Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran
Aunque la conclusión legal del proceso electoral está en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y de nadie más, la disputa se mantiene, e incluso se ha intensificado, en el terreno mediático. Es verdad que hay un movimiento en las calles en el que han concurrido diversas organizaciones con muy diversos propósitos y que coinciden en el punto de la “no a la imposición” de Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República, pero el candidato de las izquierdas y quien impugnó la elección, Andrés Manuel López Obrador, así como los partidos que lo postularon, se han circunscrito a la lucha jurídica dentro de las instituciones. Una diferencia esencial respecto al 2006 y que marca la lucha política en este impasse abierto, del cómputo a la calificación de la elección.
Si bien es correcta la decisión de no repetir la historia fallida del Plantón de Reforma y, de esa manera refutar la campaña de desprestigio en su contra, mostrándose de manera irrefutable como un movimiento legal, pacífico e institucional, se tiene que cubrir de alguna manera la necesidad política de primer orden de informar y hacer patente a la sociedad que la elección no está resuelta aún, que no es un hecho el triunfo de EPN y de que pudiera anularse la elección, nombrarse a un Presidente interino y realizarse comicios extraordinarios. Es decir, hacer que la gente sepa que no se ha tirado la toalla y centrar la atención en la labor decisoria del TEPJF, lo que por supuesto significa hacer presión pública al tribunal, pero de manera absolutamente legítima.
En ese escenario, lograr el propósito de llamar la atención social sobre el proceso electoral no concluido, hacer patente la inconformidad y difundir las inequidades, vicios y trampas que marcaron el “triunfo” de Peña Nieto sólo puede hacerse subiendo el tono de la confrontación en los medios de comunicación, y no se diga en tiempo de Olimpiadas que de manera natural concentran las miradas, de tal suerte que para hacerse oír se busca hablar más alto. Para aclarar equívocos quisiera decir que no sólo soy un aficionado a los deportes y que disfruto de los Juegos Olímpicos cada cuatro años, sino que me parece sano que haya un respiro de emoción y esparcimiento a la batalla poselectoral convertida en un circular enfrentamiento de dimes y diretes. De cualquier forma, ya está fijado en opinión pública que se ha impugnado la elección por parte del Movimiento Progresista, que los agravios son financiamiento ilegal, rebase de topes de campaña y compra de votos, y que el TEPJF resolverá en definitiva.
Así como AMLO tiene una estrategia mediática para resaltar las anomalías electorales y generar expectativas de que se anularan -en realidad se “invalidarían”, pero para efectos prácticos es lo mismo-, Peña Nieto tiene la suya propia para expresar lo contrario: que su victoria es irreversible, que las impugnaciones son resultado del berrinche de un “mal perdedor” y que ya se está preparando para tomar posesión a partir del primero de diciembre. Sin embargo, y a pesar del respaldo palpable que tiene de la mayoría de los medios electrónicos, su corona ya está abollada. Y es que todos sabemos de los usos y costumbres perniciosos de nuestras elecciones -en donde, si bien todos recurren a ellas, el PRI es el campeón indiscutible- y de cómo se busca ganar “haiga sido como haiga sido”. EPN ganó sucio y esa convicción seguirá extendiéndose porque se compadece no sólo de la experiencia, sino también de la tradición histórica, e incluso emblemática, del partido al que pertenece.
No hay plazo que no se cumpla. El impasse llegará a su fin a más tardar el 6 de septiembre y aunque la lucha mediática da pistas de lo que podría venir, según los distintos escenarios, la verdad es que está por verse lo que sucederá, aún en el caso de que al TEPJF no se atreva a poner un correctivo tajante al deterioro de la democracia mexicana que tiene como aliciente el hecho de que la trampa resulta rentable para quien la comete, así sea descubierto, y decida validar la elección. Si eso sucediera, la izquierda deberá demostrar que aprendió de su experiencia reciente para no reeditar la desgastante y destructiva lucha fraticida.
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1 comentario:
Revisa la redacción:¿y esa convicción seguirá extendiéndose porque se compadece? o tal vez quisiste decir "se complementa" o algún sinónimo de esto último.
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