Fernando Belaunzarán
Después de esto todo es creíble y todo puede pasar. Hay que estar preparados para ver al Cardenal como testigo de una boda gay, a Martha Sahagún apoyando las marchas del SME, a Jorge Castañeda homenajeado por el gobierno cubano, a Andrés Manuel López Obrador practicando la autocrítica, a Ulises Ruiz impartiendo cátedra sobre el respeto a los derechos humanos, a Felipe Calderón en control de la situación, a Mario Marín recibiendo un reconocimiento internacional por su contribución a la libertad de expresión, a Vicente Fox pensando lo que dice, a Enrique Peña Nieto hablando sin telepronter, a Marcelo Ebrard tomando distancia de su antecesor, a Javier Lozano comportándose sin parecer porro, a Fidel Herrera jugando limpio, a Hugo Chávez cumpliendo las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a George Bush leyendo, al Atlas siendo campeón del futbol mexicano y a México ganar la Copa del Mundo en penales. Hoy los priístas se desgarran las vestiduras por los principios… del PRD y del PAN.
Por supuesto, para justificar las alianzas entre izquierda y derecha en las próximas elecciones de poco sirve exhibir la poca credibilidad de los que se asumen como guardianes de los valores y la congruencia de otros partidos cuando demuestran su compromiso ético votando por la persecución de las mujeres que deciden interrumpir su embarazo siendo que se dicen socialdemócratas o, bien, defendiendo el puesto de personajes como Mario Marín que se jactó de usar facciosamente a las corporaciones policiacas para reprimir a una periodista crítica de un amigo pederasta y Ulises Ruiz que cobijó a grupos paramilitares y fue declarado culpable de violaciones graves a los derechos humanos por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No es correcto pedir indulgencia señalando las fallas del adversario.
Se debe ser consciente de que en virtud de la intensa polarización entre el PRD y el PAN en las elecciones del 2006 que se intensificó por el conflicto poselectoral, además de las evidentes diferencias ideológicas realzadas por los debates sobre la despenalización del aborto y los matrimonios homosexuales en el Distrito Federal, entre otros, es natural que para muchos parezca extraño, incongruente, pragmático e indefendible juntar lo que parece el agua y el aceite. Por lo mismo, dichas alianzas merecen ser explicadas adecuadamente y, para ello, de poco ayuda convertir una discusión que tiene que darse en términos políticos en una cuestión de principio cuando los acuerdos y las alianzas entre partidos no sólo de signo distinto sino incluso antagónico es un recurso político legítimo y democrático siempre y cuando se haga de manera transparente y con objetivos claros, explícitos y consecuentes con el programa y los valores de las fuerzas coaligadas.
El punto es si estas polémicas alianzas contribuyen a avanzar en los fines de la lucha política que las fuerzas coaligadas se han planteado para las entidades en cuestión y también para el país. La transición democrática mexicana naufragó y se ha establecido un feudalismo en el que los gobernadores se han vuelto caciques todopoderosos que ejercen discrecionalmente en sus estados las facultades metalegales que en su momento tuvo el presidente de la república. Vencer a los cacicazgos enquistados abre la posibilidad del cambio y encausar en esas entidades la transición a la democracia. Por supuesto, no se me escapa que la alternancia no implica cambio como bien nos lo enseñó Vicente Fox.
Es ahí donde tengo dudas. Bien puede ser que se imponga el burdo pragmatismo que más que el cambio se plantea básicamente meterle el pie al puntero para emparejar la carrera rumbo al 2012. En ese caso se trataría de la lucha del poder por el poder en el que la gente y sus problemas pasan a segundo término. También tenemos que admitir que los priístas no son los únicos gobernadores caciques que hay en el país; de hecho, los hay de todos los colores. Por eso considero indispensable que se hagan públicos los compromisos democráticos y de política social de un cogobierno de transición. Sería inaceptable quitar a un cacique tricolor para cambiarlo por otro igual o peor de distinto signo político. Sobre todo para la izquierda, lo fundamental debe ser el cambio rumbo a una sociedad más democrática y justa. Si eso se logra, la alianza resultaría ser adecuada, necesaria y pertinente.
Resulta sintomático de la carencia de cultura democrática que hay en el país que algo tan sencillo y básico provoque tanta histeria y una patética tendencia a darse golpes de pecho. No se puede ver la política como si fuera una actividad religiosa de practicantes ortodoxos. Mediante ella lo que se debe buscar es incidir en la sociedad de acuerdo a un programa basado en convicciones. Entre otras herramientas que se tienen para lograr esos objetivos están las alianzas.
