miércoles, 19 de enero de 2011

EL NUEVO PRI

Fernando Belaunzarán
twitter: @ferbelaunzaran

Demonizar o sacralizar es fácil y suele ser muy útil para hacer propaganda. Pero hacerlo dificulta la comprensión y luego se vuelve complicado distinguir entre el conocimiento y el eslogan. Es tan poco riguroso idealizar el pasado a la luz de un presente decepcionante y con problemas que parecen irresolubles, como hacer lo inverso y querer justificar la dura situación actual en función de las perversidades de los viejos tiempos, algunas de las cuales, por cierto, nunca se han ido. Existen posibilidades altas de que el partido que, quiérase o no, representa ese pasado en México vuelva al poder y eso merece un análisis frío de lo que significaría para el país, pues no es cualquier cosa que el PRI haya gobernado por más de 70 años continuos en un régimen no dictatorial, pero sí autoritario. Si eso ocurriera, en las condiciones actuales, los riesgos de la restauración serían enormes. Veamos.

En democracia, el triunfo de uno u otro partido no debiera poner en riesgo la continuidad del régimen político, aunque es verdad que históricamente varias dictaduras temibles llegaron al poder por la vía democrática e incluso usaron figuras como el plebiscito para legitimar su poder, tal y como aconteció con el nazismo en Alemania. Pero son casos de excepción que poco tienen que ver con la circunstancia mexicana. El problema de la democracia en México es otro y proviene de su falta de consolidación y que en ella perviven elementos autoritarios del viejo régimen que no desaparecieron con la alternancia, algunos de los cuales incluso se han fortalecido a raíz de las nuevas realidades.

Los avances democráticos fueron sin duda importantes, pero algunos de ellos se han ido devaluando, cuando no pervirtiendo. Pongamos por ejemplo, un logro democrático incuestionable: la ciudadanización en la organización de las elecciones, mediante órganos autónomos. Pero, por una parte, el IFE ha visto empobrecer la calidad de sus consejeros y también su independencia en algunos, pues se pasó del amplio consenso de los perfiles y trayectorias al sistema de cuotas y, en algún caso, unida a la exclusión. Si hoy ese órgano se encuentra incompleto se debe a que el PRI exige decidir dos de tres de los consejeros faltantes, al margen de méritos y capacidades. Peor aun es en los estados, pues los institutos electorales locales están, salvo quizás una extraña excepción, bajo el control de los gobernadores. Cierto es que, en diversos casos, eso no ha impedido las derrotas de los partidos en el gobierno; pero es un hecho que se ha empobrecido la calidad de nuestra democracia en los últimos años.

Si la democracia significa, entre otras cosas, desconcentración del poder en un sistema de contrapesos y equilibrios resulta evidente que eso no sucede en las entidades del país y los poderes fácticos siguen subordinando a las instituciones de la república. Y lo peor es que el hibrido que hoy tenemos, en el cual lo viejo no se ha acabado de ir y lo nuevo no ha terminado de nacer, es un sistema disfuncional totalmente rebasado por los graves problemas que se padecen. Por eso es que aun sin haberla conseguido a plenitud, existe un desengaño social respecto a la democracia y existe la tentación de regresar a los tiempos del hombre fuerte. Hoy, el PRI representa esa opción.

Es cierto que la sociedad mexicana ya constató que los priístas no son por necesidad peores que los políticos de otros partidos que han sido incapaces de cumplir las expectativas que crearon cuando accedieron al poder, mostrando no ser tan distintos a los que sustituyeron, tal y como presumían, a no ser por algunos casos extravagantes como los de Ulises Ruiz o Mario Marín.

Pero el desempate necesario por el rumbo de la nación, pues no podemos seguir como estamos y a nadie conviene mantener la situación de desgaste e impotencia que hoy padece el sistema político, se debe dar entre el retorno al pasado autoritario y el desestancamiento de la transición para establecer una democracia fuerte y funcional. El priísmo representa en estos momentos una fuerza regresiva, la nostalgia por el presidencialismo todopoderoso y la hegemonía de un solo partido que a su vez está sometido al líder sexenal supremo. Para no tirar a la basura lo conseguido en materia democrática con la lucha de generaciones, es que se debe enfrentar y derrotar en buena lid, con los votos en las urnas, al partido que sigue siendo representante del viejo régimen.

