jueves, 10 de diciembre de 2009

REFUNDACIÓN O TREGUA

Fernando Belaunzarán

El PRD no resolvió sus diferencias; simplemente decidió no pelearse por ellas. En el estrecho marco que dejó la consigna compartida por las fuerzas que representaban más del 90 % del Congreso Nacional de evitar cualquier conflicto es que se dieron algunos cambios de amplio consenso, básicamente en la esfera organizativa, que si bien tienen importancia y podrían servir para proporcionar mayor estabilidad y un trabajo territorial más sistemático y menos clientelar, así como el tener dirigentes y candidatos de mejor perfil y representatividad social, lo cierto es que no hubo ninguna redefinición política, ideológica o estratégica de consideración y que se prefirió cargar con la contradicción, la indeterminación y la ambigüedad antes de poner en riesgo la frágil unidad recién adquirida. Mantenerse juntos a toda costa, guardando las diferencias y lo que los separa, es una apuesta interesante que no debe descalificarse a la ligera aunque algunos hubiéramos preferido una transformación más profunda y radical del principal partido de la izquierda mexicana.

Sin duda que la unidad es un valor y sin duda también que el conflicto interno estridente de los últimos años ha minado considerablemente la credibilidad del PRD. Por eso es que no se puede dejar de reconocer y aplaudir que en el XII Congreso Nacional no haya habido ningún conflicto de consideración y que prevalecieran los acuerdos de mayorías abrumadoras. Pero en cambio y en contrapartida se deben lamentar los costos, entre ellos el de la ausencia de una línea política congruente que sea resultado del análisis crítico y autocrítico de la situación y de la historia reciente y que lleven a la superación de la esquizofrenia mostrada en los últimos años, de tal suerte que puedan rectificarse el rumbo y aprender de los errores cometidos. La única estrategia común es la unidad convertida en fin en sí misma y entendida exclusivamente como cohabitación.

La lógica de esta estrategia parte de la necesidad de garantizar que en el 2012 la izquierda tenga un solo candidato a la presidencia y que éste sea el que esté “mejor posicionado”. Lo demás es lo de menos. Sin negar las ventajas de evitar la ruptura e ir juntos a la elección presidencial, eso resulta totalmente insuficiente, pues la división dista mucho de ser el único problema –ni siquiera es el más importante- que explica la debacle electoral de la izquierda y de sus principales liderazgos.

En tan sólo tres años se pasó de reclamar el triunfo electoral a quedar rezagado en un lejano tercer lugar y encabezar el voto de rechazo. Esa perdida de confianza sólo se puede entender por el viraje que se dio a partir del movimiento postelectoral en el que se promovió la confrontación política, la polarización social y la descomposición institucional como acicates de una hipotética ruptura institucional que pudiera cambiar las reglas del juego y reposicionar al líder desgastado. El resultado está a la vista: la crisis lejos de beneficiar al principal dirigente opositor y a su partido como alternativa se dio el fenómeno pernicioso de la resurrección del partido del viejo régimen que estaba en la lona en el 2006.

Y así como se deben reconocer los avances que hubo en las reglas internas y en las formas de organización y elección de dirigentes y candidatos, también se debe aceptar que la esquizofrenia o bipolaridad que acompañó al partido en los últimos años quedó plasmada y legitimada en el documento de línea política que, más que expresar una estrategia para recuperar a los electores y sectores que se han alejado, es un colage contradictorio en el que posiciones antagónicas pueden encontrar su justificación y, por lo tanto, existe el riesgo latente de que persistan las mismas prácticas que regresaron a la izquierda al reducto de su voto duro. Por eso los diputados federales que al margen de las decisiones del grupo parlamentario toman tribunas, muestran intolerancia y reiteran consuetudinariamente su falta de miedo al ridículo no tiene de que preocuparse, ni tampoco los que creen que el objetivo no son las urnas en el 2012 sino la “tercera gran revolución mexicana” en el 2010. Es decir, lejos de rectificar la estrategia que llevó sacrificar la mitad de la competitividad electoral se asumió tolerarla con tal de preservar la unidad y evitar conflictos entre perredistas. Una tregua inestable, frágil y de pocos compromisos, pero, dirán sus promotores, tregua al fin y al cabo.

A diferencia de lo que se pudiera pensar, las alianzas no polarizaron al Congreso. Después de que Andrés Manuel López Obrador manifestará su oposición a dejar abierta la posibilidad de ir con el PAN o con el PRI para enfrentar cacicazgos locales en las elecciones del próximo año y de que sus seguidores dieran constancia de lo mismo, se aprobó sin debate y por unanimidad una política de alianzas sin candados. Y eso sólo puede explicarse por la anuencia de AMLO a que así sucediera. Y es que el rechazo a esas alianzas es una simulación para quedar como impoluto mientras otros pagan el costo de concretarlas. Por ello es que los principales operadores obradoristas en Oaxaca están impulsando la alianza con el PAN, lo cual, por cierto, considero correcto, pues de otra manera no existiría la menor oportunidad de vencer a Ulises Ruiz.