La política, pues, es una actividad cultural por excelencia, producto indispensable de la vida social que a su vez la hace posible. Por eso decir que hay alianzas “contranatura” es un despropósito insostenible. Pero a ese prejuicio contribuye también la actitud vergonzante de algunos de sus promotores. Cesar Nava pretende engañar a la opinión pública diciendo que no va a aceptar a ningún candidato lopezobradorista cuando es evidente que Gabino Cue lo es. Y, por su parte, Andrés Manuel López Obrador opera a favor de las alianzas con el PAN en los hechos mientras las defenestra en el discurso. Recordemos como hizo que el PT se saliera formalmente de la alianza con el PRI para la gubernatura de Nuevo León. Como la apariencia es lo importante, finalmente el partido de Beto Anaya no propuso candidato y sus colonias votaron por el abanderado priísta, pero el punto es que AMLO los obligó a cambiar de posición.
Nadie se engaña en que el PT es tan independiente de López Obrador como el PANAL lo es de Elba Ester Gordillo. Si los petistas están impulsando la alianza con el PAN por primera vez en su historia es porque así lo quiere el líder. Es verdad que dice que no ira a apoyar a Gabino Cue en la campaña, pero también lo es que a sabiendas de que eso iba a pasar se metió con todo a recorrer Oaxaca en compañía del senador antes de que comenzará el proceso electoral. No quiere perder su aura de hombre de principios incólumes para cuidar su imagen que ha construido en el imaginario de sus seguidores. La simulación de “pureza” es el orgullo de su pragmatismo. El problema es que con ello le da armas a los que corrompidos por los gobernadores pretenden romper las alianzas se enrollen en la bandera y sirvan al status quo alegando fidelidad a los “principios”, y además ayuda a pernear la percepción de que se trata de una política inconfesable. Que me perdonen, pero no creo que la hipocresía sea una herramienta válida para quien se plantea moralizar la vida política nacional.
De paso…
Cabañas. ¿Qué sentido de impunidad debe haber en un sujeto para atreverse a dispararle a quemarropa a uno de los jugadores más famosos del futbol mexicano? Rechazo la perniciosa práctica de buscar culpar a la víctima y me parece que lo acontecido demuestra el grado de descomposición social que hay en un país en el que a cualquiera matan de a gratis. Lo importante es salvarle la vida al jugador y ayudarlo en su rehabilitación. Lo de la perdida de un futbolista excepcional para su equipo y para su selección es doloroso, pero es lo de menos. Mi antiamericanismo militante se ha quebrado ante la atrocidad del crimen y de verdad lamento la perdida futbolística de un jugador con arte, magia, contundencia y magnetismo indudables. Pero insisto, lo importante es que sobreviva… En las propuestas que hizo Felipe Calderón sobre reforma política se hace eco de una falacia demagógica muy socorrida. Se dice que al debilitar a los partidos se fortalece el poder de los ciudadanos. Por otra parte, ante la falta de acuerdos en el Congreso se busca regresar al viejo presidencialismo sin caer en cuenta que ya está en sus últimas y que en lugar de revivirlo lo adecuado es cambiar de régimen y garantizar el cogobierno y, con ello, la corresponsabilidad que por sí misma garantizaría la consecución de mayorías estables en el parlamento… Raymundo Cárdenas es un compañero de gran trayectoria, capacidad y liderazgo al que repeto y tengo gran consideración. Es más, en lo personal me hubiera gustado verlo como candidato. Por eso espero que pase lo que pase se mantenga en el PRD y expreso mi deseo de que se llegue a un acuerdo incluyente y satisfactorio para todos en Zacatecas… Confío en que AMLO recapacite y convenza a Ricardo Monreal de no ir con el PRI en aquella entidad, pues es evidente que si insisten en tratar de quitarle ese estado al PRD es obvio que el recién estrenado DIA tendría que desaparecer… En su estilo cavernario que lo caracteriza, el diputado Noroña declaró que las coaliciones electorales entre el PRD y el PAN son “alianzas gay”. Además de la manifiesta homofobia del exabrupto -¿cómo es una alianza heterosexual”?- de uno de los promotores de sacar del aire a Esteban Arce por sus posiciones medievales -que por lo visto comparte- se cuidó de acusar de todo a los Chuchos y no tocar ni con el pétalo de una insinuación al PT, pues, todo indica, no quiere arriesgar su chuleta actual y futura… Mi duelo vikingo me impide hablar en esta ocasión de futbol americano…
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