lunes, 9 de mayo de 2011

EL ¡YA BASTA! DE JAVIER SICILIA

Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

“El mundo ya no es digno de la palabra”, exclamó el poeta Javier Sicilia en su dolor. Difícil contradecirlo cuando en los últimos años nos hemos cansado de ver escenas terribles y sabido de crímenes inefables; cuando los ajusticiamientos por decenas son cotidianos y el matar parece deporte; cuando los asesinos dejan marcado su odio en los cuerpos de las víctimas y arrancan cabezas y pieles como trofeos; cuando cientos de cuerpos son exhumados de fosas clandestinas y se ha perdido el respeto por la vida y la dignidad humanas. La barbarie se ha instalado en México y es preciso preguntarnos: ¿cómo hemos llegado a este punto?, ¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿qué país queremos?, ¿qué debemos hacer? A ese ejercicio de reflexión y definición colectiva del rumbo del país es a lo llama el ¡Ya basta! de Sicilia.

Muchos agraviados por el tsunami de violencia que ha caído sobre México y que no han encontrado justicia se unieron al poeta que, en su desgracia -la muerte abusiva, estúpida, aberrante, inexplicable de su hijo Juan Francisco, como la de tantos otros mexicanos-, nos interpeló a todos por la situación que atraviesa el país, incluyendo, por supuesto, a los delincuentes que carecen de “códigos de honor” y cuyas acciones están desprovistas de cualquier atisbo de humanidad. Ese fue su primer gran mérito: restregar a cada uno la realidad que tenemos enfrente y reclamar a cada quien que asuma su responsabilidad en lo que acontece para cambiar las cosas y que no se acepte a la violencia como único y fatal destino en una “guerra” eterna sin perspectivas de victoria.

Javier Sicilia trasciende la polarización política y llama a la unidad “desde los zapatistas hasta Calderón” para dar, juntos, un nuevo rumbo al país. Combatir violencia con violencia no sólo es falta de imaginación; es algo mucho peor: emprender una loca carrera hacia la autodestrucción. Algo de sentido común que en la vorágine irracional de la fuerza y los horrores no encontraba espacio para expresarse. Descalificar al poeta como ingenuo sólo exhibió más a los promotores del camino fácil y siniestro, llamémosle sin eufemismos, de la “guerra” total, que sólo mira hacia los efectos, cada vez más destructores, y desdeña las causas económicas, políticas y sociales de la fuerza del crimen organizado.

La marcha nacional se planteó encontrar soluciones, nuevos caminos, a través del diálogo y la corresponsabilidad de gobiernos, partidos, instituciones y sociedad, en lugar de agudizar el conflicto político. No sólo se hizo una convocatoria incluyente y se cansó de aclarar que no era contra nadie en particular sino que además puso sobre la mesa una propuesta de conciliación: el pacto nacional. El hastalamadrismo compartido trascendió la indignación por los agravios, el miedo y la injusticia para dar una alternativa, no terminada, pero sí que abre un camino diferente.

Felipe Calderón se entrampó con su propaganda. Al principio de su gobierno anunció su cruzada, se vistió de militar y hablo de la “guerra” contra el crimen. En lugar de legitimidad se encontró con un problema que rebaso la capacidad de respuesta del Estado mexicano. En un inicio quiso presentar la creciente violencia como un síntoma del éxito de su política, pero luego le fue imposible. Sus adversarios aprovecharon la situación para responsabilizarlo por todos los crímenes. “El pez por su boca muere”.