Ahora bien, el punto fundamental es el papel que debe jugar el PRD en estos momentos tan delicados para el país y eso no lo resolvió el Congreso. Además y por desgracia, a pesar de la crisis y del fracaso del gobierno de Calderón para hacerle frente con éxito, parece difícil que la izquierda partidaria pueda recuperar el terreno perdido por los errores cometidos y disputar el rumbo de la nación en el 2012, lo cual sería terrible para el país pues la disyuntiva se expresaría entre la continuidad desastrosa o el regreso al pasado autoritario y corrupto. Por ello se hace urgente crear una alternativa de cambio responsable e incluyente desde la izquierda y para ello ésta debe romper el cerco de su voto duro y todo parece indicar que sus diversos precandidatos internos no están en posibilidades de hacerlo. El desgaste ha sido terrible y sólo un liderazgo emergente estaría en posibilidades de cambiar la correlación de fuerzas a favor de la izquierda.

Si el razonamiento para mantener la unidad del PRD a toda costa es pelear en serio la presidencia de la república en el 2012, entonces en congruencia se debe abrir la posibilidad de poner el registro a disposición de otras opciones surgidas desde la sociedad, pues dada la inexistencia de candidaturas independientes necesitan que un partido político les dé la posibilidad de competir. Estoy convencido de que el crecimiento del PRI no se debe a que haya cambiado y que los ciudadanos lo vean de manera diferente sino a la ausencia de opciones ante la debacle del gobierno calderonista y la autoanulación en la que desde el cierre de Reforma cayó su ex candidato presidencial arrastrando con él a la izquierda partidaria.

En virtud de lo anterior y también por el descrédito de la clase política es que existen condiciones para que una candidatura ciudadana apoyada por buena parte de la sociedad civil se abra paso y evite el hoy inminente retorno del PRI a Los Pinos. Personajes como Juan Ramón de la Fuente o José Woldenberg pudieran recuperar a los votantes perdidos, disputar a las clases medias e ilustradas, verse como opción ante la molestia social y concitar la esperanza de cambio en las clases populares. Ellos podrían sumar e incluir a un proyecto de transformación a millones de mexicanos sin cargar con el rechazo que por sus errores la izquierda generó. Por lo mismo no se trata de que sean candidatos del PRD sino que siendo impulsados por amplios sectores sociales el partido preste sus siglas como ocurrió con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Ahora sí que por el bien de todos debemos construir esa posibilidad.


De paso…

Salida. Parece inminente la salida del senador René Arce, del diputado Víctor Hugo Círigo y de otros compañeros valiosos del PRD. Si así ocurriera, quedaría en ese partido un gran vacío muy difícil de llenar, tal y como aconteció con la reciente renuncia de Ruth Zavaleta. Y esto es así porque no se trata sólo de un grupo de personas sino también de una posición política socialdemócrata que con mucho valor se sostuvo no obstante amenazas, presiones e incluso persecuciones. En mi opinión, esa decisión es producto fundamentalmente no de lo ocurrido en el reciente Congreso Nacional sino por la política de Estado que se aplicó en el DF para exterminar a ese equipo político que a contrapelo de usos y costumbres no buscó mantener posiciones e incrementaras a base de lamer suelas… Como muchos, preferiría ver que ese personaje surrealista conocido como Juanito no gobernara Iztapalapa. Pero para lograr ese fin no todo puede estar permitido y es una pena que primero se haya declarado la decisión política de removerlo antes de sostener jurídicamente el proceso de destitución. Tan lamentable como lo anterior es que Clara Brugada en su afán protagónico muestre un acta de nacimiento supuestamente falsificada de Rafael Acosta y le advierta a éste en conferencia de prensa que de no renunciar procederá penalmente contra él, pues eso se llama chantaje y por supuesto que esa conducta está tipificada. Si ella sabe de un delito, máxime si como se reclama es funcionaria pública, debe actuar en consecuencia y no utilizar a la justicia como elemento de coacción para conseguir un objetivo político… Es lamentable que Estados Unidos reconozca las recientes elecciones en Honduras, pues con ello hizo rentable el Golpe de Estado y eso puede alentar experimentos similares. Pésimo precedente que los golpistas se hayan salido con la suya… El triunfo del ex guerrillero Tupamaro, José Mújica, en las elecciones de Uruguay es para celebrarse y también para aprender. Lejos de depurar, el Frente Amplio y su candidato, se dedicaron a sumar. Una victoria contundente de una izquierda cuyas actitudes responden a lo que algunos acelerados en México califican, o mejor dicho, descalifican como “modosita”, “colaboracionista”, “legitimadora”, etc.… Esperemos que la mediación de los llamados “cinco notables”, conformada por el rector de la UNAM, el director del Poli y los coordinadores del PAN, PRI y PRD en la Cámara de Senadores, ayude a dar una solución a los trabajadores electricistas del SME injustamente lanzados al desempleo…

1 comentario:

Palma dijo...

Excelente artículo, Fernando.
Muchos temas preocupantes como que se vaya a salir Círigo et.al.
Un abrazo!
Esperanza Palma