Son los mismos priístas los que han dejado constancia de que no hay mito o, mejor dicho, broma mayor que la de hablar de un “nuevo” PRI. Su avance no se debe a sus cambios que son, como ya dije, inexistentes sino al oficio político que tienen y que les ha ayudado a aprovechar, por un lado, la polarización postelectoral del 2006 y, por el otro, los errores y deficiencias de Calderón-PAN en el gobierno y de López Obrador-PRD en la oposición, además del ya mencionado desengaño hacia la incipiente democracia mexicana y la nostalgia, con dosis de amnesia, por un pasado en el que, al menos, no existían los niveles de violencia actuales.

El estilo pendenciero con en el que se quiso estrenar Humberto Moreira en el debate nacional, las maniobras para sacar adelante la llamada Ley Peña, la intención de brindar impunidad a personajes como Ulises Ruiz o Mario Marín, la proyección de un prospecto entregado a los poderes fácticos, la operación poco discreta de Carlos Salinas de Gortari, la propuesta de Peña Nieto para asegurar al que gane la presidencia la mayoría en ambas Cámaras, la protección de sus brigadistas que golpearon salvajemente a Guillermo Sánchez Nava en Guerrero, etc., son elementos que muestran que el PRI no sólo representa como opción el pasado sino que sus prácticas y cultura siguen siendo las mismas, lo que no obsta para que haya priístas tolerantes, dialoguistas, incluso con convicciones democráticas. Al margen de tales miembros, lo fundamental es lo que como fuerzan significan en un momento histórico y hoy el PRI es retorno, regresión, restauración, viejo régimen.

Lo que representa el PRI y la continuidad de sus prácticas añejas no justifican ni redimen de sus incongruencias y defectos a los otros partidos que, en buena medida, han reproducido lo que le han cuestionado al priísmo. Al contrario, los obliga a ser diferentes, a actuar distinto a lo que hasta ahora lo han venido haciendo, a ubicarse del lado de los cambios que no se han logrado. Y es que si en el 2012 lo que se pone en juego frente a la posibilidad de la regresión es la continuidad de lo que hoy tenemos, de seguro vencerá el PRI. Lo que es inaceptable e indefendible es seguir como estamos.

El sistema político mexicano, en cualquier escenario, requiere del PRI; es una fuerza a la que nadie puede ignorar y con la que, al margen de las confrontaciones electorales, es preciso acordar, incluir, gobernar, legislar. Sería absurdo e incongruente plantearse su desaparición, persecución o exclusión. Pero si queremos avanzar hacia un régimen realmente democrático y evitar la restauración autoritaria, entonces habrá que vencer a los caciques estatales de ese partido y ganarle al PRI, en las urnas y sin trampas, la batalla decisiva en el 2012.

De paso…

Guerrero. Hace unos meses, se veía segura la victoria del PRI en Guerrero. La contienda en aquella entidad tiene tintes simbólicos y además ese partido pensaba recuperar en el imaginario social el carácter de invencibilidad rumbo al 2012 tras las dolorosas derrotas que le propinaron las alianzas en tres estados y de cara al año crucial que inicia. La tortilla se volteó, gracias a una operación heterodoxa que hubiera parecido imposible: romper al PRI con uno de sus principales activos y, en un hecho inédito, que el partido en el gobierno no postulara a uno de los suyos. Medida dolorosa e incluso traumática, pero que dio resultados en algo que se vislumbraba muy difícil: el perredismo social, con mucho arraigo en aquella entidad, aceptó a Ángel Aguirre. El PRD que estaba confrontado se unificó a su alrededor y ahora están a punto de lograr la proeza de quitarle el ansiado triunfo que ya tenía en la bolsa el PRI… Habrá consulta en el Estado de México sobre la alianza entre el PRD y el PAN. Es previsible que triunfe el sí, pues es la única oportunidad que tienen los mexiquenses de sacudirse el yugo del grupo Atlacomulco y lograr la alternancia en el “nido del dinosaurio”. Más difícil será encontrar al candidato idóneo, sobretodo ahora que Alejandro Encinas se ha descartado para encabezarla y -aunque por enésima vez rectifique- que ya consiguió la negativa y animadversión del PAN… Detuvieron al famoso JJ y se le ha dado trato de estrella glamorosa del crimen en horario triple A. Por supuesto que tiene derecho a decir su verdad, pero percibo cierta tendencia mediática a reproducir un vicio por demás pernicioso: culpar, o al menos corresponsabilizar, a la víctima de su desgracia… Wikileaks volverá al ataque, dando a conocer a grandes evasores con información privilegiada de un banco suizo que consiguió por abierta y pública filtración. Assange vuelve a golpear al poder real del mundo con transparencia. Como debe ser. Bravo… Tras el atentado en Arizona a la congresista Giffords y otras personas por parte de un joven envenenado por el discurso político extremista y violento, Obama llamó con un discurso magnífico a la unidad nacional, se puso por encima de la confrontación, asumió el mando de la situación y lució como estadista. ¡Qué envidia!... Los Cuervos de Baltimore dejaron ir una clara ventaja gracias a sus errores (tres pérdidas de balón en el tercer cuarto) y los Acereros de Pittsburgh no sólo los derrotaron sino que ahora deben ser considerados favoritos tras el campanazo de los Jets que eliminaron a los Patriotas de Nueva Inglaterra que lucían imbatibles. Veremos si los neoyorkinos pueden lograr su tercera victoria consecutiva como visitantes y colarse al Super Bowl. El campeón de la Conferencia Nacional saldrá de un clásico antiquísismo: Osos contra Empacadores. Veremos qué ocurre… Síganme en twitter: @ferbelaunzaran