Ojalá que lo que hoy padecemos fuera resultado de lo hecho por el Ejecutivo, pues entonces la solución sería fácil y sólo habría que dejar hacer lo que se ha hecho en los últimos cuatro años y ya, todo resuelto. En esa lógica, distinta a la del poeta, están los que sostienen que todo se arreglaría si renuncia Calderón. Pero eso es falso. El problema, para nuestra desgracia, es mucho más grave. La inmensa mayoría de las muertes en esta “guerra” no son resultado de la acción del Estado sino de su incapacidad por evitarlas. Tenemos un crimen organizado muy poderoso e instituciones policiacas y políticas débiles, ineficientes, corrompidas e infiltradas. Mientras las organizaciones criminales sigan teniendo las ganancias estratosféricas por sus “negocios” ilegales, podremos invertir más y más recursos para hacerles frente y ellos harán lo mismo. La falta de oportunidades para los jóvenes y la destrucción del tejido social generan condiciones propicias para que, como lo han demostrado, esté a su disposición un ejército de reserva inagotable. Necesitamos, pues, una forma más inteligente, con otra visión, para hacer frente a tales organizaciones y tener perspectivas para reconstruir la convivencia social con la armonía y la seguridad a las que tenemos derecho.

El asunto es tan serio y hay tanto en juego en esto que lo de menos es quién gana la próxima elección sino que va a pasar con el país. Por eso el pacto nacional que propone Javier Sicilia, entre otros, incluye la exigencia a que se apruebe la reforma política. Hay que abrir la partidocracia para que la sociedad se haga presente y participe de las decisiones y, además, contribuya a una vida pública con ética, rendición de cuentas y sin vínculos con el crimen organizado.

El dolor de Javier Sicilia unió al dolor de otros y juntos emprendieron una marcha silenciosa que conmovió los corazones de muchos seres humanos dentro y fuera del país. 40 mil muertos en cuatro años, fosas clandestinas con cientos de cadáveres, desollados y descabezados, no son algo que en estos tiempos pueda pasar desapercibido en el mundo. Los inocentes muertos por las “fuerzas del orden” no son “daños colaterales” como algún estúpido y poco imaginativo asesor de la comunicación social del gobierno se le ocurrió decir, emulando el eufemismo del Departamento de Estado. En la lógica de la “guerra” los primeros sacrificados siempre son los Derechos Humanos, algo que con razón no sería aceptado por la comunidad internacional y una razón más para impulsar una estrategia distinta a la actual.

Acabar con “la guerra de Calderón” –nombre cuyo crédito debe darse a la propaganda oficial- no quiere decir dejar de perseguir delincuentes, pactar con organizaciones criminales o dar amnistía a criminales y asesinos. Significa usar una estrategia distinta. Cómo bien apunta Javier Sicilia, regresar al ejército a los cuarteles no puede darse “de la noche a la mañana”. Y es que hoy no contamos con ninguna policía profesional, confiable y con la capacidad de fuego necesaria para hacerle frente a la fuerza del narco. Eso fue lo que seguramente llevó a Andrés Manuel López Obrador a proponer como candidato presidencial la utilización de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado. Pero se puede iniciar un proceso que ataque las causas, que debilite al negocio, que reconstruya el tejido social, que rompa el vínculo crimen-política, que genere una cultura con valores humanistas, pues el enemigo que salta por todas partes es el odio fermentado en la sociedad y que sólo con educación, cultura y oportunidades de desarrollo académico, deportivo y laboral se puede revertir. La aguda desigualdad social y los privilegios son parte de lo mismo que hay que cambiar. Lo que no podemos admitir es condenarnos a un futuro de autoritarismo, violencia y militarización. Hay que proponerse crear las condiciones para que el ejército ya no sea necesario en labores de seguridad pública, lo cual también implica un saneamiento radical de las policías.

Gracias a la marcha por la paz, hoy está en el escenario una alternativa a la actual estrategia oficial que no ha dado buenos resultados. El ¡Ya basta! de Javier Sicilia abre la puerta a una ruta distinta y con perspectivas de recobrar la tranquilidad perdida y repensar colectivamente a México, lo que tanta falta hace. Por eso, yo respaldo el pacto nacional.

4 comentarios:

Romano Reina Bigmae dijo...

