estrategia electoral. En ese sentido, resulta fundamental contar con una correcta política de alianzas y seleccionar al candidato “mejor posicionado”. La trascendencia del Congreso Nacional del PRD radica precisamente en sus acuerdos sobre esos dos puntos. Construir una amplia alianza para evitar la restauración del viejo régimen y retomar la transición para culminarla y darle un nuevo rumbo al país, por una parte, y realizar debate y encuesta abierta para seleccionar al candidato más competitivo fueron los resolutivos principales del Congreso perredista, mismos que fueron obtenidos con la aprobación del 85% de los congresistas.

Hay que decir que dichos acuerdos tan abrumadoramente mayoritarios se dieron porque fueron precedidos del acuerdo entre André Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard en relación al método de selección del candidato. Eso no evitó que haya algunos “más pejistas que el peje” que sostuvieron la elección en urnas y ahora promuevan una encuesta sui generis, tratando de reducir el universo de los ciudadanos encuestados, algo sin precedentes en la determinación de candidatos por ese procedimiento en el PRD, incluyendo, por supuesto, aquellos así definidos a instancia de AMLO. Es evidente que la certeza de cualquier método de selección radica en no cargar los dados a favor de nadie y, por lo mismo, las reglas no pueden hacerse a medida de ningún precandidato. Lo fundamental no es quien es más aceptado entre los simpatizantes de izquierda sino quien puede atraerse más votos de otros sectores y, por lo mismo, mayores posibilidades de ganar o, dicho de otra manera, quien cuenta con el respaldo de más ciudadanos con independencia de su ideología. Por ahí el ex jefe de Gobierno pidió que no se le preguntara a la “mafia en el poder”, pero, como el mismo ha indicado, son tan solo 30 potentados, cuya posibilidad de ser encuestados es (casi) nula. Así que, en lugar de inventar metodologías insólitas, lo correcto es que, ya que se determinó encuesta abierta, se realice con los mismos criterios con los que, hasta la fecha, siempre se han realizado cuando tienen por objeto determinar candidaturas en el partido del sol azteca.

Si se cumple con lo acordado y se respetan los resultados, la izquierda enfrentará unida el 2012 y estará en libertad para hacer las alianzas pertinentes que permitan construir un polo competitivo frente a la restauración. Por supuesto, habrá que tener una adecuada y confiable estructura electoral, razón por la cual el PRD tendrá que asumir la mayor responsabilidad para conformarla. Uno de los errores más costosos en el 2006 es que se hizo de manera inadecuada, en virtud de que ese partido fue marginado y toda la responsabilidad recayó en Alberto Pérez Mendoza, mano derecha de AMLO, el cual se dio el lujo de ignorar miles de propuestas perredistas para que resultara, el día de la elección, que su estructura se cayera, aun cuando se pagó el 100%. Hay que aprender de la experiencia y actuar de acuerdo a las nuevas circunstancias. Sólo así se puede pensar, con seriedad, en la victoria.

1 comentario:

Dame un besito dijo...

totalmente de acuerdo contigo