2 comentarios:

Rafael Barraza dijo...

Concuerdo con todo lo enlistado acerca del PRI, pero me da la impresión que en lugar de decir porque no debe ganar el PRI nos deberíamos de enfocar en porque debe ganar el PAN, o el PRD, o cualquier otro partido o candidato que represente una alternativa.

Si nos ponemos a analizar a los partidos y sus posibles presidensiables, hasta ahorita nos guste o no la batalla la tiene ganada el PRI. El PAN además de desgastarse políticamente por estar en el poder, por la tan polémica elección del 2006 (aunque para mi fue claro que ganó Calderón), por la mala estrategia en la guerra contra el narco; el partido se ha dedicado a intentar ser una copia del PRI de antes del 2000, cambiaron la dirigencia nacional por una que fuera cercana al presidente, hicieron cacería de brujas a aquellos miembros que expresaron sus ideas contrarias a las del presidente o ejercieron su opinión autocr퍏tica. Con esto lo único que han logrado (además de dar pena ajena) es dividirse internamente y provocar la salida de muchos panistas.

Por otro lado la izquierda, comenzó su desgaste desde la campaña del 2006, cuando Andrés López utilizó sus frases floridas como "Cállate chachalaca", el pueblo comenzó a ver a AMLO como un verdadero peligro para México, como lo planteo la derecha, y terminó por confirmarlo con el plantón de Reforma, la toma de la tribuna para el ultimo informe de Fox y para la toma de protesta de Calderón. Y luego vino Juanito y otras tantas cosas más que lejos de ayudar a la izquierda la han perjudicado.

Mientras que el PRI, se quedo ahí en medio de los trancazos, portando la bandera de "la voz conciliadora", moviéndose según le conviniera, "demostrando" que el nuevo PRI sabe dialogar y buscar acuerdos anteponiendo los intereses del partido por los de la nación. Y si a eso le sumamos que tienen al candidato "galán" (que aunque no es concurso de belleza, si que cuenta) que quedo viudo y con hijos, y que ahora esta estrenando esposa de telenovela, y juntos forman la "familia perfecta", ya tienen en su bolsillo millones de votos.

Este es el momento de buscar candidatos que sean verdadera competencia, que tengan una verdadera plataforma política, que sea realista y que la den a conocer. Es el momento de decir no voten por él, porque yo soy mejor opción, porque tengo las siguientes propuestas, es tiempo de demostrar quien es el mejor candidato y por qué. Y no el de decir porque el otro no es buen candidato, porque eso ya lo sabemos de sobra, pero no vemos algo mejor.

Twitter @barraza123

Alejandra Diener dijo...

Lo que es un hecho es que no queremos seguir como hasta ahora estamos; inseguridad, vacío de poder y corrupción por todos lados. Es inminente que el cambio que vaya a darse ( si es que se da) sea por el bien común. Para ello mas que un partido, necesitamos gente que viva al servicio de lo demás! Me gusta tu blog, respetuoso e informativo. Felicidades. @AleDiener