De acuerdo contigo, en este momento el papel de las fuerzas armadas es fundamental y tristemente indispensable. No hay forma de "regresarlos a los cuarteles" en el mediano plazo. El gobierno esta respondiendo tratando de impedir la actividad de las agrupaciones criminales SIN afectar la libertad de la poblacion civil, sin embargo eso ya se probo irreal e insuficiente. Lamentablemente esto todavia no termina y falta que se ponga peor... El papel que desempeño el ejercito pacificando al pais despues de la revolucion y guerra cristera fue brutalmente necesario, que vamos a hacer con todas las armas que estan circulando libremente por el pais? Las drogas, en este momento, ya son lo de menos... las armas. Saludos.

Romano Reina Bigmae dijo...

De acuerdo contigo, en este momento el papel de las fuerzas armadas es fundamental y tristemente indispensable. No hay forma de "regresarlos a los cuarteles" en el mediano plazo. El gobierno esta respondiendo tratando de impedir la actividad de las agrupaciones criminales SIN afectar la libertad de la poblacion civil, sin embargo eso ya se probo irreal e insuficiente. Lamentablemente esto todavia no termina y falta que se ponga peor... El papel que desempeño el ejercito pacificando al pais despues de la revolucion y guerra cristera fue brutalmente necesario, que vamos a hacer con todas las armas que estan circulando libremente por el pais? Las drogas, en este momento, ya son lo de menos... las armas. Saludos.

Julio Iñaki Zuinaga Bilbao dijo...

Bien! Coincido con tu escrito en esta ocasión. Recoges lo primordial y tal vez algo en lo que debemos insistir es en recobrar el enorme sentido que tiene un término que dió también nombre a esa marcha y que cada vez desaparece más en la niebla de los muchos lenguajes del México de Hoy... La dignidad.

Jesús Ibarra Salazar dijo...

Yo no voy a la defensa del Peje, creo que él se puede defender sólo.

El punto es que ante el éxito de la Marcha y la autoridad moral de Javier Sicilia, ahora, quienes estuvieron trabajando por la alianza electoral con el PAN, quieren montarse en este movimiento, ahora que la política aliancista ha fracasado en el Estado de México, en Coahuila y en Nayarit, y seguramente a la que aspiraban para el 2012.

Una de las razones que arguyen para colocarse en contra de las acciones electorales posteriores a la elección del 2006 es que no hubo fraude; el tema lo he tratado con delegados, representando a Jesús Ortega en su momento de presidente del Partido, que han acudido a Monterrey: simplemente niegan el hecho sin mayores argumentos que los que el mismo equipo de AMLO arguyeron ante el TEPJF: los "errores aritméticos".

Efectivamente, de esos errores, que hay demasiados, no se puede concluir sobre el fraude electoral, como no se pueden encontrar sólo del estudio de los resultados de la elección presidencial, como lo hizo José Antonio Crespo, si no es que se analizan estadísticamente, como si lo hicieron los físicos como Luis Mochán.

El fraude, si se desea conocer a fondo, debe trabajarse a partir de lo que los magistrados definieron como "rubros fundamentales": la cantidad de ciudadanos que votaron, la cantidad de boletas depositadas en la urna y la votación total emitida, suma de votaciones de partidos, candidatos no registrados y nulos, anotados en el acta de escrutinio y cómputo.

Como tales rubros fundamentales deben ser iguales en magnitud, cualquier "error evidente", que puede ser de uno en la diferencia de cualesquiera dos de estos rubros fundamentales, debería ser corregido por los consejos distritales, en la sesión de cómputo, que se inicia el Miércoles siguiente al día de la elección. No lo hicieron y el fraude paso de largo sin que los representantes de partido lo vieran.

¿Cómo entender que si hay 198 votos para el PAN en una casilla, registrada esta misma cantidad en el acta, luego en el archivo de resultados de los cómputos definitivos aparecen 798?

La votación del PAN fue cambiada en el sistema de cómputo del IFE, así lo entiendo yo. A esta interpretación se han negado los dirigentes del PRD.

Y tú, Fernando, ¿qué piensas sobre esto?

Invito, a quienes profundizar en el tema, a que visiten mi blog: http://chuyibarra.blogspot.com/